jueves, 12 de julio de 2012

NADIE TE TRASTORNA… TE TRASTORNAS TÚ MISMO


Hay un fulano que me está molestando… me está sacando de quicio.

Desde cuándo le has dado tú permiso para que te moleste, te fastidie, te saque de quicio? Con que le has dado poder sobre tu vida, eh!

Le has entregado la llave de tu libertad, y ahora te diviertes cuando él te divierte, y te fastidias cuando él te fastidia. No es eso? Pues, valiente persona que eres!

Echarle a otros la culpa de mi propio malestar era un escape, un mecanismo de defensa sicológico, un tratar de quitarme la responsabilidad de los hombros y echársela encima a los demás, un hacerme la victima inocente e indefensa que nada puede hacer mas que sufrir pacientemente lo que otros despiadadamente me echan encima. Esa cobarde actitud queda denunciada, desenmascarada y rechazada enérgicamente.

“ME HAN INSULTADO, ENGAÑADO, NO ME HACEN CASO, NO ME CORRESPONDEN”

Si has de tomar medidas para contrarrestar el daño que te ha hecho o puede hacerte, tómalas y arregla el asunto de hombre a hombre; pero lo que no vale es quedarte sentado sin hacer nada más que quejarte a los cuatro vientos de la injusticia de que eres objeto, y pretender que te tengamos lástima y te demos la razón.

De ninguna manera. Si quieres sufrir, sufre, pero asume la responsabilidad de tu sufrimiento y reconoce que viene de ti mismo, de tu enfado contigo mismo, por tu impotencia y tu cobardía, del rechazarte a ti mismo por tu derrota sin lucha, por tu frustración. Tú eres quien te estás haciendo sufrir a ti mismo, y nadie más

EJEMPLO

Estás de pie en una cola de gente esperando impacientemente tu turno, cuando llega otro tarde por detrás, se cuela y se pone adelante. Entonces te pones a lloriquear, coges una revista arrollada y empiezas a pegarle en la cabeza mientras sigues gimiendo y lamentándote: “Miren, ese hombre me ha hecho una injusticia, se ha colado delante de mi y no tiene ningún derecho a hacerlo… pobre de mi, cuánto tengo que sufrir”.

LECCION

Si alguien se cuela y se pone injustamente delante de ti, házselo saber con buenos modales e invítalo a que se ponga en el sitio que le corresponde; si entiende razones y se vuelve a la cola, haz ganado; si se pone violento, tú razonas sencillamente que es preferible aguardar un turno más en la cola que exponerte a sufrir daño físico, y con esa consideración te quedas tranquilamente donde estás, y no ha pasado nada.

Has hecho lo que debías, aceptas que la otra persona hizo mal, pero nada de lloriqueos ni gemidos.

Sigue escudriñando las manifestaciones de tu mente, y caen en la cuenta de que todo sufrimiento viene de la programación de tu cerebro.

Sigue limpiando tu cerebro de tanta suciedad y oxidación que ha adquirido a lo largo de tantos años que lleva funcionando, y verás como la salud y la felicidad vuelven a tu vida.

Publicado por: José Miguel Pajares Clausen

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