UNA DEFENSA ANTE LOS ATAQUES A LA FIGURA Y EL PAPEL DE LA VIRGEN
LA VISITACIÓN DE LA VIRGEN A SU PRIMA ISABEL ES UNO
DE LOS EPISODIOS BÍBLICOS MÁS RELEVANTES EN LOS QUE APARECE LA MADRE DE DIOS.
¿Qué dice realmente la Biblia sobre la Virgen
María? ¿Por
qué tantos católicos no conocen las raíces profundas que la madre de Cristo
tiene en las Escrituras? ¿Cómo responder a los que rechazan las enseñanzas
sobre la Virgen por juzgarlas ajenas a la Biblia e incluso las tildan de
idólatras?
Brant Pitre, profesor de Sagradas
Escrituras en el Instituto Agustino de Denver (EEUU), ha querido dedicar gran
parte de su carrera a mostrar la continuidad que existe entre el Antiguo y el
Nuevo Testamento. Y para mostrar los fundamentos bíblicos de la devoción
mariana ha publicado Jesús y las raíces judías de
María, editado en España por Rialp. Este experto es
igualmente autor de Jesús y las raíces judías de la Eucaristía,
de la misma editorial.
Esta profundización parte de su propia experiencia
personal. Pitre es católico de nacimiento y había aprendido la doctrina
básica sobre la Virgen María, pero sin ir mucho más allá de un conocimiento
superficial. La que hoy es su esposa provenía de una familia baptista
practicante y ahí empezaron las preguntas sobre su fe y concretamente sobre la
Virgen. Pero el punto culminante vino cuando conoció al nuevo pastor de la
iglesia de su esposa, que le dejó sin respuesta tras asegurar que definir a la
Virgen María como “reina del Cielo” era una
idolatría que se podía justificar incluso con las Escrituras. Se dio cuenta que
no tenía conocimientos suficientes para rebatirle, y decidió hacer algo al
respecto.
Este hecho, lejos de hundir a Pitre, le sumergió en el estudio de las
Escrituras hasta convencerse y poder convencer a otros sobre esta línea de
continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento quedando especialmente
deslumbrado por las prefiguraciones de María en el Antiguo Testamento. María como Nueva Eva o la Nueva Arca tenían ya todo el sentido para él.
Precisamente, este profesor dedica un capítulo a esta figura de María como la Nueva Arca de la Alianza.
El Arca aparece por primera vez en el libro del Éxodo durante los
cuarenta años que el pueblo de Israel guiado por Moisés pasó por el desierto
tras ser liberado de Egipto. Después de llegar al Monte
Sinaí y recibir los Diez Mandamientos Dios pide que le levanten un santuario en
el que pueda habitar, el “Tabernáculo”. Era
la morada de Dios en la tierra, un santuario para que fuese el lugar en el que
Dios “habitase” en medio de su pueblo.
El arca y el tabernáculo eran el lugar en el que la «nube de
la gloria» descendía sobre ellos. Esta nube no era sólo un signo visible del
descenso de Dios a la tierra para estar con su pueblo, sino que además era el
medio por el cual les guiaría por el desierto hasta la tierra prometida.
“Cuando recorremos las páginas del Nuevo Testamento
con la mirada de los antiguos judíos, conscientes de la importancia del nuevo
éxodo y del arca de la Alianza, entonces descubrimos que María, la madre
de Jesús, está unida a la nube de gloria y el arca en sí, como se
explica en el Evangelio de Lucas y en el Apocalipsis”, explica Pitre en su libro.
Tal y como señala, el primer pasaje de la
Escritura para relacionar a María con el Arca de la Alianza es la Anunciación. Lo más que más llama la
atención es –evidentemente- la concepción del Hijo de Dios.
Sin embargo, este experto recalca que desde la perspectiva judía del
siglo I, la Anunciación no trata sólo sobre la concepción de Jesús sino que también “predice el regreso de la ‘nube de gloria’ de
Dios, tanto tiempo ausente”.
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de
nacer será santo y será llamado hijo de Dios”, le dijo el ángel a María, tal y como recoge el evangelista Lucas.
De este modo, Pitre señala que “aunque en
algunas traducciones puede pasarse por alto al comparar el original griego de
las palabras de Lucas con la antigua traducción judía de la Septuaginta
(abreviada como LXX), surge un paralelismo importante entre el
descenso de la ‘nube de gloria’ sobre el Tabernáculo y el descenso del Espíritu
Santo sobre María”.
AQUÍ EL PARALELISMO:
Tabernáculo- “La nube de
gloria de Yahve ‘cubría’ (epeskiazen)
el Tabernáculo” (Éxodo
40, 35 LXX).
Virgen María- “El Espíritu Santo ‘cubre’ (epikiasei) a la Virgen María (Lucas 1, 35).
