domingo, 11 de abril de 2010

LA PROPAGACIÓN DEL MENSAJE DE LA DIVINA MISERICORDIA


El mensaje de la Divina Misericordia quedó documentado en el diario en el cual Sor Faustina escribió las revelaciones divinas y experiencias místicas, junto con sus pensamientos más profundos, sus conclusiones y sus oraciones. No es sino hasta después de su muerte, y muy particularmente a raíz de la II Guerra Mundial, que el mensaje de la Divina Misericordia toma relevancia y comienza a extenderse al resto del mundo; no sin dejar de pasar, a partir de 1959, por un período de prohibición a su culto por parte de la Iglesia Católica, originado en las malas y confusas traducciones del diario de Sor Faustina, cuyos originales eran inaccesibles a la Iglesia por el régimen imperante en Polonia.

La prohibición quedaría revocada en 1978 gracias a la intervención del entonces Cardenal Wojtyla, tan sólo seis meses antes de ser nombrado como el Papa Juan Pablo II. La revocatoria se produciría después de conocerse el informe con los resultados del estudio teológico ordenado por el Cardenal Wojtyla sobre documentos originales del diario de Sor Faustina, estudio que tomó diez años en desarrollarse.

El mensaje de la Divina Misericordia llegó a los Estados Unidos en 1941, únicamente tres años después de la muerte de Sor Faustina, por medio de un sacerdote polaco, inicialmente escéptico a las promesas contenidas en el mensaje de la Divina Misericordia, que huyó de su país bajo la ocupación nazi y llegó a los Estados Unidos después de un largo e increíble viaje por Lituania, Rusia, Siberia y Japón. Él prometió que dedicaría el resto de su vida a propagar el mensaje de la Divina Misericordia si lograba llegar sano y salvo a la casa de los Padres Marianos en los Estados Unidos, promesa que comenzó a cumplir tan pronto lo logró. Ya en 1953, unos 25 millones de ejemplares de literatura sobre la Divina Misericordia habían sido distribuidos por el mundo entero. Este centro de divulgación puede ser accesado en la dirección electrónica www.marian.org.

Jesús reveló a Sor Faustina que la propagación de la devoción a la Divina Misericordia estaría acompañada de innumerables bendiciones: "A las almas que propagan la devoción a Mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa (protege) a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador misericordioso" (Diario, 1075).

El Diario de Sor Faustina "La Divina Misericordia en mi alma", así como una biografía más pequeña, escrita por la Hermana Sophia Michalenko, ambas con declaraciones del Nihil Obstat y del Imprimatur, las cuales certifican que ambos libros se consideran libres de errores doctrinales o morales, se encuentran disponibles en distintos lugares del país, lo mismo que diversa folletería donde se detallan las formas de devoción contenidas en el mensaje.

El mensaje de la Divina Misericordia.
En esencia, el mensaje de la Divina Misericordia no es nuevo, es en realidad un recordatorio de lo que la Iglesia siempre ha enseñado: que Dios es misericordioso y que nos ama a todos sin importar la magnitud de nuestros pecados; pero en este mensaje se llama a una comprensión más profunda de que el amor de Dios no tiene límites, y que está disponible a todos, especialmente al pecador más grande: " (...) y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario, 723).

El mensaje señala claramente dos elementos esenciales en la devoción a la Divina Misericordia: la confianza que hemos de tener en Jesús y el compromiso de ser a su vez misericordiosos con nuestro prójimo. Al respecto, Jesús revelaría a Sor Faustina: "(...) Di a las almas que de esta Fuente de la Misericordia las almas sacan gracias exclusivamente con el recipiente de confianza. Si su confianza es grande, Mi generosidad no conocerá límites" (Diario, 1602). Asimismo: "(...) Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no conseguirá Mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque su misericordia anticiparía Mi juicio" (Diario, 1317). Al ser misericordiosos con nuestro prójimo nos convertimos en un medio a través del cual la Misericordia de Dios fluye a los demás. Jesús señaló a Sor Faustina que podemos ser misericordiosos con el prójimo por medio de la oración, de la palabra y, finalmente, de las obras; ya que, tal como Jesús le revelaría: "(...) porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil". (Diario, 742)

A su vez, el mensaje revela una serie de nuevas formas de devoción a la Divina Misericordia, los cuales actúan como "recipientes de misericordia" a través de los cuales el amor de Dios puede derramarse sobre el mundo. Entre estas nuevas formas de devoción figuran la veneración de la imagen de la Divina Misericordia, la adoración de la hora de la Divina Misericordia, el rezo de la Coronilla y de la Novena a la Divina Misericordia, y la celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia.

CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA
Rezar todos los días a las 3 p.m. con las cuentas de un Rosario Normal.

El rezo de la Coronilla, como expresión de nuestra confianza en la Divina Misericordia, debe ser perseverante, como dice el Evangelio: "Es preciso orar siempre sin desfallecer" (Lc. 18,1).

La estructura de la Coronilla es la siguiente:
-La señal de la Santa Cruz...
Por la Señal + de la Santa Cruz de nuestros + enemigos líbranos, Señor, + Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.

-Padrenuestro...
Padre nuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación. Y líbranos del mal. Amen. (Mateo 6,9-l3)

-Ave María...
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. (Lucas1, 28-31 y 42) Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (Concilio de Efeso, año 431)

-Credo...
Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo: nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo; la Santa Iglesia Católica; la comunión de los santos; el perdón de los pecados; la resurrección de la carne; y la vida eterna. Amén.

-En cada una de las cuentas correspondientes al Padre Nuestro, se comienza con la fórmula: "Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación (*) de nuestros pecados y los del mundo entero".

-En cada una de las cuentas del Ave María se reza: "Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero".

-La Coronilla termina con la triple invocación de: "Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero". (Diario, 476).

(*) Propiciación: La palabra propiciación se deriva de "propiciatorio", esta palabra tiene sus raíces en el hebreo; para comprender su significado, tenemos que acudir la Sagrada Escritura.

En el Antiguo Testamento encontramos: «Un propiciatorio de oro puro, de dos codos y medio de largo y codo y medio de ancho» (Éxodo 25,17-22). «Cuando Moisés entraba en la Tienda del Encuentro para hablar con Él, oía la voz que le hablaba de lo alto del propiciatorio que está sobre el arca del Testimonio, de entre los dos querubines» (Números 7, 89). «Encima del arca, los querubines de gloria que cubrían con su sombra el propiciatorio» (Hebreos 9, 5).

El propiciatorio era una especie de tapa del arca hecha de oro macizo, el llamado "kapporet"; que quiere decir "tapa propiciatoria". En esta tapa propiciatoria estaban cara a cara las figuras de los dos querubines. Los comentaristas judíos más antiguos consideraron el kapporet como una "tapa propiciatoria" probablemente llevados por la idea de que la significación fundamental de la raíz hebrea es "kipper" que quiere decir "expiar, volver a uno propicio"; es por consiguiente lo que "realiza la reconciliación". El término kapporet es mucho más que la simple cubierta, porque está hecha del material más precioso, es decir, de oro macizo, y parece ser el objeto más importante del santuario, llamado aquí "bet kapporet". Es, pues, el kapporet, el lugar santo por antonomasia, en donde reside el Señor, el trono de Dios (cf. 1 Sam. 4, 4; Sal. 80, 2; 99, 1).

El kapporet es lugar donde Dios entra en contacto con su pueblo y se revela, es el lugar donde Dios perdona los pecados y muestra Su misericordia. Así, pues, si se considera el sentido de "tapa", "cubierta" como el sentido original de la palabra, debe admitirse que por influencia del ritual del sacrificio se transformó poco a poco hasta llegar a propiciatorio, y de ahí se deriva la palabra propiciación es decir, la acción de tapar de cubrir, de expiar.

En la carta de San Pablo a los Romanos y en la carta de San Juan leemos: «Jesús es exaltado como instrumento de propiciación para pasar por alto nuestros pecados» (Romanos 3, 25). «En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados» (1 Juan 4,10).

