miércoles, 27 de noviembre de 2013

EVANGELII GAUDIUM

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM

Sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM DEL SANTO PADRE

FRANCISCO A LOS OBISPOS A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS A LAS PERSONAS CONSAGRADAS Y A LOS FILES LAICOS SOBRE EL ANUNCIO DEL EVANGELIO EN EL MUNDO ACTUAL

1. La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos, para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.



I. Alegría que se renueva y se comunica [2-8]

II. La dulce y confortadora alegría de evangelizar [9-13]

• Una eterna novedad [11-13]

III. La nueva evangelización para la transmisión de la fe [14-18]

• Propuesta y límites de esta Exhortación [16-18]

CAPÍTULO PRIMERO

LA TRANSFORMACIÓN MISIONERA DE LA IGLESIA

19. La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús: «Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado» (Mt 28,19-20). En estos versículos se presenta el momento en el cual el Resucitado envía a los suyos a predicar el Evangelio en todo tiempo y por todas partes, de manera que la fe en Él se difunda en cada rincón de la tierra.

I. Una Iglesia en salida [20-24]

• Primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar [24]

II. Pastoral en conversión [25-33]

• Una impostergable renovación eclesial [27-33]

III. Desde el corazón del Evangelio [34-39]

IV. La misión que se encarna en los límites humanos [40-45]

V. Una madre de corazón abierto [46-49]

CAPÍTULO SEGUNDO

EN LA CRISIS DEL COMPROMISO COMUNITARIO

50. Antes de hablar acerca de algunas cuestiones fundamentales relacionadas con la acción evangelizadora, conviene recordar brevemente cuál es el contexto en el cual nos toca vivir y actuar. Hoy suele hablarse de un «exceso de diagnóstico» que no siempre está acompañado de propuestas superadoras y realmente aplicables. Por otra parte, tampoco nos serviría una mirada puramente sociológica, que podría tener pretensiones de abarcar toda la realidad con su metodología de una manera supuestamente neutra y aséptica. Lo que quiero ofrecer va más bien en la línea de un discernimiento evangélico. Es la mirada del discípulo misionero, que se «alimenta a la luz y con la fuerza del Espíritu Santo».[53]

51. No es función del Papa ofrecer un análisis detallado y completo sobre la realidad contemporánea, pero aliento a todas las comunidades a una «siempre vigilante capacidad de estudiar los signos de los tiempos».[54] Se trata de una responsabilidad grave, ya que algunas realidades del presente, si no son bien resueltas, pueden desencadenar procesos de deshumanización difíciles de revertir más adelante. Es preciso esclarecer aquello que pueda ser un fruto del Reino y también aquello que atenta contra el proyecto de Dios. Esto implica no sólo reconocer e interpretar las mociones del buen espíritu y del malo, sino –y aquí radica lo decisivo– elegir las del buen espíritu y rechazar las del malo. Doy por supuestos los diversos análisis que ofrecieron otros documentos del Magisterio universal, así como los que han propuesto los episcopados regionales y nacionales. En esta Exhortación sólo pretendo detenerme brevemente, con una mirada pastoral, en algunos aspectos de la realidad que pueden detener o debilitar los dinamismos de renovación misionera de la Iglesia, sea porque afectan a la vida y a la dignidad del Pueblo de Dios, sea porque inciden también en los sujetos que participan de un modo más directo en las instituciones eclesiales y en tareas evangelizadoras.

I. Algunos desafíos del mundo actual [52-75]

• No a una economía de la exclusión [53-54]

• No a la nueva idolatría del dinero [55-56]

• No a un dinero que gobierna en lugar de servir [57-58]

• No a la inequidad que genera violencia [59-60]

• Algunos desafíos culturales [61-67]

• Desafíos de la inculturación de la fe [68-70]

• Desafíos de las culturas urbanas [71-75]

II. Tentaciones de los agentes pastorales [76-109]

• Sí al desafío de una espiritualidad misionera [78-80]

• No a la acedia egoísta [81-83]

• No al pesimismo estéril [84-86]

• Sí a las relaciones nuevas que genera Jesucristo [87-92]

• No a la mundanidad espiritual [93-97]

• No a la guerra entre nosotros [98-101]

• Otros desafíos eclesiales [102-109]

CAPÍTULO TERCERO

EL ANUNCIO DEL EVANGELIO

110. Después de tomar en cuenta algunos desafíos de la realidad actual, quiero recordar ahora la tarea que nos apremia en cualquier época y lugar, porque «no puede haber auténtica evangelización sin la proclamación explícita de que Jesús es el Señor», y sin que exista un «primado de la proclamación de Jesucristo en cualquier actividad de evangelización».[77] Recogiendo las inquietudes de los Obispos asiáticos, Juan Pablo II expresó que, si la Iglesia «debe cumplir su destino providencial, la evangelización, como predicación alegre, paciente y progresiva de la muerte y resurrección salvífica de Jesucristo, debe ser vuestra prioridad absoluta».[78] Esto vale para todos.

