miércoles, 20 de mayo de 2009

SOLTANDO AL SR. J


Conozcan al Sr. J., un bibliotecario de primaria.

A lo largo de los años, muchos estudiantes pasaron por los pasillos de este colegio en particular y todos amaron al Sr. J. Tenía una manera de tratar a los niños conociendo a cada estudiante por su nombre y haciéndole sentir especial.

No era raro pasar por la biblioteca y ver un grupo de estudiantes acurrucados alrededor de su escritorio compartiendo su día con él.

El Sr. J. no solo era el bibliotecario del colegio, sino también el líder de una amada organización llamada el Concilio Estudiantil del 6to Grado. Para pertenecer a este grupo, los entonces estudiantes del 5to grado tenían que estar en el cuadro de honor, ser recomendados por un maestro pasado o actual, y escribir un ensayo sobre por qué querían estar en el Concilio Estudiantil.

Solo después de satisfacer estos requisitos, necesitaban pasar algo similar a una entrevista de adultos. Todos los estudiantes tomaban el proceso completo muy en serio. Desafortunadamente, a través del proceso algunos eran eliminados, pero los escogidos habían mostrado estar a la altura del desafío.

La decisión era dura este año porque estos estudiantes del 5to año eran un grupo excepcional y lo habían sido desde el Kindergarten. El Sr. J. agregó en realidad 6 estudiantes más al Concilio debido al extraordinario grupo que quería unírsele.

Cuando los 18 estudiantes finalistas fueron escogidos estaban tan entusiasmados, no solo de formar parte del Concilio Estudiantil, sino también de trabajar de cerca con el Sr. J.

El último día de colegio tiene sus propios sentimientos especiales pero este era también el día en que el Concilio Estudiantil presentaría al Concilio del siguiente año. Antes del colegio, el Sr. J. tuvo una reunión especial con el grupo entrante. Por supuesto que ellos no sabían que él siempre había añorado trabajar en una biblioteca de secundaria. Bueno, ese tiempo había llegado; su sueño se hacía realidad.

Había aplicado y le habían ofrecido el puesto en la secundaria local. Él mismo acababa de enterarse y ahora tenía que decírselo a su grupo de miembros del Concilio. Inmediatamente comenzaron a fluir las lágrimas, lágrimas de tristeza e incredulidad.

Habían esperado todos estos años para poder trabajar con él ¡y ahora él los dejaba!

Cuando comenzó la asamblea justo después del inicio de clases, fue tiempo de pasar la antorcha del Concilio Estudiantil. Mientras los estudiantes del Concilio entraban con sus ojos enrojecidos y se sentaban, la voz se corrió como fuego en hierbazal: “¡El Sr. J. se iba!”

Más lágrimas se sumaron en medio de la concurrencia. Por un lado, el Sr. J. estaba feliz de que seguía sus sueños. Sin embargo, los estudiantes, obviamente, estaban devastados. Tras de ese primer corto día de clases, muchos estudiantes se quedaron para dar decir su último adiós al Sr. J.

Tal parece que el Sr. J. fue más allá del llamado del deber al enseñarles a los estudiantes sobre el mundo real. Desde un punto de vista lógico y metafísico, cuando la gente está en un torbellino emocional no pueden captar la lección siendo enseñada.

Cuando escuché esta historia por primera vez, a través de los llorosos ojos de un estudiante de 5to grado comencé a pensar en esto como una lección en “soltar”. Veo que este pequeño grupo de niños está aprendiendo una lección de vida sobre “soltar” y permitirle a alguien seguir su camino.

Este grupo cercano de estudiantes, que anhelaban llegar al año siguiente, algún día mirarán atrás a esta experiencia y la agregarán a su bolsa de lecciones que les ayudarán como adultos.

El soltar viene en todos los tamaños, formas y colores. Y a veces pudiera parecer que no estamos al tanto de lo que estamos soltando hasta que lo hemos hecho.

Cuando soltamos a la gente, las situaciones y la arrogancia de lo material, entonces nos permitimos crecer, lógica y espiritualmente.

Algunos de ustedes podrán haberlo adivinado ya, pero soy el observador y mi hija fue una de las integrantes de ese pequeño grupo de estudiantes. Espero que algún día ella pueda superar sus lágrimas y ver esta aventura por lo que realmente fue: una lección en soltar.
Tony Masiello

Aprendamos a soltar a quienes nos han bendecido… para que también bendigan a otros, y aprendamos de ellos a bendecir a quienes Dios nos ponga por delante.

¿Por qué no aprovechar este fin de semana para juntarnos con otros que, al igual que nosotros, tenemos deuda con Dios, a adorarle y agradecerle por las muchas personas hermosas con las que ha bendecido y agregado valor a nuestras vidas?

Adelante y que disfruten de un maravilloso fin de semana en compañía de los suyos y con la bendición del Altísimo.

¿No es éste el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de impiedad, soltar las coyundas del yugo, dejar ir libres a los oprimidos, y romper todo yugo? Salmo 58:6

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