Jesús es tu fuente
inagotable que llena tu interior de ríos de agua viva. Él tiene recursos
ilimitados para satisfacer tus necesidades espirituales y físicas. Deja de ver
lo que falta para que fluya su fuente inagotable de recursos y vida abundante
En Juan 4:10-12 dice: “Si
conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué
sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres
tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él,
sus hijos y sus ganados?”.
Jesús estaba por revelar su identidad a esta mujer, pero ella
reacción analizando humanamente, poniendo una excusa, no le encontró
explicación lógica a que Jesús podía darle agua, sin los elementos para
hacerlo. Pero Jesús le dijo que Él era el agua de vida que sacia nuestra sed
espiritual. Un agua que al beberla, se transforma en una fuente inagotable que
salta para vida eterna. Poco a poco la mujer fue comprendiendo con quién estaba
hablando. Tenemos que recibir la palabra del Señor como niños.
Él nos quiere revelar su poder de una forma nueva, no tenemos
que pensar en “cómo” sucederá lo que
esperamos, porque Dios hace las cosas de forma que no comprendemos. La
respuesta a tu oración tal vez tenga un “cómo” diferente
al que esperas. ¿Cómo hará Dios las cosas? Ese no es nuestro tema, el punto
está en confiar en quién es Jesús, en dejar de mirar el inconveniente para
beber de su fuente de vida y poder.
Oremos
así:
“Padre, No moveré mi mirada
de ti, dejaré de poner excusas y ver impedimentos. Tú haces las cosas como
quieres, tu presencia es agua de vida inagotable en mí. En tu fuente ya está mi
respuesta y provisión, lo creo y proclamo en el nombre de Jesús. Amén”
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