lunes, 29 de abril de 2013

DE MINISTROS Y MINISTERIOS


Uno de los errores de nuestra época, es el no querer mirar hacia atrás. No para estancarnos, sino para poder avanzar con más seguridad. Esto nos ocurre con el verdadero sentido de los términos. Con los años se han ido degradando, y, saber su sentido original puede ayudarnos mucho. Por ejemplo, los que ejercen algún ministerio han olvidado el significado de la palabra ministro y ministerio. Pensamos que están relacionadas con el poder y la gloria y lo consideramos un honor. Es un honor, pero en un sentido muy alejado del de tener poder y fuerza. El origen de estas palabras, como tantas de nuestra lengua, es el latín. Y si parece normal que la sociedad laica haya olvidado su verdadero significado, es muy extraño que la Iglesia, cuya lengua oficial fue durante tantos siglos el latín, también lo haya olvidado. Ministro y ministerio provienen de la palabra latina "ministerium", que significa SERVICIO. Y ministro, de "minister", que significa "SERVIDOR". Lo cual nos indica, que todos los ministerios de la Iglesia son eso, servicios; no cuotas de poder y de dominio.

Algunos eclesiásticos empiezan a ponerse nerviosos ante las señales y las llamadas del papa Francisco a la sencillez, la humildad y el servicio. (Curiosamente, son aquellos que se llenaban la boca de fidelidad al papa para no aceptar los cambios del Vaticano II). La "Didascalia de los Apóstoles" es un escrito atribuido al siglo III, pero que posiblemente tenga fuentes mucho más antiguas. En él encontramos este texto:

"...pero si llega un hombre o una mujer pobre, sea del propio lugar o sea extranjero...y no queda sitio, déjale tu sitio, obispo, de todo corazón, incluso si tú tienes que sentarte en el suelo, y así...tu MINISTERIO será agradable ante Dios".

Por desgracia hemos asimilado la palabra ministro a la persona que manda y a la que los demás debemos obedecer ciegamente. Ministro, es aquel que está al servicio de la comunidad, que, escuchando a todos, intenta buscar lo que es mejor para todos. En la Iglesia no hay nadie pasivo, oyente, mero seguidor. Todos somos responsables, porque todos somos discípulos de Jesús. El ministro es el que sirve, cada uno desde su ministerio particular, a que una comunidad adulta avance en el camino hacia el Reino.

Joan Josep Tamburini

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