En conclusión, se puede decir que Jesús realiza la acción de tapar, de expiar, perdonar, reparar nuestros pecados y los del mundo entero.

La justificación nos fue merecida por la Pasión de Cristo, que se ofreció en la cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser instrumento de propiciación por los pecados de todos los hombres. La justificación es concedida por el bautismo, sacramento de la fe. Nos asemeja a la justicia de Dios que nos hace interiormente justos por el poder de Su misericordia. Tiene por fin la gloria de Dios y de Cristo, y el don de la vida cristiana (Catecismo de la Iglesia católica, 1992).

LETANÍAS A LA DIVINA MISERICORDIA

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios verdadero, ten piedad de nosotros.

Después de cada invocación se dice: "En ti confío"
(Diario, 949):
1. Misericordia Divina, que brota del seno del Padre.
2. Misericordia Divina, supremo atributo de Dios.
3. Misericordia Divina, misterio incomprensible.
4. Misericordia Divina, fuente que brota del misterio de la Santísima Trinidad.
5. Misericordia Divina, insondable para todo entendimiento humano o angélico.
6. Misericordia Divina, de donde brotan toda vida y felicidad.
7. Misericordia Divina, más sublime que los cielos.
8. Misericordia Divina, fuente de milagros y maravillas.
9. Misericordia Divina, que abarca todo el universo.
10. Misericordia Divina, que baja al mundo en la Persona del Verbo Encarnado.
11. Misericordia Divina, que manó de la herida abierta del Corazón de Jesús.
12. Misericordia Divina, encerrada en el Corazón de Jesús para nosotros y especialmente para los pecadores.
13. Misericordia Divina, impenetrable en la institución de la Sagrada Hostia.
14. Misericordia Divina, en la institución de la Santa Iglesia.
15. Misericordia Divina, en el sacramento del Santo Bautismo.
16. Misericordia Divina, en nuestra justificación por Jesucristo.
17. Misericordia Divina, que nos acompaña durante toda la vida.
18. Misericordia Divina, que nos abraza especialmente a la hora de la muerte.
19. Misericordia Divina, que nos otorga la vida inmortal.
20. Misericordia Divina, que nos acompaña en cada momento de nuestra vida.
21. Misericordia Divina, que nos protege del fuego infernal.
22. Misericordia Divina, en la conversión de los pecadores empedernidos.
23. Misericordia Divina, asombro para los ángeles, incomprensible para los Santos.
24. Misericordia Divina, insondable en todos los misterios de Dios.
25. Misericordia Divina, que nos rescata de toda miseria.
26. Misericordia Divina, fuente de nuestra felicidad y deleite.
27. Misericordia Divina, que de la nada nos llamó a la existencia.
28. Misericordia Divina, que abarca todas las obras de sus manos.
29. Misericordia Divina, corona de todas las obras de Dios.
30. Misericordia Divina, en la que estamos todos sumergidos.
31. Misericordia Divina, dulce consuelo para los corazones angustiados.
32. Misericordia Divina, única esperanza de las almas desesperadas.
33. Misericordia Divina, remanso de corazones, paz ante el temor.
34. Misericordia Divina, gozo y éxtasis de las almas santas.
35. Misericordia Divina, que infunde esperanza, perdida ya toda esperanza".
(Diario, 49).

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Ten piedad de nosotros.

V. Las Misericordias de Dios son más grandes que todas sus obras.
R. Por eso cantaré las Misericordias de Dios para siempre.

ORACIÓN

"Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia Mismos. Amén" (Diario, 950).

NOVENA A LA DIVINA MISERICORDIA
Para iniciarse el Viernes Santo a las 3:00 p.m.

Esta no es una novena corriente, ¡es extraordinaria! En ella están contenidas las palabras llenas de amor y misericordia que Nuestro Señor Jesucristo dictó a Sor Faustina, pidiéndole que cada día le llevara un grupo de almas a su corazón.

