domingo, 5 de junio de 2016

DIOS ESCRIBIÓ EN EL FIRMAMENTO NUESTRO PLAN DE SALVACIÓN [¿CÓMO Y CUÁNDO SUCEDERÁ?]


Cuando hace un tiempo el geólogo español Antonio Yagüe profetizó que la fecha en que sucedería el Gran Milagro – profetizado en Garabandal y Medjugorje -, sería en el 2017, mi primera reacción fue ¡Otro más talenteando! ¿No son conscientes del papelón y ridículo que hacen cuando terminan equivocándose? Pero como había hecho una investigación convincente sobre en nombre de Santa María de Guadalupe, ver aquí, lo leí con cierta expectativa.

Y me llevé una sorpresa por la contundencia del análisis y la rigurosidad en el manejo de los datos. Por eso estamos publicando su análisis que predice el Gran Milagro que iluminará la conciencia de los humanos para el 13 de abril de 2017, un mes antes que la aparición de Fátima cumpla los 100 años.

De cualquier forma el análisis de Yagüe no deja de ser una hipótesis y no es una certeza ni mucho menos. Así que estemos informados de lo que dice y tomemos esta profecía de Yagüe con sana cautela.

EL CIELO: DOS LENGUAJES DIFERENTES PARA UNA SOLA REVELACIÓN

¿Es posible que Dios haya utilizado otro lenguaje adicional a la Biblia, para hablarnos de Su único Plan de Redención?

Para los ciudadanos de este novel siglo XXI escuchar hablar de Astronomía Sagrada es algo así como extraño.

Por años y años, fuimos aprendiendo (es parte de nuestra cultura) los signos del Zodíaco y el nombre del signo dentro del cual tuvimos la suerte de nacer y alguna vez, de reojo y sin mucha convicción, habremos leído algún horóscopo.

Eso, antes de enterarnos que lo que leíamos era producto de una “inspirada” redacción del encargado de sociales del diario o revista en cuestión, y percatarnos de que el mensaje de los astros que le había tocado a Libra la semana anterior, ahora le tocaba a Tauro y antes, palabra por palabra, le había sido dedicado a Géminis, Piscis, etc., etc.

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica vino providencialmente en nuestra ayuda, borrando de un plumazo todo eso, como contrario a la Ley de Dios y peor aún, calificando el hecho de leer y creer en toda esa basura como pecado mortal. Así nomás.

Por eso es que, siendo tan parecida la palabra Astronomía a “Astrología”, es que tal vez nos produzca algún resquemor unirla a la palabra “Sagrada”.

Sin embargo, los católicos podemos estar tranquilos.

La Astronomía Sagrada es nada menos que la ciencia que llevó a los Reyes Magos a descubrir cuándo y dónde sería la primera Venida de Jesucristo.

Este saber arcano, que nada tiene que ver con horóscopos y astrólogos, tal vez era legible por los hombres antes del Diluvio, pero quedó olvidado durante muchos siglos, porque el demonio (gran imitador de Dios), se encargó de envilecer la Astronomía Sagrada inventando una burla de ella, la Astrología, que tomó a la humanidad por asalto convirtiéndose en parte de la cultura más popular.

Ha habido, sin embargo, estudiosos que rescataron y rescatan lo escrito en las estrellas, para tratar de develar qué nos quiso decir Dios con cada una de ellas.

El Dr. en Geología Antonio Yagüe, es un estudioso del tema y ha querido compartir con nosotros todas sus hipótesis, basadas en el estudio riguroso de las Sagradas Escrituras y su posible reflejo en las estrellas, apoyándose también para ello en las mismas Escrituras. En su trabajo, él cita el Salmo 19, que habla precisamente de eso:

Avanzando en su estudio, y basándose en el episodio de los Magos, el Dr. Yagüe llega a confirmar (y no es el primero), que efectivamente existe un mensaje divino en las estrellas.

Lo hace deduciendo que, al no conocer los Magos ni una sola letra de la Escritura, sin embargo supieron antes que nadie, y tan solo por el estudio de las estrellas, cuál sería el momento, el lugar y , lo más importante Quién sería el que iba a nacer.

