domingo, 8 de julio de 2012

HISTORIAS SOBRE MARÍA # XI


Los historiadores Belvacense y Cesario refieren que cierto joven noble, hallándose por sus vicios reducido de rico – como lo había dejado su padre – a ser tan pobre que necesitaba mendigar para subsistir, abandonó su patria para ir a pasar la vida con menos vergüenza en países lejanos donde no fuese conocido.

Durante el viaje se encontró un día con un antiguo criado de su padre, el cual, viéndolo tan afligido por la miseria en que se hallaba sumido, le dijo que se alegrase, porque quería presentarle a un príncipe tan liberal que le proveería de todo.

Era este malvado un impío hechicero; y he aquí que un día de llevó consigo al pobre joven por un bosque cerca de una laguna, en donde empezó a hablar con una persona invisible. Le preguntó el joven con quién hablaba. Él respondió: con el demonio; y viendo atemorizado al joven, le animó para que no le temiera.

Y prosiguiendo en hablar con el demonio: Señor – le dijo – éste joven está reducido a extrema necesidad, y quisiera ser como antes; pero en primer lugar ha de renegar de Dios.

Al oir esto se horrorizó el joven; pero instigado por aquel maldito mago, accedió al fin y renegó de Dios. Mas esto no basta, replicó el demonio: es necesario renegar también de María, porque de Ella es que nos viene nuestras mayores pérdidas. Oh, a cuantos nos quita Ella de nuestras manos, los vuelve a Dios y los salva.

Eso no – respondió el joven – yo no reniego de mi Madre, porque Ella es toda mi esperanza… prefiero seguir mendigando toda mi vida.

Dicho esto, el joven huyó de aquel lugar, decidiendo regresar a su patria; y pasando por casualidad junto a una Iglesia de María, entró en ella, y arrodillándose delante de su imagen, empezó a llorar y suplicar a la Virgen Santísima que le alcanzase el perdón de sus pecados; y he aquí que María se pone luego a orar a su Hijo por aquel miserable.

Jesús al principio dijo: “Madre mía, este ingrato a renegado de Mí”. Pero viendo que la Madre no cesaba de rogarle, al fin dijo: “Oh Madre, jamás te he negado cosa alguna: queda perdonado, ya que Tú me lo pides”.

Todo esto lo observó la persona que había comprado las haciendas de aquel disipador; por lo cual, viendo la piedad de que María usaba con aquel pecador , le dio por mujer a la única hija que tenía, haciéndolo heredero de todo patrimonio, recobrando así aquel joven por medio de María la gracia de Dios, y también los bienes temporales.

San Alfonso María de Ligorio – Doctor de la Iglesia

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