Deseo que durante esos nueve días lleves a las almas a la Fuente de Mi Misericordia para que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte. Cada día traerás a Mi Corazón a un grupo diferente de almas y la sumergirás en este mar de Mi Misericordia. Y a todas estas almas Yo las introduciré en la casa de Mi Padre. Lo harás en esta vida y en la vida futura. Y no rehusaré nada a ningún alma que traerás a la Fuente de Mi Misericordia. Cada días pedirás a Mi Padre las gracias para estas almas por Mi amarga Pasión".

Contesté: Jesús, no sé cómo hacer esta novena y qué almas introducir primero en tu muy misericordioso Corazón. Y Jesús me contestó que me diría, día por día, qué almas debía introducir en Su Corazón” (Diario, 1209)*.

PRIMER DÍA
Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos en el mar de Mi misericordia. De esta forma Me consolarás de la amarga tristeza en que Me sume la pérdida de las almas(Diario, 1210)*.

Roguemos para que Dios se digne mostrar Su Misericordia a toda la humanidad.

Jesús tan misericordioso, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en Tu bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu muy compasivo Corazón y nunca nos dejes salir de Él. Te lo suplicamos por Tu amor que Te une al Padre y al Espíritu Santo.

Oh omnipotencia de la Divina Misericordia, salvación del hombre pecador, Tú eres la misericordia y un mar de compasión, ayudas a quien te ruega con humildad.

Padre Eterno, mira con misericordia a toda la humanidad y especialmente a nosotros pobres pecadores que estamos encerrados en el Corazón de Jesús lleno de compasión, y por su dolorosa Pasión muéstranos tu misericordia para que alabemos tu omnipotencia por los siglos de los siglos. Amén. (Diario, 1211)*

SEGUNDO DÍA
Hoy, tráeme a las almas de los sacerdotes y las almas de los religiosos, y sumérgelas en mi misericordia insondable. Fueron ellas las que me dieron fortaleza para soportar mi amarga Pasión. A través de ellas, como a través de canales, mi misericordia fluye hacia la humanidad (Diario, 1212)*.

Roguemos por los sacerdotes, los religiosos y las religiosas, pues por ellos se derrama la Misericordia de Dios sobre la humanidad.

Jesús misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta tu gracia en las almas de tus sacerdotes, Religiosos y Religiosas, para que realicen dignas obras de misericordia, de manera que todos aquellos que los vean, glorifiquen al Padre de misericordia que está en el cielo.

La fuente del amor de Dios, vive en los corazones limpios, purificados en el mar de misericordia, resplandecientes como las estrellas, claros como la aurora.

Padre Eterno, mira con misericordia al grupo elegido de tu viña, a las almas de los Sacerdotes, Religiosos y Religiosas; otórgales el poder de tu bendición. Por el amor del Corazón de tu Hijo, en el cual están encerradas, concédeles el poder de tu luz para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación, y a una sola voz canten alabanzas a tu misericordia sin límite por los siglos de los siglos. Amén. (Diario, 1213)*.

TERCER DÍA
Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Estas almas me consolaron a lo largo del Vía Crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura (Diario, 1214)*.

Roguemos por todos los fieles Cristianos.

Jesús infinitamente compasivo, que desde el tesoro de Tu misericordia les concedes a todos Tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de Tu clementísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de Él. Te lo suplicamos por el extraordinario amor Tuyo con que Tu Corazón arde por el Padre celestial.

Son impenetrables las maravillas de la misericordia, no alcanza sondearlas ni el pecador ni el justo, miras a todos con compasión, y atraes a todos a tu amor.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas fieles como herencia de tu Hijo y por su dolorosa Pasión, concédeles tu bendición y rodéalas con tu protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen tu infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén. (Diario, 1215)*.

CUARTO DÍA
Hoy, tráeme a (los paganos)* y aquellos que todavía no me conocen. También pensaba en ellos durante mi amarga Pasión y su futuro celo consoló mi corazón. Sumérgelos en el mar de mi misericordia (Diario, 1216)*.

Roguemos por todos los que no conocen a Dios y que aún viven en la ignorancia de la Misericordia Divina.

