viernes, 15 de octubre de 2010

ACTUALIDAD DE SANTA TERESA DE JESÚS (ÁVILA)


Una personalidad humana atrayente, simpática, despierta, con gracejo, afectuosa, y al mismo tiempo libre, grande, emprendedora y entregada del todo al Todo.

Santa Teresa es un exponente de los grandes héroes de la santidad, de los gigantes del espíritu. Basta con leer su Libro de la Vida o una buena biografía de ella, para descubrir a una mujer fascinante que puede seguir siendo Maestra de los orantes, Maestra de oración.

1. Hay que considerarla dentro de las corrientes y movimientos de su época. La situación de la Iglesia era de franca decadencia en lo espiritual y en lo disciplinar; la herejía luterana estaba dividiendo a Europa; en España, las sectas de los alumbrados (los iluminados) y la vida religiosa relajada en sus costumbres; tremenda ignorancia cristiana en el pueblo. Era necesario un Concilio de reforma, el Concilio de Trento, que provocó reajustes no del agrado de todos y cuya aplicación tardó siglos: como todo Concilio, provoca un movimiento en todo el Cuerpo eclesial que no fue fácil de asimilar. Como vemos, nada nuevo bajo el sol. Situaciones de crisis y relajación, mundanización entre obispos, sacerdotes y religiosos, se han dado en todas las épocas (¡no idealicemos ninguna!), y la necesidad de un Concilio de reforma se hace presente en el paso de los siglos aunque no sea fácil su recepción.

En este contexto de reforma, hay corrientes santificadoras en la Iglesia que deciden vivir ajustándose a las normas más primitivas, al ideal evangélico y a la Regla de los primeros Padres, con un nuevo estilo. Es momento de multitud de Congregaciones e Institutos nuevos: Jesuitas, Filipenses, Teatinos, Somascos... y de reformas de las Órdenes, surgiendo las ramas "Reformadas", "Descalzas", "Recoletas". No van contra nadie, ni se levantan en armas criticando, en disenso, en oposición. Todo lo contrario: poseen un gran sentido de Iglesia, buscan ser fermentos de santidad y caminan realizando el ideal de vida evangélica. Santa Teresa forma parte de esta corriente buscando la reforma del Carmelo: el Carmelo Descalzo. Nunca la búsqueda de una mayor pureza y santidad se yergue orgullosa para criticar o lanzar "denuncias proféticas" tan en boga en ciertos círculos. Santa Teresa es contemporánea de grandes santos: Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Francisco de Borja, Pedro de Alcántara, Felipe Neri, Cayetano de Thiene, Juan de la Cruz... La reforma auténtica sólo la pueden hacer los santos, porque la reforma verdadera es la santidad.

2. Las corrientes de reforma coinciden todas en un punto, aun cuando luego los carismas sean diversos: la oración, la vida de oración, el trato asiduo con Dios. Santa Teresa quiere que sus Carmelos sean lugares de veras contemplativos donde se viva amando a Cristo y tratando de amistad con Él. De nuevo, en esto, hemos de aprender de ella y ser alumnos suyos. La vida interior es el único camino válido para fecundar el apostolado y la evangelización; el activismo pastoral, la multiplicación de reuniones, asambleas, manifiestos, programaciones pastorales (con objetivos revisables a largo, medio y corto plazo), etc., intentan plagiar las estrategias mundanas, pero ¡qué vacías están! Sólo la oración fecunda lo que hacemos como el riego en el campo; sólo la contemplación revierte como gracia en todo apostolado, en toda pastoral. Ella era consciente desde la clausura que su contemplación, su intercesión y sus penitencias servirían para orar por el bien de la Iglesia y por los sacerdotes. Eso valdría más que cualquier otra acción "espectacular" o "llamativa". Hoy sigue faltando mucha espiritualidad en la vida de las parroquias y de las comunidades cristianas; sigue faltando el silencio diario de una oración sosegada y esponjada con Cristo; sigue ausente una vida mística que da madurez al cristiano, al padre de familia, al sacerdote, al catequista, al apóstol... porque nos contentamos con poco. Estas crisis de la Iglesia son siempre crisis de oración.

3. Santa Teresa presenta un camino de oración, fácil, afectuoso: la santa Humanidad de Cristo. La oración es amar, mirar que Él nos mira, tenemos junto a sí, tratar de amistad con Él... Para ella no hay otra vida de oración que la Humanidad de Cristo y el trato de amor y amistad con Él. Por eso la oración es más fácil de lo que pudiéramos pensar: se trata de mirar a Cristo y dejarse mirar con Él, se trata de amarlo. La oración teresiana es profundamente cristocéntrica. Y de ella aprendemos otra lección más: la oración cristiana es el reconocimiento de una Presencia real, la del Señor comunicándose. Se extienden a veces, por las modas, unas formas de oración que son más el vacío absoluto, una relajación mental de corte oriental para estar ante la Nada (¡qué pesadez!) y lo mezclamos todo con formas de meditación trascendental, yoga, zen, con un sincretismo que en absoluto es cristiano. Nuestra oración es tratar con Cristo, verlo junto a nosotros, dejarnos mirar por Él, y amarle porque "amor, con amor se paga".

4. ¿Necesitamos maestros de oración? ¡Vayamos a nuestros clásicos, a nuestros doctores, a nuestros maestros! Es verdad que para la vida espiritual - también para cualquier seglar, padre de familia, profesional - se requiere alguien que enseñe y acompañe en los primeros pasos. A veces se ponen de moda autores contemporáneos, con la consiguiente propaganda de las editoriales, que parecen de lectura obligada para ciertos círculos y los presentan como "gurús", hombres modernos de gran espiritualidad y trascendencia; luego no son para tanto, evidentemente. Pero, ¿por qué no leer a nuestros doctores? ¿Por qué, en lugar de vino joven recién cosechado, no acudimos a las bodegas donde hay vino de solera? Santa Teresa es una gran maestra, fácil de leer tanto en el castellano original como en las versiones "adaptadas" o "comentadas". En lugar del afán de novedades espirituales, acudamos a ella -y a otros grandes también- y seremos iniciados con gran pedagogía en los caminos de Dios.

Santa Teresa, humanísima, nos puede acompañar hoy. Dejemos que así sea y como ella, "cantemos eternamente las misericordias del Señor".
Javier Sánchez Martines

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