lunes, 12 de agosto de 2013

LA NOVEDAD...

EL ANACORETA Y LA NOVEDAD

El Anacoreta visitó a una amiga que tenía en un convento de clausura. En aquel convento habían intentado mantenerse muy fieles a su tradición e incluso se separaron de su anterior congregación, porque no aceptaban los cambios que introdujo el Concilio. Ellas creían que eso era renunciar al carisma de su fundadora. Su amiga le habló de las dudas que tenía. Ella veía con claridad que el Concilio era la voz del Espíritu sobre la Iglesia. Pero no veía la necesidad de cambiar lo que siempre habían hecho las monjas en aquel monasterio.

El Anacoreta la miró con comprensión y le dijo:

- La novedad nos da miedo. Cambiar nos descoloca y nos quita seguridad. Pero Jesús representó un cambio, una novedad para los judíos. Por eso lo rechazaban las autoridades. Tu fundadora, en su tiempo, fue un cambio, una novedad. Bien sabes tú los problemas que pasó en su vida para fundar tu congregación.

La miró a los ojos y añadió:

- Y Dios es siempre una novedad en nuestra vida. No nos pide que sigamos haciendo cada día lo mismo. Nos pide cambiar, renovarnos. ¿Quieres que te lo diga de una manera más tradicional? Dios quiere que nos convirtamos. Nos pide cada día nuestra conversión.

Tomó sus manos entre las suyas y concluyó:

- No. No se trata de cambiar por la novedad. Se trata de seguir la voz del Espíritu, que siempre nos pide avanzar hacia adelante, no quedarnos fijos en ritos y fórmulas. Él trae la novedad a nuestras vidas. La de cumplir la voluntad de Dios en cada momento. No una voluntad prefijada, estereotipada... Una voluntad que es nueva cada día.

Joan Josep Tamburini

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