miércoles, 20 de mayo de 2009

¿EL APOSTOLADO... UNA OBLIGACIÓN?


Para hablar del Evangelio no se necesita ir lejos.

Al final del Evangelio según San Marcos, Jesucristo dice: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todas las criaturas. (Mc 16,15). Los católicos siempre hemos entendido que esto lo dice no solamente a los entonces once apóstoles sino a todos los cristianos de todas las épocas. El Señor nos envía a evangelizar a los pueblos. Y apóstol significa en griego enviado. Así que sí se puede decir que todos los cristianos debemos ser apóstoles. Cristo nos envía. Además por el Sacramento de la Confirmación, en los cristianos se reafirma el compromiso de ser apóstoles, contraído en el Bautismo.

Otra cosa es si de verdad lo somos. Esto ya depende de cada uno. ¿Qué debería hacer un apóstol?

En primer lugar, debe hacer lo mismo que todo enviado: representar los intereses de quien le ha enviado. Como enviados de Jesucristo, por tanto, representamos Sus intereses. Es obvio que primero los tenemos que conocer: a través del Evangelio, de la Iglesia, del Catecismo, de la oración. Cuanto mejor conocemos a Jesucristo y su mensaje, mejor para nuestra misión.

Pero no basta con conocer el Evangelio, también hay que vivirlo. Pues poco venderá un zapatero que anda descalzo por su tienda. Los cristianos tenemos que dar ejemplo del Evangelio viviéndolo. Esto es lo que más va convencer a los hombres, y es el medio principal de transmitir el mensaje de Cristo.

Transmitir, esto es lo tercero que debe hacer el apóstol. Con su ejemplo, con los hechos, y por la palabra, hablando de Jesucristo, predicándole a los hombres: coméntales lo feliz que eres siendo seguidor de Cristo. Conocer, vivir, transmitir.

Si el mundo entero no es cristiano al cabo de 2000 años, no se debe a que sea una religión falsa. Se debe a que no todos los cristianos han sabido dar testimonio de lo dicen ser. También el escándalo de la división de los cristianos influye.

No se trata ahora de hacer tu maleta y comprarte un billete de avión rumbo a la China. Para hablar del Evangelio no se necesita ir lejos. Lo que debemos hacer es que Cristo llegue, a través de mí y de ti, hasta nuestros ambientes de trabajo, de estudio, de juego. Y entonces el mundo irá volviendo su mirada insatisfecha hacia la cruz y se iluminará con la felicidad que sólo el Dios verdadero puede dar.
Autor: Lucrecia Rego de Planas

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