Mi hijo pequeño hace los deberes del colegio. Yo leo a su lado el comienzo de 23 puñaladas, de Luca Canali (Algaida).
Es un diario que Julio César va escribiendo antes de morir. Promete. Me asomo al balcón y veo los árboles, y entre sus ramas y hojas lo que queda de la gente que pasa. Apenas un resquicio del presente, de lo que se está yendo… Voy a la biblioteca. Tomo el Nuevo Testamento, en mi sana costumbre de leer un rato sus páginas, la vida de Cristo (para hacerla mía). Es la edición de 1854 de Felipe Scio, editado en Madrid por Gaspar y Roig, y que me regaló hace años el poeta Antonio Colinas. Estaba leyendo a San Marcos, pero el libro se me abre en el capítulo XIII del Apocalipsis. Mi hijo desentrañando el inglés y yo unos versículos del libro más hermético de la Biblia. (Un paréntesis. Leí hace mucho tiempo una entrevista al estudioso de la literatura Harold Bloom - lo recuerdo perfectamente - en la que decía que la Biblia es mucho mejor literaria que religiosamente; claro que él es un judío agnóstico, pero aparte de esa cuestión está claro que el más sabio no deja de decir alguna que otra suculenta tontería).
Pero a lo que iba. Estoy con ese trozo del Apocalipsis. “Y vi salir de la mar una bestia, que tenía siete cabezas, y diez cuernos, y sobre sus cuernos diez coronas, y sobre sus cabezas nombres de blasfemia”. Lo releo unas cuantas veces, incluso en latín: Et vidi de mari bestiam ascendentem… Acudo a las notas a pie de página. Y es allí donde me llevo la primera sorpresa. Leo: “Esta bestia, comúnmente sienten los Padres e intérpretes antiguos, que es el Anticristo. La mar de donde sale es este mundo, lleno de inconstancia, de amargura y de peligros. (Y ahora viene lo bueno). Muchos creyeron que se figuraba en esta bestia a Diocleciano, el más cruel de todos los tiranos, y otros el imperio de Mahoma”. Releo con los ojos bien abiertos: “(…) y otros el imperio de Mahoma”. Llevo años escuchándole lo mismo a una persona muy querida por mí. Dicha persona está convencida. Por sentido común sobre todo. Dice que del mal nunca puede salir bien, que de algo que está basado en el odio y en la venganza no puede salir nada bueno. Esta persona no considera al Islam como una religión en si misma. Argumenta que una religión intenta llegar a Dios; conocerle, amarle, respetando a todos los hombres. Y mujeres. Precisamente el trato inicuo a la mujer dentro del imperio de Mahoma y la violencia que propugna para convertir al mundo a su fe es lo que más delata, según ella, su origen perverso.
La verdad es que yo siempre he creído que exageraba un poco. Piensas que se trata de algunos extremistas de mentalidad terrorista, que no puede ser, que incluso dentro del Islam habrá incluso gente buena, incluso santa, según sus parámetros (seguro que las hay, pero no creo que salgan en los telediarios ni que estén a favor de la violencia). Piensas, piensas. Pero ves la realidad, analizas lo que sucede en España y en Europa y en el mundo, y cunde el desencanto, y no pocas veces el pavor, el miedo. Y más cuando Occidente hace dejación de sus creencias, cuando abomina de su propia cultura cristiana, de su propia identidad o personalidad. Lo cual es un hecho, está ocurriendo. Es más, se fomenta por políticos pusilánimes, verdaderos renegados. Una gran parte de nuestra propia sociedad de hecho es ya anticristiana, es terreno abonado para cualquier cosa, por increíble que parezca. ¿Qué ocurrirá en pocas generaciones? No hacen falta muchas luces para intuirlo.
