Una entrevista a María Calvo Charro, autora del libro «Paternidad robada» nos hace caer en la cuenta de muchas cosas, diría que la principal de ellas es que la sociedad actual se ha vuelto completamente loca. ¿Cuál es la característica de la locura? Actuar sin considerar cuáles pueden ser las consecuencias de las acciones que hacemos.
María Calvo describe, en un
video, por momentos «humorístico» (no estoy
seguro de querer hacer muchos chistes sobre esto) cómo, desde la «revolución» de mayo de 1968, la figura del
padre ha ido desdibujándose, ha sido atacada hasta el punto de
pretender que da lo mismo un padre que una madre, o a considerar al padre como
una madre «disfuncional» a la que hay que
educar.
El video, parte de una serie
llamada «El efecto Avestruz»,
una serie de entrevistas de la Asociación Católica de Propagandistas
que hace referencia a este hecho: frente a los problemas de la sociedad,
la sociedad misma mete la cabeza bajo la tierra y no quiere discutir temas que
son no ya necesarios, sino cruciales para el futuro de nosotros mismos, de
nuestras relaciones, de nuestras familias y en última instancia de la sociedad.
MAYO DE 1968 Y EL EMPODERAMIENTO DE LA MUJER
Bajo el pretexto de un
desplazamiento de la mujer de lo que el feminismo definió como «las decisiones importantes», se propuso un «empoderamiento» de la mujer. Aproximadamente
desde mayo de 1968, este empoderamiento consistió en la desaparición de lo
genuinamente femenino, para reemplazarlo por un intento de forzar el ingreso de
la mujer a los ámbitos tradicionalmente «masculinos»
de la sociedad.
La falta de reflexión sobre
este fenómeno, ha hecho que hayamos pasado por varias olas de feminismo donde
explícitamente se fue cercenando, mirando con desprecio el rol de la mujer.
Ejemplificada en el ama de casa, y admirando con envidia el rol
masculino, idealizado en «el poder» (económico,
político, social, etc.) sin tener en cuenta que ese poder fue siempre ejercido
por una porción minúscula de hombres.
La
inmensa mayoría de los hombres de la época tan sufrida y sufriente como las
amas de casa, pero en otros ámbitos. El hombre tenía que ir a
luchar a la guerra, ser el último después de las mujeres y los niños en las
catástrofes, y un prolongado etc.
EL DESPRECIO DEL FEMINISMO POR LA MUJER
Y su rol de educadora de la
siguiente generación se ve en casi todas las expresiones culturales de la
época. ¿Es realmente un fracaso tener una casa, una
familia, dedicarse a los demás? ¿Es un
fracaso tener el amor de un esposo e hijos que crecen sanos en un ambiente
ordenado, limpio y cuidado con amor?
Para la época, sí. Y para
nuestra época no solo es un fracaso. Es una derrota y una ignominia que una
mujer quiera casarse, tener hijos y dedicarse a su familia. Y el feminismo le
propone a la mujer que postergue o aniquile ese sueño en pos de un sueño de
poder que es para una fracción infinitesimal de hombres y una fracción aún más
infinitesimal de mujeres.
EL ROL DEL HOMBRE, ¿EXISTE?
Quienes
peores han salido parados de esta falta de reflexión del feminismo son los
hombres. El rol del hombre, como dice
María Calvo, es denigrado hasta el punto de identificar al hombre con todos los
males de la sociedad. Se presenta a la masculinidad como «tóxica» no para destacar que hay una mala
masculinidad y proponer una alternativa de una masculinidad buena, sino
enfrentándola a la feminidad. Lo femenino es siempre bueno, lo masculino es
siempre malo. Ese es el mensaje del feminismo moderno.
La solución propuesta por la
autora es, para mi punto de vista, de una simplicidad asombrosa: Es volver a
los orígenes, o, como lo diría Chesterton, ser originales. Reconocer que la
masculinidad tiene una desviación y un vicio que se llama machismo, y buscar
volver a reconocer a la masculinidad que fue el origen y la razón de ser de la
civilización occidental, la masculinidad protectora de Héctor como héroe.
Una masculinidad protectora
como la de San José, que está siempre dispuesto al sacrificio para acompañar a
María y a Jesús, la masculinidad que sale a enfrentar todos los peligros, y que
ante las catástrofes tiene un solo lema: «Las
mujeres y los niños primero». Roguemos a San José para poder seguir su
modelo de paternidad protectora y entregada.
Escrito por: Andrés D' Angelo
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