El propio Dr. Yagüe lo explicaba en un artículo para Religión en Libertad

“Al escribir sobre la sabiduría de los Reyes Magos, manifestaba mi asombro or lo que llegaron a conocer del Redentor aquellos hombres santos sólo a través de las estrellas. …supieron el dónde y el cuándo y el quién de su nacimiento, y amaron a aquel Niño que sabían era Dios y Hombre a la vez, que moriría y que volvería como Rey triunfante. Así se deduce a través de los regalos que le ofrecieron: incienso, mirra y oro”

Los regalos ofrecidos a Jesús por los Magos revelan que por las estrellas ellos conocieron Su doble naturaleza Divina (por eso le llevaron incienso) y humana, (la mirra lo confirma). También la mirra señala que ellos habían llegado a conocer a través de las estrellas que Él estaba llamado a sufrir, pero que era un Rey y que su victoria estaba escrita en el Cielo, por lo que también le llevaron oro.

Apoyado en estos conocimientos, el Dr. Yague va un paso más allá, lanzando esta vez la hipótesis de que si los datos proféticos de la Primera Venida estaban escritos en un doble lenguaje: el de las estrellas y el de la Palabra, era seguro que los de la Segunda Venida además de plasmados en las profecías bíblicas, también estarían escritos en las estrellas. Sólo había que investigar y aprender a leer lo que él llama los Patrones de Profecía de la Primera Venida, y aplicarlos a la Segunda.

Para comenzar a entender de qué nos habla, él mismo recurre al Diccionario para buscar la definición de la palabra “Patrón”. Encuentra que es “un modelo que sirve de muestra para sacar otra cosa” y que puede ser “un conjunto d elementos que forman una unidad que se repite, por lo que puede tomarse como referencia”.

Bien. ¿Pero cómo esas definiciones pueden aplicarse a una profecía?

Él explica que lo que él llama un patrón profético es un texto de la Sagrada Escritura que, sin enunciar directamente una profecía, es modelo, símbolo o anuncio de algo futuro.

La pregunta ahora es, ¿por qué podríamos o deberíamos creer en las profecías? ¿Para qué buscarlas?

El encuentra la respuesta en Apocalipsis 19,10, donde aparece escrito que

“el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía”

GUADALUPE, SIEMPRE GUADALUPE, ANTES Y AHORA

Y así es. Lo que parece haber disparado su interés en las estrellas fue leer sobre el descubrimiento de que en el manto de la Virgen de Guadalupe aparecían 46 estrellas con sus correspondientes constelaciones.

Y tan es así, que el Instituto de Estudios Astronómicos de la Universidad de México concluyó que el firmamento estampado en la tilma sobre la imagen de la Sma. Virgen, era exactamente el que aparecía en el cielo de México en el solsticio de invierno del año de la Aparición, o sea, 1531.

Pero la ubicación de las estrellas, que era exacta, no era vista desde abajo, sino desde arriba, desde lo más alto, establecida en una perspectiva denominada anamórfica

Debemos al Padre Mario Rojas y al Dr. Juan Homero Hernández Illescas, el descubrimiento de la correlación entre las estrellas estampadas en el manto de la Virgen y las del cielo en el solsticio de invierno del año 1531.

Ellos descubrieron que nada en el manto había sido colocado al azar, que en él estaban reconstruidas las constelaciones y las principales estrellas.

También notaron que algunas constelaciones, que no estaban representadas explícitamente, quedaban en posiciones significativas, como por ejemplo, la Corona Boreal quedaría sobre la frente de la Virgen, sobre las manos juntas estaría Virgo. Leo, con su estrella Régulus (el Pequeño Rey) quedaría justo sobre su vientre grávido. Y Orión, el mítico gigante, sobre el ángel que la sostiene.

LAS ESTRELLAS, PRESENTES EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

Con esos datos en su carpeta, el Dr. Yagüe comenzó a buscar las menciones de estrellas en la Sagrada Escritura. Desde el comienzo, fueron señaladas como creación de Dios.

Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas; y los puso Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, y para dominar en el día y en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad.”(Génesis 1, 16-18).

Por lo tanto, por su condición de ser criaturas, NO pueden ser adoradas.

Su número es grande, pero está contado. Y cada una tiene su propio nombre

Él determina el número de estrellas y a cada una le pone nombre” (Salmo 147,8).

Ahora bien, el nombre de cada criatura entraña el significado de misión. Dentro de la Creación, los únicos que tienen nombre individual son los seres humanos y, como se ve, también las estrellas. El resto de la Creación está nombrado por especie, las plantas, los animales, etc.

Los creyentes sabemos, por Fe, que cada uno de nosotros tiene una misión en la vida.

Lo que no sabíamos, es que también las estrellas parecen tenerla.

Cada estrella tiene un resplandor diferente

San Pablo nos lo dice en su Primera Carta a los Corintios:

“ . . . y aún entre las estrellas, el brillo de una es diferente del de otra”. (1 Cor. 15,41).

Siguen un orden de aparición determinado, nada fue puesto al azar

Levanten los ojos al cielo y miren. ¿Quién creó todo esto? El que los distribuye uno por uno y a cada uno lo llama por su nombre. Tan grande es su poder y su fuerza, que ninguno de ellos falta.” (Isaías 40, 26)

Fueron puestas con sabiduría

Con sabiduría e inteligencia, el Señor afirmó los cielos y la tierra(Proverbios 3, 19).

Sabemos desde siempre que las estrellas, así como el Sol y la luna, fueron puestas por Dios para iluminar el día y la noche. Para ordenar la vida del hombre (medir los tiempos, las estaciones, servir de orientación en la noche)

Como signos

Signo es una figura convencional que tiene asociado un significado o mensaje

Los cielos proclaman la gloria de Dios, de su Creación nos habla la bóveda celeste (Salmo 19, 1)

EN BUSCA DE LA PALABRA DE DIOS EN LAS ESTRELLAS

Continuando con su investigación, Yague fue a los escritos de otros eruditos, que también estudiaron exhaustivamente las estrellas. En efecto, la británica Frances Rolleston en 1862, el norteamericano Joseph Seiss en 1882 y Edward Maunder en 1934, además de otros, dedicaron su vida a investigar estrellas y constelaciones con sus correspondientes nombres desde la antigüedad.

Los sorprendentes resultados de estas investigaciones fueron que tanto las estrellas como las constelaciones habían conservado sus nombres desde la más remota antigüedad, no importando de qué civilizaciones se tratara.

Y de acuerdo a antiquísimos grabados, pudieron afirmar que tanto estrellas como constelaciones se han mantenido en un orden casi invariable desde la antigüedad hasta nuestros días.

La consecuencia que deduce el Dr. Yagüe es que: si las estrellas trasmiten un mensaje, éste proviene de muy antiguo, y muy probablemente desde los mismos orígenes del hombre.

Después de este prólogo, volvamos al origen del interés del Dr. Yagüe

LA VIRGEN DE GUADALUPE ¿TAMBIÉN NOS HABLÓ CON SU MANTO?

Dado que el manto de la Sma. Virgen está tachonado de estrellas, Ella debe querer decirnos algo con eso.

La primera conclusión de Yagüe, apoyada en las investigaciones del Padre Rojas y el Dr. Hernández Illescas, las de éste último conjuntamente con el Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional de México, fue que: las 46 estrellas del manto no son un adorno aleatorio.

Tampoco su posición en el manto es aleatoria, sino que, como ya dijimos, es una proyección anamórfica de la situación real del cielo en el solsticio de invierno del año 1531 que fue cuando la Virgen se apareció a Juan Diego.

En el manto están representadas las estrellas más brillantes de las principales constelaciones visibles desde el Valle del Anáhuac aquella madrugada del 12 de diciembre. Allí están las constelaciones completas.

En el lado izquierdo del manto de la Virgen (a nuestra derecha, porque la vemos de frente) se encuentran comprimidas las constelaciones del sur: Ofiuco, Escorpión e Hidra.

