jueves, 4 de octubre de 2012

ADICCIONES Y FIDELIDADES




El otro día, por la TV, un profesor de ESADE decía que ahora no era el momento de buscar nuevos clientes, sino de "fidelizarlos", es decir, hacerlos fieles a la marca. Adictos a la marca.

El marketing actual, basado en el consumo, busca crear en nosotros adicciones y compulsiones. Subid al metro y observad a la mayoría de las personas. Están con el móvil en la mano mandando mensajes o con los auriculares puestos. Y casi todos son el último modelo que ha aparecido en el mercado. Llegará el Año Nuevo y aparecerán campañas para que compremos el nuevo modelo. Y lo haremos, aunque el que tenemos nos va de maravilla.

Examinémonos y encontraremos muchas cosas, que el día que no las tenemos estamos inquietos. Algo parecido al síndrome de abstinencia.

Y es que nuestra sociedad confunde fidelidad con adicción. Fidelidad significa confiar en algo para toda la vida. Y esto, precisamente, es lo que nuestra sociedad rechaza. Decimos que no podemos prometer fidelidad para siempre a nuestra pareja, porque no sabemos lo que pensaremos de aquí unos años. Lo mismo ocurre con la Profesión Religiosa. Tenemos miedo de comprometernos de por vida.

El amor es fidelidad. El sexo sin amor es adicción. La entrega de tu vida a la vida religiosa (del tipo que sea) es fidelidad. Hacer mil prácticas de devoción al día, puede ser mera adicción. Nuestra vida espiritual se debe basar en la fidelidad. Pero olvidamos que la fidelidad se basa sobre todo en la confianza en el otro. Soy fiel a mi pareja porque me fío de ella, y sé que me amará a pesar de mis fallos. La fidelidad en la vida espiritual se ha de basar en la confianza en Dios. Me abandono en sus brazos, porque sé que Él nunca me abandonará a pesar de mis faltas y errores.

Joan Josep Tamburini

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