martes, 2 de abril de 2013

PARÁBOLA DE LA RESURRECCIÓN


Leí una vez esta parábola:

Diez hombres cruzaron un río de aguas turbulentas. Tras muchos esfuerzos, consiguieron alcanzar la otra orilla. Como la travesía había sido muy difícil, uno de ellos se puso a contar a sus compañeros para ver si estaban todos, pero no se contó él y para su sorpresa comprobó que sólo había nueve. Faltaba uno. Sus compañeros empezaron a contar y todos cometieron el mismo error. No se contaban a ellos. Efectivamente sólo había nueve. Allí quedaron sentados llenos de tristeza. Un caminante que pasaba por allí, al enterrarse de lo que ocurría, se dio cuenta del error y les propuso que se numeraran según él les tocaba la cabeza. Con gran alegría comprobaron que estaban todos. Habían encontrado al que faltaba. Cada uno se había encontrado a sí mismo.

A mí se me ha ocurrido asociar esta parábola a la Resurrección. Los apóstoles lloraban entristecidos porque les faltaba Jesús. Hasta que un "caminante" les hizo ver que Jesús seguía vivo en cada uno de ellos.

A mis amigos agnósticos, que buscan a Jesús, a Dios a su alrededor, me gustaría hacerles ver que se olvidan de buscar donde realmente está: en su interior. En ellos mismos. En los hombres.

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