Dios nos observa varias veces en la Biblia que
hay miembros de la familia humana que son duros de cerviz, es decir tercos,
orgullosos y difícilmente corregibles; y aun cuando los trata de corregir,
ellos se resienten cada vez más y sus corazones se endurecen más y más. Ver Ex.
32: 9; 33: 3; Deut 9: 3; 10:16; 2 Crónicas 30: 8; 2 Reyes 17:14; Jeremías 7:26,
y muchos otros textos.
Para muchos humanos esta tendencia se ablanda
con el correr del tiempo, con la gracia los sacramentos, la palabra de Dios y
humildad que ellos transmiten.
Pero para
otros la terquedad no disminuye y se hace más fuerte por el aumento del
orgullo, que aumenta la dureza del corazón, de modo que cada vez la verdad les parece más desagradable y se hace
más difícil la conversión; porque no sólo se hacen resistentes a la verdad sino
parecería que se instalan en un punto de no retorno.
Esto es lo que San Pablo llama el misterio de la
iniquidad (2 Tesalonicenses 2: 7). La palabra griega se puede traducir como
maldad, un profundo desprecio por la ley de Dios.
Es un
misterio por qué algunos son más duros que otros, por qué endurecen su corazón mientras que otros se encuentran abiertos
al camino de la humildad.
Ser
testarudos, tercos, no arrepentirse, ser duros de corazón es en última
instancia mortal; es un camino que conduce a la destrucción, al infierno,
porque al no someterse a Dios no van a ser Salvados.
En Proverbios 29: 1 hay una clave que dice “el
hombre que se obstina ante la corrección será destruido pronto y sin remedio”.
Así podemos ver un proceso en tres etapas. Una
es que Dios nos habla. Otra es que algunos persisten en la desobediencia. Y la
tercera es la repentina destrucción.
Veamos la
primera. Dios permanente envía mensajes para incitarlos al arrepentimiento,
para aprender la obediencia y la salvación que ofrece.
Llama
permanentemente, porque nadie que fue al infierno, quedó alguna vez sin ser
llamado y reprendido anteriormente.
Es así
como envía al Espíritu Santo para suplicar a nuestro espíritu. La voz de
Dios hace un eco en nuestra conciencia en Isaías 30: 21 dice “este es el
camino andad por él”. Y en Isaías 48: 17 dice “yo soy Yahveh tu Dios que
te enseña lo que es mejor para ti, que te guía en el camino que debes seguir”.
Pero también
les envía a sus profetas: sacerdotes, hombres y mujeres laicos santos, para
dar testimonio de la verdad y llamar a la santidad y que abracen la
verdad.
Y no sólo,
eso sino que de muchas maneras en la vida Dios les pone en situaciones de
dificultades para que se enderecen, como dice el salmo 119: 67 “antes
que fuera humillado andaba descarriado, pero ahora guardo tu palabra”.
Y también Dios
habla a través de la escritura mediante las enseñanzas de la iglesia. En 2
Timoteo 3:16 dice “toda la escritura es inspirada por Dios y útil para
enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia”.
De modo que es claro que Dios está
permanentemente llamando a los pecadores; no hay nadie en la faz de la tierra
de acuerdo con el proverbio 29: 1 que no sea reprendido y tratado de
reencauzar.
Pero lamentablemente
hay algunos que se obstinan en la desobediencia de varias formas a través de la
dilación. Proverbios 27: 1 dice “no cuentes con el día de mañana porque
no sabes lo que el día traerá”.
Sin
embargo muchos retrasan la conversión para mañana y cuánto más abajo en la
iniquidad viajan, más difícil es el camino de vuelta y más grande es el
esfuerzo.
A medida
que nos ajustamos a la oscuridad la luz comienza a ser más difícil de tolerar y
como Dios es luz, quienes se habitúan a la oscuridad difícilmente soportan su
luz. Cuanto más esperan más se hunden.
Las
conversiones en el lecho de muerte se dan, pero no es tan común como se podría
pensar.
Otra
fuente de refracción es el orgullo, la negativa a reconocer que hay alguien
más grande que nosotros a quién le debemos respeto y obediencia. Esto es lo
que hizo Adán cuando pensó que él va a hacer y decidir lo que es correcto o no,
y es lo que el hombre moderno está haciendo en este momento.
Implica
que ellos no ven que hay una realidad objetiva fuera de sí mismos y que
los nos constriñe y deben ajustarse a ella.
En la
medida que el hombre moderno se aleja de la ley natural comienza a pensar que
la realidad es lo que dice él; lo que importa no es lo eterno sino lo que él
piensa y siente. De modo que se produce una ruptura de la relación con Dios
y con la realidad externa.
Estas
personas que endurecen su pensamiento y se encierran en sí mismas debatirán
solamente con aquellos que razonan de la misma forma.
Y por lo
que vemos es difícil que una persona rompa este muro de orgullo. Romanos
1: 22-23 dice “pues habiendo conocido a Dios no le glorificaron como a Dios
ni le dieron gracias sino que se envanecieron en sus razonamientos y se les
oscureció su insensato corazón; pretendiendo ser sabios se hicieron necios”.
También los
placeres de la vida y las riquezas tienen efectos perniciosos y la
escritura hace la advertencia sobre ello.
Así como
los placeres del mundo se consideran preferibles a Dios, estas personas se
vuelven amantes de sus deleites más que de Dios.
Los límites que Dios pone y las exigencias que
podría hacer se consideran desagradables y costosos, llegando a considerar que
todo lo que viene de Dios es poco razonable. No en vano Jesús alertó lo difícil
que era entrar en el reino de Dios para un rico.
En 1
Timoteo 6: 9-10 San Pablo dice “porque los que quieren enriquecerse caen
en tentación y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en
la ruina y la destrucción, por el amor al dinero y la raíz de todos los
males es esta codicia por la que algunos extraviaron la fe y fueron traspasados
por muchos dolores”.
De modo
que el efecto negativo de la riqueza y los placeres de este mundo
endurece la cerviz y los corazones contra Dios
Así es
como viene la destrucción repentina. Llega un momento en que el endurecimiento
de corazón y la dureza de cerviz se convierten en permanentes, sin posibilidad
de marcha atrás
Siempre hay posibilidad de conversión, pero sin embargo llega un punto
en que ya es muy difícil y su destrucción es sin remedio.
Cuando
hablamos de destrucción estamos hablando de la muerte o de caer en pozos qué
significan la muerte en vida.
Dios nos
advierte que esta muerte puede venir de repente, con mayor rapidez de lo que pensamos, cuándo el descenso del pecado es
profundo y la dureza en el corazón se hace pronunciada.
Dios nos
ama y quiere salvarnos pero también respeta nuestra libertad y nos advierte permanentemente los efectos
acumulativos de nuestros pecados.
Con este
razonamiento que hemos realizado no pretendemos dar un mensaje de
desesperación, sino poner un manto de realidad sobre el hecho de que algunos
seres humanos no están propensos a salvarse, porque han caído muy bajo en
el pecado y muy adentro del pecado, y han llegado un punto sin retorno, Por más
que Dios los siga llamando ellos cada vez están menos propensos a oír la voz de
Dios.
Foros de
la Virgen María
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