Jesús compasivísimo, que eres la luz del mundo entero. Acoge en la morada de tu piadosísimo Corazón a las almas de (los paganos)* que todavía no te conocen. Que los rayos de tu gracia las iluminen para que también ellas unidas a nosotros, ensalcen tu misericordia admirable y no las dejes salir de la morada de tu compasivísimo Corazón.

La Luz de tu amor Ilumine las tinieblas de las almas. Haz que estas almas te conozcan, y junto con nosotros glorifiquen tu misericordia.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas de (los paganos)* y de los que todavía no te conocen, pero que están encerrados en el muy compasivo Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellas ensalcen la generosidad de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén. (Diario, 1217)*

(los paganos)* Nuestro Señor originalmente usó las palabras “los paganos”. Desde el pontificado del Papa Juan XXIII, la Iglesia ha juzgado apropiado el reemplazo de este término por la denominación “los que no creen en Cristo” y “los que no conocen a Dios” (ver el Misal Romano, 1970).

QUINTO DÍA
Hoy, atráeme a las almas de (los herejes y de los cismáticos)*, y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Durante mi amarga Pasión, desgarraron mi cuerpo y mi Corazón, es decir, mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, mis llagas cicatrizan y de este modo alivian mi Pasión (Diario, 1218)*.

Roguemos por los hermanos separados que creen en Cristo - que desgarran el Cuerpo Místico de Cristo -, para que vuelvan pronto a la unidad de la Santa Iglesia.

Jesús sumamente misericordioso, que eres la bondad misma, Tú no niegas la luz a quienes te la piden. Acoge en la morada de tu muy compasivo Corazón a las almas de (los herejes y las almas de los cismáticos)* y llévalas con tu luz a la unidad de la Iglesia; no las dejes alejarse de la morada de tu compasivísimo Corazón, sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad de tu misericordia.

También para aquellos que rasgaron la vestidura de tu unidad brota de tu Corazón la fuente de piedad. La omnipotencia de tu misericordia, oh Dios, puede sacar del error también a estas almas.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas (de los herejes y de los cismáticos)* que han malgastado tus bendiciones y han abusado de tus gracias por persistir obstinadamente en sus errores. No mires sus errores, sino el amor de tu Hijo y su amarga Pasión que sufrió por ellos, ya que también ellos están acogidos en el sumamente compasivo Corazón de Jesús. Haz que también ellos glorifiquen tu gran misericordia por los siglos de los siglos. Amén. (Diario, 1219)*.

(herejes y cismáticos)* Las palabras originales de Nuestro Señor son aquí “herejes y cismáticos”, ya que Él habló a Sor Faustina según el contexto de su tiempo. Desde el Concilio Vaticano II, las autoridades eclesiásticas han considerado impropio usar esas denominaciones según las explicaciones expuestas en el Decreto Conciliar sobre el Ecumenismo (# 3). Es apropiado usar en su lugar el término “los hermanos separados”. Sin embargo con el tiempo la Iglesia ha decidido usar todavía otra denominación: “los hermanos que creen en Cristo” (ver el Misal Romano, 1970).

SEXTO DÍA
Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños, y sumérgelas en mi misericordia. Éstas son las almas más semejantes a mi Corazón. Ellas me fortalecieron durante mi amarga agonía. Las veía como ángeles terrestres que velarían al pie de mis altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de recibir mi gracia; concedo mi confianza a las almas humildes". (Diario, 1220)*.

Roguemos por los niños pequeños y por aquellas almas que se han hecho iguales a ellos en su pureza y simplicidad.

Jesús, tan misericordioso, Tú mismo has dicho: Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón. Acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños. Estas almas llevan a todo el cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre celestial. Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios Mismo. Estas almas tienen una morada permanente en tu compasivísimo Corazón y cantan sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad (Diario, 1221).

De verdad el alma humilde y mansa ya aquí en la tierra respira el paraíso, y del perfume de su humilde corazón se deleita el Creador mismo (Diario, 1222)*.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños que están encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús. Estas almas son las más semejantes a tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra y alcanza tu trono. Padre de misericordia y de toda bondad, te suplico por el amor que tienes por estas almas y el gozo que te proporcionan, bendice al mundo entero para que todas las almas canten juntas las alabanzas de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén. (Diario, 1223)*.