En el lado derecho del manto de la Virgen se muestran las constelaciones del norte.

En el hombro, un fragmento de la constelación del Boyero (Bootes); hacia abajo, a la izquierda, le sigue la Osa Mayor (Ursa Maior), en forma de una sartén. La rodean, a la derecha, arriba, la cabellera de Berenice (Coma Berenices); a la derecha, abajo, Lebreles (Canes Venatici); a la izquierda Thuban la estrella más brillante de la constelación del Dragón (Draco).

Por debajo de dos estrellas (que forman parte de Lince), se percibe otro par de estrellas de la constelación del Cochero (Auriga), y al oeste, hacia abajo, tres estrellas de Tauro (Taurus).

De esta manera quedan identificadas en su totalidad y en su sitio, un poco comprimidas, las 46 estrellas más brillantes que rodean el horizonte del Valle de México.

Esa posición coincidente con el cielo en el momento de la estampación milagrosa de la imagen en la tilma, confirma asombrosamente por otra vía la historicidad de la aparición.

¿ES POSIBLE ENTONCES QUE EXISTA EN LAS ESTRELLAS ALGUN MENSAJE MÁS?

Pues parece que, a medida que los eruditos iban observando y analizando las estrellas, fueron haciéndose conscientes de que ellas efectivamente nos trasmiten un mensaje de Dios. Esa idea se fue confirmando a través del significado de sus nombres, a través de las formas y figuras de las constelaciones, así como de la relación espacial entre ellas.

La gran sorpresa apareció cuando tomó forma la hipótesis de que la bóveda celeste explica, de la misma forma que las Sagradas Escrituras, el Plan Redentor de Dios.

Eso tiene como significado primero y muy importante, que

Dios plasmó en las figuras estelares su promesa de Redención y enseñó a los hombres su significado.

Cada noche, el hombre podía recordarla en forma de película.

Dado que pasarían cerca de 2.500 años desde la promesa de Redención al hombre en el Paraíso, hasta que fuera escrito el Génesis,

Dios escribió ese mensaje en las estrellas para que el hombre no perdiera la esperanza en su liberación de los efectos mortales del pecado.

A estas alturas, Yagüe concluye que:

Dios creó dos vías de trasmisión (imagen y escritura) o lo que es lo mismo, “dos testigos” de la única promesa de Redención.

MUY BIEN, ESTO FUE EL PASADO Y YA SE CUMPLIÓ. PERO, ¿QUÉ ES LO QUE VIENE?

Este es el desafío que se plantea y nos plantea nuestro investigador.

Si estaba plasmada en las estrellas la Primera Venida de Nuestro Señor, debe estarlo de igual manera Su Segunda Venida.

Y un paso más: tal vez lo esté con el mismo Patrón Profético de la Primera Venida.

Por lo tanto, Yagüe comenzó a averiguar qué cosas nos decía la imagen de la Virgen de Guadalupe. Encontró que hay varias muy reveladoras.

María se presentó en Guadalupe como la Mujer del Apocalipsis vestida del sol, con la luna bajo sus pies, etc., etc.

Pero, lo asombroso fue que hubo dos detalles que, aunque latentes, no estaban visibles en la aparición de Guadalupe.

El Niño Dios aún estaba en el vientre de Su Madre, no podía verse.

La corona de doce estrellas no aparecía sobre la cabeza de la Virgen, aunque, como ya vimos, según el patrón de las estrellas del manto, la Corona Boreal, invisible, quedaba exactamente sobre su frente.

Así fue como el Dr. Yagüe se planteó como nueva hipótesis que, si en Guadalupe había cosas no mostradas sino sólo latentes, debía buscar otra Aparición mariana que las tuviera explícitas.
Y al observar detenidamente las principales apariciones marianas descubrió que lo que aparece implícito en Guadalupe, está asombrosamente explícito en la aparición de Garabandal.

¿Y qué cosas son ésas?

Primero: la corona de doce estrellas que la Virgen no muestra en Guadalupe sino sólo la sugiere, sí aparece en Garabandal.
Segundo: el velo. Lo que aparece velado en Guadalupe, aparece develado en Garabandal, porque la Virgen se apareció allí sin velo, mostrando su cabello.
La tercera prueba, que para Yagüe confirmaría que Garabandal continúa el mensaje de Guadalupe es el Niño, ya en los brazos de Su Madre.

En Guadalupe aparecía invisible dentro del vientre, aquí aparece ya nacido.

LAS ESTRELLAS QUE ESTÁN EN EL MANTO, AUNQUE NO SE VEN

Yagüe hace una detallada explicación de lo que ya habían descubierto el P. Rojas y el Dr. Hernández Illescas. Tal y como aparecen estampadas las estrellas en la tilma, una constelación no explícita es Leo, que en la Astronomía Sagrada es imagen de Dios, y cuya estrella alfa es Régulus, “El pequeño Rey”, que caería, invisible, justo en el centro de su vientre.

Tampoco la Corona Boreal aparece, pero, como ya vimos, tendría su lugar exacto en la frente de la Virgen.

Otra estrella muy importante y que parece que la Virgen quiso destacar fue la estrella Sirio, la más brillante del Cielo, que está en un pliegue final de su manto, como si ella quisiera destacarla y abrazarla al mismo tiempo. Esta estrella, cuyo nombre en hebreo era “Nas – Seir – ene” tenía el significado de “el Príncipe que viene”, el cual sería llamado Nazareno.

GARABANDAL Y SUS PROFÉTICAS Y ASOMBROSAS REVELACIONES

Lo más importante de todo, manifiesta Yagüe, es tomar conciencia de que la Virgen de Guadalupe, al presentarse como la Mujer del Apocalipsis, nos quiere decir algo. Nos quiere dar a entender un mensaje que en ese momento

Ella sólo sugiere, pero los completa en Garabandal.
Recordemos que el mensaje de la Virgen en Garabandal, fue que vendría un Aviso, luego un Gran Milagro, el mayor realizado por Dios desde la Resurrección de Jesucristo, y un Castigo si la gente no se convierte.

Tal vez deberíamos poner nuestro énfasis en ese Gran Milagro, el mayor después de aquel que volvió a la vida a Jesús, como el centro de la aparición de Garabandal

Podemos ver en la figura debajo, cómo la estrella Régulus, de la constelación del León (Leo), está en el centro de la imagen y cómo Júpiter, que en la Astronomía Sagrada representa a Jesucristo, está fuera del centro, como si la Virgen nos quisiera decir que aún no es el tiempo del nacimiento, (hecho que ocurrirá cuando Júpiter haya avanzado en su camino lo suficiente como para entrar en el vientre de Virgo). Pero allí, en Guadalupe, la Madre aún lo estaba esperando.

La conjunción de Saturno y la Luna que destaca Yagüe en la figura, no estarían marcando algo bueno, puede que eso tenga que ver con el peregrinaje de José y María hacia Belén y el rechazo de todos a darles albergue.

En Religión en Libertad, Yagüe escribe lo siguiente:

Entre las docenas de hipótesis que se han propuesto sobre fenómenos astronómicos para la estrella de Belén, hay una que encaja con las diversas condiciones que indica el Evangelio de San Mateo y con la edad de 33 años que la Tradición nos dice que tenía Jesús cuando murió en abril del año 33 de nuestra era.

Se trata de una conjunción séxtuple de Júpiter en poco más de un año, entre el 12 de agosto del (-3) y el 18 de octubre del (-2), mientras transitaba por las constelaciones de Leo y Virgo: tres coincidencias con la estrella Régulus que sucedieron dentro de otras tres conjunciones con el planeta Venus. Este raro fenómeno se produjo cada 510-510-510-627 años. Era la cuarta vez que se producía desde los tiempos del diluvio.

