lunes, 6 de junio de 2016

QUÉ ES LO QUE LLEVA A ALGUNOS SERES HUMANOS A QUE NO QUIERAN SALVARSE


Dios nos observa varias veces en la Biblia que hay miembros de la familia humana que son duros de cerviz, es decir tercos, orgullosos y difícilmente corregibles; y aun cuando los trata de corregir, ellos se resienten cada vez más y sus corazones se endurecen más y más. Ver Ex. 32: 9; 33: 3; Deut 9: 3; 10:16; 2 Crónicas 30: 8; 2 Reyes 17:14; Jeremías 7:26, y muchos otros textos.

Para muchos humanos esta tendencia se ablanda con el correr del tiempo, con la gracia los sacramentos, la palabra de Dios y humildad que ellos transmiten.

Pero para otros la terquedad no disminuye y se hace más fuerte por el aumento del orgullo, que aumenta la dureza del corazón, de modo que cada vez la verdad les parece más desagradable y se hace más difícil la conversión; porque no sólo se hacen resistentes a la verdad sino parecería que se instalan en un punto de no retorno.

Esto es lo que San Pablo llama el misterio de la iniquidad (2 Tesalonicenses 2: 7). La palabra griega se puede traducir como maldad, un profundo desprecio por la ley de Dios.

Es un misterio por qué algunos son más duros que otros, por qué endurecen su corazón mientras que otros se encuentran abiertos al camino de la humildad.

Ser testarudos, tercos, no arrepentirse, ser duros de corazón es en última instancia mortal; es un camino que conduce a la destrucción, al infierno, porque al no someterse a Dios no van a ser Salvados.

En Proverbios 29: 1 hay una clave que dice “el hombre que se obstina ante la corrección será destruido pronto y sin remedio”.
Así podemos ver un proceso en tres etapas. Una es que Dios nos habla. Otra es que algunos persisten en la desobediencia. Y la tercera es la repentina destrucción.

Veamos la primera. Dios permanente envía mensajes para incitarlos al arrepentimiento, para aprender la obediencia y la salvación que ofrece.

Llama permanentemente, porque nadie que fue al infierno, quedó alguna vez sin ser llamado y reprendido anteriormente.

Es así como envía al Espíritu Santo para suplicar a nuestro espíritu. La voz de Dios hace un eco en nuestra conciencia en Isaías 30: 21 dice “este es el camino andad por él”. Y en Isaías 48: 17 dice “yo soy Yahveh tu Dios que te enseña lo que es mejor para ti, que te guía en el camino que debes seguir”.

Pero también les envía a sus profetas: sacerdotes, hombres y mujeres laicos santos, para dar testimonio de la verdad y llamar a la santidad y que abracen la verdad.

Y no sólo, eso sino que de muchas maneras en la vida Dios les pone en situaciones de dificultades para que se enderecen, como dice el salmo 119: 67 “antes que fuera humillado andaba descarriado, pero ahora guardo tu palabra”.

Y también Dios habla a través de la escritura mediante las enseñanzas de la iglesia. En 2 Timoteo 3:16 dice “toda la escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia”.

De modo que es claro que Dios está permanentemente llamando a los pecadores; no hay nadie en la faz de la tierra de acuerdo con el proverbio 29: 1 que no sea reprendido y tratado de reencauzar.

Pero lamentablemente hay algunos que se obstinan en la desobediencia de varias formas a través de la dilación. Proverbios 27: 1 dice “no cuentes con el día de mañana porque no sabes lo que el día traerá”.

Sin embargo muchos retrasan la conversión para mañana y cuánto más abajo en la iniquidad viajan, más difícil es el camino de vuelta y más grande es el esfuerzo.

A medida que nos ajustamos a la oscuridad la luz comienza a ser más difícil de tolerar y como Dios es luz, quienes se habitúan a la oscuridad difícilmente soportan su luz. Cuanto más esperan más se hunden.

Las conversiones en el lecho de muerte se dan, pero no es tan común como se podría pensar.

Otra fuente de refracción es el orgullo, la negativa a reconocer que hay alguien más grande que nosotros a quién le debemos respeto y obediencia. Esto es lo que hizo Adán cuando pensó que él va a hacer y decidir lo que es correcto o no, y es lo que el hombre moderno está haciendo en este momento.

Implica que ellos no ven que hay una realidad objetiva fuera de sí mismos y que los nos constriñe y deben ajustarse a ella.

En la medida que el hombre moderno se aleja de la ley natural comienza a pensar que la realidad es lo que dice él; lo que importa no es lo eterno sino lo que él piensa y siente. De modo que se produce una ruptura de la relación con Dios y con la realidad externa.

Estas personas que endurecen su pensamiento y se encierran en sí mismas debatirán solamente con aquellos que razonan de la misma forma.

Y por lo que vemos es difícil que una persona rompa este muro de orgullo. Romanos 1: 22-23 dice “pues habiendo conocido a Dios no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias sino que se envanecieron en sus razonamientos y se les oscureció su insensato corazón; pretendiendo ser sabios se hicieron necios”.

También los placeres de la vida y las riquezas tienen efectos perniciosos y la escritura hace la advertencia sobre ello.

Así como los placeres del mundo se consideran preferibles a Dios, estas personas se vuelven amantes de sus deleites más que de Dios.

Los límites que Dios pone y las exigencias que podría hacer se consideran desagradables y costosos, llegando a considerar que todo lo que viene de Dios es poco razonable. No en vano Jesús alertó lo difícil que era entrar en el reino de Dios para un rico.

En 1 Timoteo 6: 9-10 San Pablo dice “porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en la ruina y la destrucción, por el amor al dinero y la raíz de todos los males es esta codicia por la que algunos extraviaron la fe y fueron traspasados por muchos dolores”.

De modo que el efecto negativo de la riqueza y los placeres de este mundo endurece la cerviz y los corazones contra Dios

Así es como viene la destrucción repentina. Llega un momento en que el endurecimiento de corazón y la dureza de cerviz se convierten en permanentes, sin posibilidad de marcha atrás

Siempre hay posibilidad de conversión, pero sin embargo llega un punto en que ya es muy difícil y su destrucción es sin remedio.

Cuando hablamos de destrucción estamos hablando de la muerte o de caer en pozos qué significan la muerte en vida.

Dios nos advierte que esta muerte puede venir de repente, con mayor rapidez de lo que pensamos, cuándo el descenso del pecado es profundo y la dureza en el corazón se hace pronunciada.

Dios nos ama y quiere salvarnos pero también respeta nuestra libertad y nos advierte permanentemente los efectos acumulativos de nuestros pecados.

Con este razonamiento que hemos realizado no pretendemos dar un mensaje de desesperación, sino poner un manto de realidad sobre el hecho de que algunos seres humanos no están propensos a salvarse, porque han caído muy bajo en el pecado y muy adentro del pecado, y han llegado un punto sin retorno, Por más que Dios los siga llamando ellos cada vez están menos propensos a oír la voz de Dios.

Foros de la Virgen María

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