SÉTIMO DÍA
Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican mi misericordia de modo especial y sumérgelas en mi misericordia. Estas almas son las que más lamentaron mi Pasión y penetraron más profundamente en mi espíritu. Ellas son un reflejo viviente de mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte (Diario, 1224)*.

Roguemos por todos los que anuncian la Misericordia de Dios.

Jesús misericordiosísimo, cuyo Corazón es el amor mismo, acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de tu misericordia. Estas almas son fuertes con el poder de Dios Mismo. En medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas en Tu misericordia, y unidas a Ti, cargan sobre sus hombros a toda la humanidad. Estas almas no serán juzgadas severamente, sino que tu misericordia las protegerá en la hora de la muerte.

El alma que ensalza la bondad de su Señor es por Él particularmente amada. Está siempre al lado de la fuente viva y saca gracias de la Divina Misericordia.

Padre Eterno, mira con misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran tu mayor atributo, es decir, tu misericordia insondable y que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son un Evangelio viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones, desbordantes de gozo, te cantan, oh Altísimo, un cántico de misericordia. Te suplico, oh Dios, muéstrales tu misericordia según la esperanza y la confianza que han puesto en Ti. Que se cumpla en ellas la promesa de Jesús quien les dijo: “A las almas que veneren esta infinita misericordia mía, Yo mismo las defenderé como mi gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte”. Amén. (Diario, 1225)*.

OCTAVO DÍA
Hoy, tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por Mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a mi justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas en su nombre... Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con mi justicia" (Diario, 1226)*.

Roguemos por las almas del purgatorio, para que el torrente de la preciosa Sangre disminuya y abrevie sus sufrimientos.

Jesús misericordiosísimo, Tú mismo has dicho que deseas la misericordia; heme aquí que llevo a la morada de tu muy compasivo Corazón a las almas del purgatorio, almas que te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa adeudada a tu justicia. Que los torrentes de Sangre y Agua que brotaron de tu Corazón, apaguen el fuego del purgatorio para que también allí sea glorificado el poder de tu misericordia.

Del tremendo ardor del fuego del purgatorio se levanta un lamento a tu misericordia. Y reciben consuelo, alivio y refrigerio en el torrente de Sangre y Agua derramado.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas que sufren en el purgatorio y que están encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús. Te suplico por la dolorosa Pasión de Jesús, tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su sacratísima alma fue inundada, muestra tu misericordia a las almas que están bajo tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las heridas de Jesús, tu amadísimo Hijo, ya que creemos que tu bondad y tu compasión no tienen límites. Amén. (Diario, 1227)*.

NOVENO DÍA
Hoy, tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Estas almas son las que más dolorosamente hieren mi Corazón. A causa de las almas tibias, mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de mí este cáliz, si es tu voluntad. Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a mi misericordia". (Diario, 1228)*

Roguemos por las almas tibias e indiferentes.

Jesús piadosísimo, que eres la compasión misma, te traigo a las almas tibias a la morada de tu piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de tu amor puro. Oh Jesús tan compasivo, ejercita la omnipotencia de tu misericordia y atráelas al mismo ardor de tu amor y concédeles el amor santo, porque Tú lo puedes todo.

El fuego y el hielo no pueden estar juntos, ya que se apaga el fuego o se derrite el hielo. Pero Tu misericordia, oh Dios, puede socorrer las miserias aún mayores.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas tibias, que sin embargo, están acogidas en el piadosísimo Corazón de Jesús. Padre de misericordia, te suplico por la amarga Pasión de tu Hijo y por su agonía de tres horas en la cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de tu misericordia. Amén. (Diario, 1229)*.

(*)Diario La Divina Misericordia en mi alma, Beata Sor M. Faustina Kowalska, Editorial Padres Marianos, segunda edición autorizada, 1997.

Grupo Católico de Oración por los Enfermos “Sí Señor”.
José Miguel Pajares Clausen
Abril 2010

No hay comentarios: