jueves, 22 de abril de 2010

ENTENDIENDO LA EUCARÍSTIA


ENTENDIENO LA EUCARISTÍA – TERCERA PARTE

6. ACOMPAÑAR A JESÚS EN EL SAGRARIO
En algunas épocas se hacían turnos entre distintas personas o familias, para que, mientras la iglesia permaneciera abierta, siempre estuviera Jesús acompañado. Funcionando lo que se llamó la Vela perpetua. Hoy, en cada parroquia puede una persona coordinar, para que cada día del mes, se establezcan los turnos por familias, para que estén 30 minutos o una hora al mes. Y así tener nuestro Encuentro con Cristo Vivo.

También podrías entrar en el Templo cuando pases cerca: estas unos segundos, quizá hacer una Comunión espiritual: “yo quisiera Señor recibirte con aquella pureza, humildad y devoción, con que te recibió tu Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos”

Se cuenta un episodio que conmovió al beato Josemaría Escrivá cuando era Rector del Patronato de Santa Isabel, de Madrid, por los años 30. Cada mañana, oía un ruido metálico junto a la puerta de la iglesia: era un vendedor de leche, que no dejaba pasar ningún día sin saludar al Señor - quizá un poco rudamente - para decirle: “Jesús, aquí está Juan el lechero”. Al relatar esta anécdota, el Beato Josemaría comentaba: “¡Bonita manera de hacer oración! ¡Preciosa manera de hacer oración! Me quedé todo el día repitiéndolo como jaculatoria: Señor, aquí está este desgraciado, que no te sabe amar como Juan el lechero”.

7. EL JUBILEO DE LAS 40 HORAS
Por parroquia una vez al año, se deja expuesto el Santísimo por 40 horas, en las cuales se le acompaña como se describió en la exposición con el Santísimo. Se hacen turnos para que durante el año, siempre haya una parroquia con dicho Jubileo.

8. LA ADORACIÓN NOCTURNA
Es una institución, formada principalmente por varones, en donde pasan una noche al mes, por turnos de 1 hora acompañando a Jesús expuesto sobre el altar. Fue fundada, en México el 28 de enero e inaugurada el 4 de febrero de 1900, como Cofradía. Se encuentra en el Templo de san Felipe de Jesús en la Ciudad de México. Ahora está cumpliendo su primer centenario.

Esa noche se adora a Jesús en el Sacramento de la Eucaristía, y se ofrecen las incomodidades que representa estar ahí, para pedir por todos los hombres, por los pecados nacionales y por los de todo el mundo; se pide por los pecadores y por los propios pecados.

9. FOMENTAR LA COMUNIÓN DIGNA Y FRECUENTE
“La Iglesia obliga a todos los fieles a participar los Domingos y días de fiesta de la divina Liturgia, y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en tiempo pascual, preparados por el Sacramento de la Reconciliación. Pero la Iglesia recomienda a los fieles a recibir la santa Eucaristía los Domingos y los días de fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los días” (Catecismo de la Iglesia Católica, n.1389)

10. URBANIDAD EN LA PIEDAD
Si Dios está en nuestros Templos, debemos ser coherentes.

Nuestra existencia, cuanto somos y poseemos, todo lo recibimos de Dios: Él nos ha creado, y nos cuida constantemente con su providencia. Por eso, si procuramos con nuestros semejantes ser delicados y actuar con corrección, ¡cuánto más ante Dios!

Sabemos que Dios es nuestro único Señor, ante quien nos unen lazos y obligaciones que debemos conocer y vivir. La virtud moral de la religión nos dispone a rendir a Dios ese culto que le debemos como supremo principio de todas las cosas. Y dada la naturaleza del hombre, que se compone de cuerpo y alma, la expresión de nuestro amor a Dios tiene que ser interior y exterior.

Lo importante es la actitud interior y cuándo falta, el Señor nos lo recuerda como lo hizo en el Evangelio: Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí. (Mt 15, 7-8). Los actos internos del alma se dan de modo excelente cuando tratamos al Señor en la Eucaristía mostrándole reverencia, dándole gracias, presentándole nuestras necesidades o pidiéndole perdón; cuando queremos lo que Dios quiere y cumplimos los mandamientos; cuando hacemos actos de fe, esperanza y caridad.

Nuestra relación personal con Dios tiene también manifestaciones externas de adoración, no sólo privadas sino prevalentemente públicas y sensibles. Recuerda la alabanza de Jesús a aquella mujer que le demostró exteriormente su amor: (...) se acercó a él una mujer que llevaba un frasco de alabastro lleno de un perfume de gran valor y lo derramó sobre su cabeza (...). Al ver esto los discípulos se disgustaron y dijeron: ¿A qué viene tanto despilfarro?... Pero Jesús, conociéndolo, les dijo: ¿Por qué molestáis a esa mujer? Ha hecho una buena obra conmigo (Mt 26, 6-10). Además los hombres necesitamos que hasta lo más grande y noble nos entre por los sentidos.

Vamos a detenernos ahora en alguna de estas manifestaciones externas de nuestro amor a Dios, de nuestra urbanidad en la piedad, en los Templos.

A partir del edicto de Constantino (año 313), que concedía la libertad a la Iglesia, los fieles pusieron lo mejor de su ingenio y de su hacienda para construir templos (iglesias, santuarios, oratorios, capillas o ermitas) en los que la liturgia pudiera desarrollarse con el máximo decoro. Estos templos son el lugar principal para los actos de culto y para la oración personal, y debemos frecuentarlos, demostrando veneración y respeto.

¿Recuerdas ese pasaje del Evangelio que nos presenta a Jesucristo indignado con los vendedores que profanaban la casa de su Padre? (Cfr Mt 21, 12-13). En este pasaje, Jesús nos enseña que debemos respetar el templo, ya que allí están nuestros más grandes amores: Dios, Jesucristo realmente presente en el Sagrario, la imagen de Santa María y de los Santos, y nuestros amigos los Ángeles.

He aquí algunas manifestaciones de respeto en el templo:
• Al entrar, despacio y guardando silencio, hacemos la señal de la Cruz sin precipitación.
• Cuando está reservada la Eucaristía en el Sagrario hay siempre una lamparilla encendida: es la señal de que Jesucristo está realmente presente. Al descubrir, por la lamparilla, el lugar más importante del templo - el Sagrario -, hacemos frente a él una genuflexión con dignidad y bien hecha, doblando sin prisas la rodilla derecha hasta el suelo, como prueba de respeto y adoración. Podemos aprovechar ese momento para hacer internamente un acto de fe y de amor: te adoro con devoción, Dios escondido, te amo, Jesús...
• Al pasar por delante del Altar, de un crucifijo o de una imagen de la Virgen se hace una reverente inclinación de cabeza para mostrar nuestro respeto y veneración.
• Es bueno, que en alguna ocasión durante el día, entremos a saludar brevemente al Señor en el Sagrario de nuestra parroquia. Podemos rezar la estación al Santísimo, hacer una comunión espiritual o una simple genuflexión.
• Guardar especialmente el silencio, no correr por su interior, cuidar las posturas (sin poner los pies en los reclinatorios, sin cruzar las piernas, mirando hacia delante, etc.), y cuidar nuestra presencia exterior vistiendo bien: no entrar vestidos de deporte, con pantalón corto, y las mujeres procurar vestir con decoro.

11. CUIDADO DE LA LITURGIA
Al campo de la Liturgia pertenecen todas las manifestaciones externas del culto que la Iglesia Católica tributa a Dios. Nosotros debemos venerarla y respetarla viviéndola fielmente.

La presencia real de Jesucristo en el Altar y en el Sagrario, es el motivo principal por el que, se cuida tanto todo lo que tiene relación con Él: el templo, los ornamento, libros y vasos sagrados, lienzos, retablo..., estos han de ser siempre de buena calidad.

De igual forma que las personas que se quieren se regalan lo mejor, a Dios que se le ama aún más procuremos darle –dentro de nuestras posibilidades- lo mejor que tenemos. Los cristianos desde hace siglos han dado claro ejemplo de esto, dejándonos estupendas catedrales, ricos ornamentos, artístico vasos sagrados..., todo por amor a Dios... El canto sagrado es también otra manifestación de devoción.