Este experto asegura que numerosos académicos de perspectivas diversas
han concluido que “la imaginería del Espíritu Santo
que cubre a María está dirigida a recordar la ‘nube de gloria’
del Éxodo”.
Y concluye que “igual que el Arca en el
Tabernáculo era el lugar especial de la presencia de Dios durante el éxodo de
Egipto, ahora, mediante la Anunciación, María se ha convertido en la morada
especial de la gloria de Dios para el nuevo éxodo”.
Otro momento en el que se manifiesta María como nueva arca es en
la visitación a su prima Isabel. En este
sentido, Pitre asegura que si se lee la visita de la Virgen a Isabel teniendo
en mente la historia del Antiguo Testamento de David y el arca en Jerusalén se
detectan paralelismos sorprendentes.
1. SERÍAN LOS
SIGUIENTES:
Arca: La gloria del Señor y la nube se posan sobre el Tabernáculo y
lo «cubren» (episkiazen)(Éxodo
40, 34,35)
Virgen María: El Espíritu Santo viene sobre María y el poder del
Altísimo la «cubre» (episkiasei) (Lucas 1, 35).
2.
Arca: David “se levantó y fue” a la región montañosa de Judá para llevar “el arca
de Dios” (2 Samuel 6, 2).
Virgen María: María “se
levantó y fue” a la región montañosa de Judá para visitar a
Isabel (Lucas 1, 39).
Arca: David reconoce su indignidad para recibir
el Arca, exclamando: “¿Cómo voy a llevar a mi casa el arca de
Yavhé?” (2 Samuel 6, 9).
Virgen María: Isabel reconoce su indignidad para recibir a María,
y exclama: “¿De dónde a mí que la madre del Señor venga a mí?” (Lucas 1,
43).
4.
Arca: David “saltaba” ante el arca mientras la llevaban “con gritos” (2 Samuel
6, 15-16)
Virgen María: Juan “salta” en
el vientre de Isabel al escuchar la voz de María, e Isabel
“exclama con una gran voz” (Lucas 1, 41-42).
5.
Arca: El arca permaneció en la montaña, en casa
de Obededom, durante “tres meses” (2
Samuel 6, 11).
Virgen María: María se queda en la región montañosa, en casa de
Isabel, “tres meses” (Lucas 1, 56).
Para Brant Pitre, “la intención de Lucas de
presentar a María como la nueva arca explicaría el motivo de que nos cuente,
curiosamente, que se quedó “tres meses” con Isabel. ¿Por qué no se limita a decir que María permaneció allí “hasta
el nacimiento de Juan”? La justificación más verosímil para este
detallismo cronológico es la de que Lucas, sutil pero deliberadamente, está
aludiendo a la historia del arca y su custodia durante “tres
meses” en casa de Obededom”.
Pero no sólo Lucas realiza este vínculo entre María y el Arca de la
Alianza. También en el Apocalipsis de Juan aparece.
El Apocalipsis habla de la “mujer vestida de sol”, clara referencia a la Virgen. Pero tan sólo
unos versículos antes también dice: “Y se abrió el santuario de Dios en el
cielo, y apareció el arca de su alianza en el santuario, y se
produjeron relámpagos, y fragor, y truenos, y temblor de tierra y fuerte
granizada…”.
Pitre destaca varios aspectos. En primer lugar recuerda que en casi
todas las versiones insertan una división de capítulos entre la aparición del
arca y la de la mujer, algo que en realidad no se da en el texto griego
original. “Según los estudiosos del
Apocalipsis, el versículo en el que aparece el arca no es el
final del capítulo previo, sino el comienzo del nuevo, y ‘presenta’ la visión
en la que se muestra a la mujer”, asegura.
Por otro lado, el Apocalipsis ubica tanto al arca como a la mujer en
templo celestial. “Ningún judío del siglo I que
esperase el regreso del arca perdida leería esta visión del Apocalipsis sin quedarse
sorprendido porque la verdadera arca estuviese, no en la tierra, sino en el
cielo”, agrega el autor de este libro sobre la Virgen.
Y por último, destaca que el arca del cielo se asocia con la mujer del
cielo. El estudioso del Nuevo Testamento, el protestante Craig Koester, asegura
que la repetición de la palabra “apareció” está
“relacionando claramente la manifestación del arca” con la visión de la mujer
del versículo posterior. Igual
que el arca “aparece” en el cielo, allí “aparece” la mujer.
Así lo interpretó Pascasio Radberto, autor cristiano del siglo IX: “El templo de Dios se abrió, y se vio el arca. No
se trataba, desde luego, del arca hecha por Moisés, sino de la Bienaventurada
Virgen, a quien se había transferido su título”.
Publicado originariamente en
Cari Filii News.
Javier Lozano
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