I. Todo el Pueblo de Dios anuncia el Evangelio [111-134]

• Un pueblo para todos [112-114]

• Un pueblo con muchos rostros [115-118]

• Todos somos discípulos misioneros [119-121]

• La fuerza evangelizadora de la piedad popular [122-126]

• Persona a persona [127-129]

• Carismas al servicio de la comunión evangelizadora [130-131]

• Cultura, pensamiento y educación [132-134]

II. La homilía [135-144]

• El contexto litúrgico [137-138]

• La conversación de la madre [139-141]

• Palabras que hacen arder los corazones [142-144]

III. La preparación de la predicación [145-159]

• El culto a la verdad [146-148]

• La personalización de la Palabra [149-151]

• La lectura espiritual [152-153]

• Un oído en el pueblo [154-155]

• Recursos pedagógicos [156-159]

IV. Una evangelización para la profundización del kerygma [160-175]

• Una catequesis kerygmática y mistagógica [163-168]

• El acompañamiento personal de los procesos de crecimiento [169-173]

• En torno a la Palabra de Dios [174-175]

CAPÍTULO CUARTO

LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA EVANGELIZACIÓN

176. Evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios. Pero «ninguna definición parcial o fragmentaria refleja la realidad rica, compleja y dinámica que comporta la evangelización, si no es con el riesgo de empobrecerla e incluso mutilarla».[140] Ahora quisiera compartir mis inquietudes acerca de la dimensión social de la evangelización precisamente porque, si esta dimensión no está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora.

I. Las repercusiones comunitarias y sociales del kerygma [177-185]

• Confesión de la fe y compromiso social [178-179]

• El Reino que nos reclama [180-181]

• La enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones sociales [182-185]

II. La inclusión social de los pobres [186-216]

• Unidos a Dios escuchamos un clamor [187-192]

• Fidelidad al Evangelio para no correr en vano [193-196]

• El lugar privilegiado de los pobres en el pueblo de Dios [197-201]

• Economía y distribución del ingreso [202-208]

• Cuidar la fragilidad [209-216]

III. El bien común y la paz social [217-237]

• El tiempo es superior al espacio [222-225]

• La unidad prevalece sobre el conflicto [226-230]

• La realidad es más importante que la idea [231-233]

• El todo es superior a la parte [234-237]

IV. El diálogo social como contribución a la paz [238-258]

• El diálogo entre la fe, la razón y las ciencias [242-243]

• El diálogo ecuménico [244-246]

• Las relaciones con el Judaísmo [247-249]

• El diálogo interreligioso [250-254]

• El diálogo social en un contexto de libertad religiosa [255-258]

CAPÍTULO QUINTO

EVANGELIZADORES CON ESPÍRITU

259. Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo. En Pentecostés, el Espíritu hace salir de sí mismos a los Apóstoles y los transforma en anunciadores de las grandezas de Dios, que cada uno comienza a entender en su propia lengua. El Espíritu Santo, además, infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia (parresía), en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente. Invoquémoslo hoy, bien apoyados en la oración, sin la cual toda acción corre el riesgo de quedarse vacía y el anuncio finalmente carece de alma. Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no sólo con palabras sino sobre todo con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios.

260. En este último capítulo no ofreceré una síntesis de la espiritualidad cristiana, ni desarrollaré grandes temas como la oración, la adoración eucarística o la celebración de la fe, sobre los cuales tenemos ya valiosos textos magisteriales y célebres escritos de grandes autores. No pretendo reemplazar ni superar tanta riqueza. Simplemente propondré algunas reflexiones acerca del espíritu de la nueva evangelización.

261. Cuando se dice que algo tiene «espíritu», esto suele indicar unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria. Una evangelización con espíritu es muy diferente de un conjunto de tareas vividas como una obligación pesada que simplemente se tolera, o se sobrelleva como algo que contradice las propias inclinaciones y deseos. ¡Cómo quisiera encontrar las palabras para alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa! Pero sé que ninguna motivación será suficiente si no arde en los corazones el fuego del Espíritu. En definitiva, una evangelización con espíritu es una evangelización con Espíritu Santo, ya que Él es el alma de la Iglesia evangelizadora. Antes de proponeros algunas motivaciones y sugerencias espirituales, invoco una vez más al Espíritu Santo; le ruego que venga a renovar, a sacudir, a impulsar a la Iglesia en una audaz salida fuera de sí para evangelizar a todos los pueblos.

I. Motivaciones para un renovado impulso misionero [262-283]

• El encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva [264-267]

• El gusto espiritual de ser pueblo [268-274]

• La acción misteriosa del Resucitado y de su Espíritu [275-280]

• La fuerza misionera de la intercesión [281-283]

II. María, la Madre de la evangelización [284-288]

• El regalo de Jesús a su pueblo [285-286]

• La Estrella de la nueva evangelización [287-288]

Autor: Papa Francisco

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