Pero lo importante era el simbolismo derivado del suceso, que se apoyaba en el significado de los nombres de esas constelaciones, planetas y estrella, y de sus movimientos, cuyo mensaje velado podría transcribirse así:


En el blog Ecos de Garabandal, hemos leído lo siguiente:

El Dr. Antonio Yagüe nos ha compartido sus estudios, según los cuales, en el próximo 13 de abril de 2017, Júpiter, que como astro rey representa a Jesucristo en la Astronomía Sagrada, estará en el vientre de la constelación de Virgo, y ese mismo día la Luna estará a los pies de Virgo.

Según el patrón de la “estrella” de los Magos para la Primera Venida, cuando Júpiter se encuentra en el vientre de Virgo (la Mujer encinta) y la luna está a sus pies, astronómicamente se cumple el texto del Apocalipsis.

El problema es que esta situación astronómica ocurre aproximadamente cada 12 años, por tanto sin otros datos que precisen algo más, es insuficiente como señal para determinar los tiempos de la segunda Venida.

Según lo profetizado en Garabandal,

  • El día del Gran Milagro será un Jueves,
  • Será fecha de un mártir de la Eucaristía.
  • Caerá entre los días 8 y 16 de los meses marzo, abril y mayo.

JÚPITER YA EN EL VIENTRE DE VIRGO Y LA LUNA A LOS PIES DE LA MUJER (VIRGO)

La hipótesis, entonces, del 13 de abril de 2017 como fecha del Gran Milagro, que Yagüe equipara a la aparición en el cielo de la Mujer del Apocalipsis, se ajusta precisamente a las precisiones puestas por María en Garabandal:
Ese preciso día será jueves, día en que se celebra a San Hermenegildo, mártir de la Eucaristía y virrey de la Bética, en la Hispania Visigoda, hacia el año 580, que murió por no querer recibir la comunión de un obispo arriano.
Ese jueves, además, será Jueves Santo, día en que se celebra la Institución de la Eucaristía.

El obstáculo que presenta esta situación, es que, como ya dijimos, esta señal se repite cada doce años. Y, como bien afirma Yagüe, nada que se repita cada doce años representa una señal.

Frente a esto, era preciso buscar más datos que avalaran la hipótesis de esa precisa fecha.

Nuevamente Garabandal con sus precisiones, viene en ayuda.

La cuarta precisión de la Virgen, fue que ese día coincidiría con una fiesta de gran alegría para la Iglesia.

Lo cual se vuelve fundamental para reafirmar la hipótesis del 13 de abril de 2017 como fecha cercana para la ocurrencia de ese hecho principal, ya que la siguiente oportunidad en que esas tres coincidencias se repetirán, sería el Jueves 11 de abril de 2954, día en que se celebra también la fiesta de un mártir de la Eucaristía, fecha que, sin embargo, no coincide con la cuarta precisión de la Virgen.

Entonces, podemos preguntarnos, ¿qué puede llevar a Yagüe a afirmar que esa fecha determinada por él y no otra es la que concuerda precisamente con las profecías de Garabandal?

Asombrosamente, la hipótesis de esa fecha determinada, se reafirma por la razón de que ese mismo día en el otro extremo del cielo, el planeta Neptuno, que en la Astronomía Sagrada representa a la Iglesia, estará sobre la constelación de Piscis, (que también representa a la Iglesia), en conjunción con el Sol, que representa a Dios.

Es precisamente esa triple conjunción, de Neptuno-Sol-Piscis, lo que nos recuerda el acontecimiento venturoso profetizado en Garabandal para la Iglesia en el día del Gran Milagro.

Y aquí es donde podemos continuar asombrándonos: la probabilidad de que ambas situaciones astronómicas vuelvan a coincidir en la esfera celeste es de ¡una en 100.000 años!

Podríamos resumirlo así


Evidentemente, y el mismo Dr. Yagüe lo precisa en sus escritos y videos, las hipótesis de trabajo realizadas están sujetas a los cambios que puedan ocurrir en el devenir de la historia, y también están sujetas al discernimiento que siempre los creyentes debemos aplicar en lo que no tiene relación directa con el Depósito de la Fe de la Iglesia Católica.

Fuentes:




Escrito por María de los Ángeles Pizzorno - De Uruguay, Escritora, Ex Secretaria retirada

Foros de la Virgen María

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