12. PARTICIPACIÓN ACTIVA EN LA SANTA MISA
El Sacrificio de la Santa Misa es la cima de la vida litúrgica y sacramental de la Iglesia. En ella asistimos al mismo Sacrificio de la Cruz, centro y fuente de gracia, de valor infinito.

Sabiendo que participar en la Santa Misa es lo más grande que podemos hacer en la tierra, debemos prepararnos muy bien, asistir con piadosa atención y agradecer al Señor esa muestra de amor hacia nosotros. Por eso, ante este Santo Sacrificio hemos de esforzarnos para:
-Llegar puntuales, qué mejor unos minutos antes de la hora ya que es un detalle de delicadeza para con Dios el no llegar al templo cuando el sacerdote ha comenzado la Misa.
-Escuchar con atención las lecturas y la homilía.
-Estar recogidos y atentos, evitando hablar con el acompañante o mirar hacia atrás, etc.; aunque la celebración se alargue un poco, hay que esforzarse por vivirla bien. Y pensar que la participación en la Misa es más importante que otras actividades a las que dedicamos mucho tiempo. Participar en la Misa, con la disposición espiritual de identificarnos con los sentimientos e intenciones del Señor. Comulgar bien; rezar en voz alta, cantar con el resto de los fieles, etc.
-Adoptar una actitud interior y exterior adecuada en cada momento, para esto debemos conocer muy bien el sentido de las distintas partes de la misa; las contestaciones (son más fáciles si se utilizan las hojitas dominicales o un devocionario) y sobre todo hay cuidar nuestras posturas.
-En el cuadro siguiente se indican las partes de la Misa y las posturas que debemos adoptar en cada una de ellas:

PARTES DE LA MISA
Ritos iniciales: Comprenden desde que el sacerdote se dirige al altar, hasta la oración colecta.

Primera Parte:
Liturgia de la Palabra
1. Lecturas de la Sagrada Escritura
2. Salmo Responsorial, se reza o canta entre lectura y lectura.
3. Lectura del Evangelio.
4. Homilía5. Profesión de fe o Credo
6. Oración de los fieles

Segunda Parte:
Liturgia Eucarística: es la parte principal de la Misa.
1. Preparación de los dones, el sacerdote ofrece a Dios el pan y el vino; nosotros podemos ofrecer nuestras cosas interiormente. (Enviar la carta)
2. Lavatorio de las manos, significando la pureza con que debe celebrar la Misa.
3. Prefacio, canto de alabanza y acción de gracias.
4. Plegaria Eucarística, cuyo centro es la Consagración en la que Jesucristo se hace realmente presente sobre el altar, renovando el sacrificio de su Pasión y Muerte.
5. Rito de la Comunión, rezo del Padrenuestro y otras oraciones; Comunión.

Rito de conclusión: con el saludo y bendición final se acaba la Misa. Si se ha comulgado conviene detenerse unos minutos para dar gracias al Señor.

V. EL ENCUENTRO CON CRISTO VIVO EN EL PRÓJIMO
En cada persona que está a nuestro lado, está el otro rostro de Dios, y sobretodo en los necesitados.

Así como Cristo pasó por la tierra haciendo el bien, dando gran amor a los enfermos, los niños, los leprosos, endemoniados... Así, si nos dejamos transformar por ese trato con Jesús en la Eucaristía, nosotros también podemos pasar por la tierra haciendo el bien, siendo Cristo que pasa entre las personas que nos rodean.

Tenemos que cuidar dos extremos: uno que podríamos llamar pietismo, “beatos(as)”, que parece que rezan van a la iglesia, etc., pero son personas despreocupadas por las necesidades de los demás, incluso sus parientes, que critican y discriminan a ciertas personas, etc., que no cumplen bien con sus obligaciones en el trabajo, en la casa,...

Otro extremo es la llamada filantropía, personas que ayudan por misericordia o compasión, pero sin ver a Cristo en ese prójimo necesitado. Una persona que trata verdaderamente a Jesús, hace el bien, fruto de esa vida de Cristo en su alma.

Cuando seamos almas de Eucaristía, podremos darnos a los demás, como lo hiciera la tan querida y admirada, Madre Teresa de Calcuta... o esas madres de familia que son fieles, que sirven día tras día, con una sonrisa sin esperar nada a cambio o como la de aquella señora que le comentaba a su director espiritual: mi marido hace 10 años que no me habla, ni buenos días, ni nada. Ella le servía las comidas, atendía a toda la familia... Y ¡lo hacía por amor a Dios y por amor a sus hijos! Lo llevaba bastante bien, sin victimismos, porque iba todos los días a comulgar. Muchos podrían calificarla de tonta y dejada... Otros de mujer que sabe superar las dificultades por amor, que se esfuerza por cumplir aquella promesa hecha frente al altar, de ser fiel en lo próspero y en lo adverso... a esto, se le llama santidad. Y se puede lograr si tenemos como apoyo la Eucaristía.

1. MODOS DE AMAR AL PRÓJIMO

a) A los de mi familia.
Prójimo, quiere decir próximo. Y los más próximos son los que forman nuestra familia: no podemos ser farol de la calle y oscuridad de nuestra casa. Aquí empieza la caridad y el amor al prójimo: darme a mis seres queridos, darles de mi tiempo, darles la vida - cuantos niños no vienen por comodidad de los padres, otros quizá no vengan por verdadera necesidad -, acercarlos a Dios, etc. Transcribimos la oración de un niño de nuestros tiempos:

“Señor transfórmame en un televisor, para que mis padres me cuiden como cuidan al televisor. Para que mamá me mire con el mismo interés con el que mira la novela, y papá se interese por mí como por el partido de fútbol. Señor, déjame ser televisor aunque sea por un día”

Otra manera de amar a los de mi familia, es la de exigirles. Pero no para que cumplan mis caprichos, sino para prepararlos hacia un mejor futuro, empezando por los padres, con pequeños detalles de orden, de espíritu de servicio, y sin que predomine la ley del gusto o del capricho.

Pensar también en las personas mayores, o los que están solos o enfermos: ir, no tanto a cumplir, sino llevar compañía, cariño, interés.

b) A los demás.
Compartir de lo mucho o de lo poco que Dios nos ha dado.

Salvar vidas, orientando a personas que pretendan asesinar a los hijos concebidos no nacidos.; o adoptando espiritualmente a un niño con la siguiente oración:

“Jesús, María y José, yo los amo mucho. Les ruego que salven la vida de un niño por nacer que he adoptado espiritualmente y que se encuentra en peligro de morir por el aborto”

Revisar el sueldo y el trato que dispensamos a los que trabajan con nosotros. ¿No podrá ser más generoso?, aunque yo me privara de algo, quizá no muy necesario. El Papa nos anima en el documento “La Iglesia en América” que nos vino a entregar en su reciente visita a México, a conocer la Doctrina Social de la Iglesia

Otra manera de ayudar a los demás, y muy propia de un congreso Eucarístico es fomentar las vocaciones sacerdotales entre los de la familia. Rezar y hacer rezar para que haya muchas vocaciones. Y para que haya padres generosos, que no sólo se opongan, sino que fomenten estas vocaciones.

2. OBRAS DE MISERICORDIA
Finalmente podríamos decir que bastará vivir con generosidad las obras de misericordia espirituales y materiales:

Espirituales:
1. Enseñar al que no sabe.
2. Dar buen consejo al que lo necesita.
3. Corregir al que se equivoca.
4. Perdonar las injurias.
5. Consolar al triste.
6. Sufrir con paciencia los defectos de nuestros prójimos.
7. Rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.

Corporales:
1. Visitar a los enfermos.
2. Dar de comer al hambriento.
3. Dar de beber al sediento.
4. Dar posada al peregrino.
5. Vestir al desnudo.
6. Socorrer a presos.
7. Enterrar a los muertos.
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