"No penséis
que yo he venido a poner fin a la ley de Moisés y a las enseñanzas de los
profetas. No he venido a ponerles fin, sino a darles su verdadero sentido. Porque
os aseguro que mientras existan el cielo y la tierra no se le quitará a la ley
ni un punto ni una coma, hasta que suceda lo que tenga que suceder. Por eso, el
que quebrante uno de los mandamientos de la ley, aunque sea el más pequeño, y
no enseñe a la gente a obedecerlos, será considerado el más pequeño en el reino
de los cielos. Pero el que los obedezca y enseñe a otros a hacer lo mismo, será
considerado grande en el reino de los cielos."
Este fragmento del evangelio lo
utilizan los fundamentalistas para demostrar que la ley hay que cumplirla al
pié de la letra. Pero este evangelio, leído así sin la continuación que
leeremos mañana, está fuera de contexto.
Jesús nos dice que Él no quita
ni un punto ni una coma de la ley. Pero nos dice que Él le da su verdadero
sentido. La ley no es letra, es vida. La ley hay que interpretarla a través de
Jesús, porque es Él quien nos da, con su vida y su palabra, su verdadero
sentido. Una ley que se resume en amar a Dios y amar al prójimo. Y resumir no
significa eliminar cosas, sino unificarlas en la verdad.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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