Dejar la pornografía no es fácil. Si uno es creyente, sin duda encontrará un gran apoyo en la oración, en la confesión frecuente y en la Eucaristía. Sin embargo, si uno se queda solo con la dimensión sobrenatural y no trabaja también la dimensión natural, la lucha puede terminar siendo poco efectiva.
Santo Tomás de Aquino dice que
la gracia supone la naturaleza: la eleva y la
perfecciona, pero no la anula. Es decir, si bien Dios puede hacer un
milagro y curarnos instantáneamente el apego a la pornografía, esto no es lo
ordinario.
Lo ordinario es que, junto con
la gracia, trabajemos sobre las facultades naturales que Él mismo ha puesto en
nosotros, de forma que la gracia se afirme sobre nuestro esfuerzo. De esta
manera, el triunfo no será solo de Dios, sino también nuestro, dirá santo
Tomás.
Si bien la oración, la
confesión y la comunión frecuentes son fundamentales en la lucha contra la pornografía, en este artículo me gustaría
centrarme en la dimensión natural. Es decir, aquello en lo que tenemos que
esforzarnos para luchar más eficazmente contra este apego.
1. PRIMER PASO PARA DEJAR LA PORNOGRAFÍA: TRABAJAR
LA INTELIGENCIA
El apego a la pornografía
puede caracterizarse como un vicio; y, como tal, es una herida en la
afectividad. A una persona con una herida de bala en la
pierna se le hace difícil caminar sin caer. De manera similar, una persona con
un apego a la pornografía tiene también una herida que debilita su voluntad y
hace que sea muy difícil avanzar en la vida sin caer en los actos propios de
ese vicio.
Cuando hablamos de trabajar la
inteligencia, hablamos leer libros, artículos, escuchar podcasts, ver videos,
etcétera. Sin embargo, es muy importante advertir que intentar salir de la
pornografía trabajando solo la inteligencia es como pretender curar una herida
de bala en la pierna dándole al paciente un libro de fisioterapia y
rehabilitación.
Entonces, ¿por qué formar la inteligencia? Porque, si bien
el vicio no se cura a este nivel, trabajar la inteligencia nos puede ayudar a
saber qué hacer para curarnos. Nos da la teoría que después habrá que aplicar a
la práctica. Sin teoría, no hay qué aplicar.
Nos permite conocer también el
daño que produce, no solo en nosotros —destruye nuestra capacidad de amar—,
sino también en tantos otros que son abusados en la elaboración de la misma.
Esto nos puede ayudar a encontrar más motivos para tratar de dejarla.
Si bien la lucha contra la
pornografía no se gana a este nivel, trabajar la inteligencia es muy
importante, pues nos aporta los insumos que usaremos para dejar la pornografía.
Esta lucha se da propiamente en el ámbito de la afectividad, tanto en la
dimensión voluntaria cuanto en la involuntaria. De esto nos ocuparemos a
continuación.
2. TRABAJAR LA DIMENSIÓN INVOLUNTARIA
La afectividad tiene dos
dimensiones: una voluntaria y una involuntaria.
Como su nombre lo dice, la dimensión involuntaria opera sin nuestro
consentimiento. Por ejemplo, se manifiesta cuando de pronto uno empieza a
sentir algo por un amigo o por alguien que acaba de conocer.
O cuando uno sigue sintiendo
algo por otra persona cuando la relación ya terminó. Uno no está en control
directo de sus deseos ni de sus sentimientos. Esto es lo propio de la dimensión
involuntaria de nuestra afectividad.
Ser conscientes de esta
dimensión involuntaria es muy importante porque el apego a la pornografía es
una herida que se da directamente en esta dimensión de la afectividad. Se
manifiesta a través de un impulso que escapa al propio control. Este, muchas
veces, es tan fuerte que uno se siente incapaz de resistir a él.
3. ALEJAR LAS SITUACIONES QUE NOS HACEN CAER
A este nivel involuntario, hay
dos recursos a trabajar. El primero de ellos es mantenernos alejados lo más posible de las
situaciones que nos hacen caer. Esto implica que uno identifique las constantes
que se repiten en las caídas: estados de ánimo
(tristeza, aburrimiento), lugares (la habitación, la oficina), dispositivos
(celular, computadora), horarios (en la noche antes de ir a dormir o en el
break del trabajo), etcétera.
Frente a ellas, no hay
posibilidad de negociación. Hay que estar alertas cuando se presenten y evitar
que se den de manera conjunta.
4. CONSEGUIR UN BUEN TOKEN TE AYUDARÁ A DEJAR LA
PORNOGRAFÍA
El segundo recurso es buscar
un token al que podamos recurrir en los momentos de tentación. Un token es algo
tangible —un objeto, una foto, una carta, etcétera— que tiene una poderosa
carga afectiva.
Cuando la tentación es muy
intensa, los razonamientos no sirven de mucho. Estos no se dan en el mismo
nivel en el que se está produciendo la tentación. Si hay fuego en el primer
piso, hay que usar el extinguidor en el primer piso, no en el segundo.
Es importante que se trate de
algo que realmente mueva nuestra afectividad. Es decir, no por ser
católicos el solo hecho de tomar una cruz o un rosario en nuestras manos va a
ayudar a ahuyentar la tentación.
Podrán ayudar si los asociamos
a la oración, pero si no mueven por ellos mismos nuestra afectividad, no sirven
como token. Recordemos que en este artículo nos estamos ocupando de los
recursos naturales para luchar contra la pornografía.
Un buen token debe ser capaz
de evocar sentimientos contrarios al deseo de ver pornografía. Puede ser la
foto de la persona —o personas— que uno ama, una carta escrita a uno mismo para
leer en los momentos de tentación, un objeto que haya llegado a nosotros en
algún momento especial de nuestra vida, etcétera.
Lo importante del token es que
produzca en nosotros una respuesta afectiva. Mientras más fuertes sean los
sentimientos que evoque, mejor podremos luchar contra ese momento de tentación.
5. LA DIMENSIÓN VOLUNTARIA
Por más fuertes que sean los
deseos que uno experimenta, uno siempre tiene la posibilidad de elegir. Lo que
ocurre muchas veces con la pornografía es que, de tanto ceder al deseo, la
voluntad se encuentra en extremo debilitada. Tanto es así que se puede llegar
al punto de que incluso cuando el deseo no es tan intenso, uno igual cede ante
a él.
Es muy importante tomar
consciencia de que, por más que uno quiera dejar la pornografía, en el momento de la tentación, uno siempre
quiere caer. Es decir, nadie lo obliga a uno a ver pornografía: por más que la decisión pueda estar fuertemente
condicionada por el deseo, uno siempre puede elegir. En ese momento,
elige la pornografía. Y si opta por ella, también puede elegir alejarse de
ella.
Ahora bien, lo cierto es que
la voluntad se encuentra tan debilitada que rechazar la tentación puede ser tan
arduo como tratar de correr con una herida de bala en la pierna. Por este
motivo, es muy importante rehabilitar la voluntad.
La voluntad se rehabilita
trabajando sobre otros ámbitos en los que no se presenta la tentación, pero sí
se requiere un esfuerzo en orden a realizar ciertas acciones. Por ejemplo,
disponerse a cumplir un horario, levantarse apenas suena el despertador, hacer
alguna penitencia —como evitar comer postres—, limitar el uso de internet,
etcétera.
Se debe tratar de cosas que
requieran fuerza de voluntad para llevarlas a cabo. Esa fuerza de
voluntad adquirida podrá ser empleada en la lucha por dejar la pornografía.
Escrito por: Daniel Torres Cox
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