Llego, en mi lectura del Apocalipsis, al versículo 11 y siguientes del mismo capítulo XIII. Llego al final: “Aquí hay sabiduría. Quien tiene inteligencia calcule el número de la bestia. Porque es número de hombre: y el número de ella seiscientos sesenta y seis”. ¡Qué misterioso es todo en este libro! "Es número de hombre". Vuelvo a leer las notas a pie de página. Y aquí me encuentro lo que sigue (y pido perdón por la cita tan extensa, pero es necesario y merece la pena): El que tuviere inteligencia, forme el cálculo, y vendrá en conocimiento, que el nombre del Anticristo se compondrá de letras, que tomadas todas juntas, como notas o señales numéricas, formarán el número seiscientos sesenta y seis. Es muy verosímil que será según el valor que les corresponde en el alfabeto griego. Mas así como son muchas las combinaciones que se pueden hacer de aquellas letras griegas, que unidas darán el dicho número (…). Entre los espositores (sic) modernos a unos les parece convenir estas notas a Diocleciano, a otros a Juliano Apóstata, más todos estos son sólo símbolos y precursores del Anticristo. El ya mencionado PASTORINI conjetura con muchos fundamentos, que el Anticristo será un príncipe de la secta de Mahoma, y que por tal es verosímil tome el nombre del autor de esta secta, cuyas letras griegas, sumando el valor numeral que cada una tiene, compone la suma de 666, como se ve por la cuenta siguiente:
Mi…………………..40
Alfa………………… 1
Ómicron…………70
Mi…………………..40
Épsilon…………… 5
Tau……………….300
Iota………………..10
Sigma……………200
Lo reconozco, me quedo de piedra. Como para reflexionar con largueza. Enseguida consulto otras ediciones de la Biblia que tengo en casa. La de la editorial Herder, de 1971, es típica de nuestro tiempo, no se moja. Dice sucintamente: “El significado del número 666 hasta hoy no está aclarado satisfactoriamente”. Pues muy bien. La versión de Nácar y Colunga se explaya algo más: “El nombre de la bestia está escrito en cifras cuyo valor es 666, o, según algunos manuscritos, 616. Estas cifras están representadas por letras, que no sabemos si estarán tomadas del alfabeto griego o del hebreo, puesto que el autor quiere aquí envolver en el misterio el nombre de la bestia. Por esto son muchos los nombres que se han propuesto, y todos convienen a designar a Roma, al César o a un emperador en particular, v.gr. Nerón”. ¿Todos? Todos no desde luego. Don Felipe Scio y el teólogo Pastorini (autor de una muy interesante Historia general de la Iglesia Cristiana) apuntan también sin tapujos a Mahoma. Otra versión moderna es la de Franquesa y Solé, de 1970, en la editorial Regina. Apuntan dichos escrituristas: “Si sumamos las letras de César-Nerón en su forma hebrea nos da 666. Así como el valor numérico del nombre de Jesús en hebreo es 888, símbolo de superplenitud, así el de la Bestia es 666, símbolo de fracaso, impotencia, derrota progresiva”. Y en otra edición -de 1858- que reproduce la de Scio, pero revisada por Don José Palau, sólo se añade a la nota que San Juan escribió en griego. Lo cual da más verosimilitud a la equivalencia numérica con el alfabeto de dicha lengua.
Desde luego la mención de Mahoma como nombre del Anticristo es chocante. Sobre todo porque casi nadie lo menciona. Más en este ambiente insípido y virtual de lo políticamente correcto en el que vivimos, o creemos vivir. Es curioso que en las ediciones del XX ni se mencione tal posibilidad. Supongo que algo tendrá que ver el ecumenismo, etc. Yo no sé si Mahoma y su doctrina será el Anticristo. Que cada uno cavile libremente. Pero que de hecho es y ha sido siempre anticristiana no tiene la menor duda. A la vista está de todo el que quiera estar informado. Ya no sólo me refiero al vil terrorismo contra Occidente y su decadencia, me refiero a la constante persecución de los cristianos en los países donde rige el Corán como código religioso y civil y penal...
Soy consciente de que no revelo nada nuevo, pero asusta pensar en esa posibilidad. Y que la mayoría de los cristianos nominales se lo tome a broma aún me asusta todavía más. Que Dios nos ayude. Porque como no andemos espabilados nos van a dar por todas partes. Como ya nos están dando.
PD. Y ya en harina voy a leer los Cuatro sermones sobre el Anticristo, del recién beatificado John Henry Newman que acaba de publicar la editorial El buey mudo.
Guillermo Urbizu
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