FRANCISCO: «LA FE NO ES UN REFUGIO PARA PERSONAS SIN VALOR, SINO LA EXPANSIÓN DE LA VIDA»
El papa
Francisco ha enviado un mensaje al obispo de Rimini, donde se celebrará el ya
tradicional «Meeting por la Amistad» entre los pueblos, que organiza el
movimiento Comunión y Liberación.
(Vatican.news) Del 20 al 25 de agosto tendrá
lugar una nueva edición del Meeting de Rímini, la el encuentro que el
movimiento Comunión y Liberación dedica al «diálogo
social, de culturas y religioso», en el recinto ferial de la localidad italiana
costera de la Emilia-Romaña. El propio presidente de la República
Italiana, Sergio Mattarella, abrirá esta edición, que lleva por lema «El
valor de decir yo».
En su mensaje al obispo de
Rímini, el Papa asegura que el lema, «tomado del Diario
del filósofo danés Søren Kierkegaard,
es muy significativo en un momento en que se trata de empezar con buen pie,
para no desperdiciar la oportunidad que brinda la crisis pandémica»,
señaló el Pontífice.
«Reiniciar» es la palabra clave, se lee en
el texto, pero no ocurrirá automáticamente, porque la libertad está implicada
en toda iniciativa humana, agrega el Papa, porque, recordando la Spe Salvi de
Benedicto XVI, «la libertad debe ser conquistada de nuevo por el
bien».
A los organizadores y participantes,
el Papa les dice que «la alegría del
Evangelio infunde la audacia de recorrer nuevos caminos: Debemos tener el valor de encontrar nuevos signos,
nuevos símbolos, una nueva carne, [...] particularmente atractiva para los
demás». Y añade que
«la seguridad de
la fe nos pone en camino, y hace posible el testimonio y el diálogo con todos.
(Encíclica Lumen fidei, 34), sin excluir a nadie, porque el horizonte de la fe
en Cristo es el mundo entero».
EL VALOR DE DECIR YO
EN TIEMPOS DE PANDEMIA
La
pandemia, recuerda
el Papa, ha impuesto el distanciamiento físico y a la persona, al «yo» de cada uno, en el centro, «provocando en
muchos casos el despertar de preguntas fundamentales sobre el
sentido de la existencia y la utilidad
de vivir que habían estado dormidas o, peor aún, censuradas durante demasiado
tiempo». También –añade– ha surgido una responsabilidad
personal, porque nos ha hecho a todos «testigos
de esto en diferentes situaciones. Ante la enfermedad y el dolor, ante la
aparición de una necesidad, muchas personas no se han acobardado y han dicho:
«Aquí estoy». La sociedad tiene una necesidad vital de personas que sean
presencias responsables. Sin personas no hay sociedad, sino una
agregación aleatoria de seres que no saben por qué están juntos», afirma.
De lo contrario, manifiesta el
Papa, lo único que quedaría sería «el egoísmo del
cálculo y el interés propio, que hace que la gente sea indiferente a todo y a
todos. Además, las idolatrías del poder y del dinero prefieren tratar con
individuos en lugar de con personas, es decir, con un «yo» centrado en sus
propias necesidades y derechos subjetivos en lugar de un «yo» abierto a los demás,
que se esfuerza por formar el «nosotros» de la fraternidad y la amistad social».
En el mensaje, el Santo Padre
no se cansa de advertir a quienes tienen responsabilidades públicas
contra la tentación de utilizar a la persona y desecharla cuando ya no es
necesaria, en lugar de
servirla.
EL VALOR DE DECIR YO
NACE DEL ENCUENTRO CON CRISTO
Francisco, señala que, sin
embargo, la valentía no siempre es un don espontáneo y nadie
puede dársela a sí mismo, recordando
las palabras de Don Abbondio de Manzoni, «sobre
todo en una época como la nuestra, en la que el miedo –que revela una profunda
inseguridad existencial– juega un papel tan decisivo que bloquea tantas
energías e impulsos hacia el futuro, que se percibe cada vez más incierto,
sobre todo entre los jóvenes».
Entonces, se pregunta el Papa,
de dónde puede salir el valor para decir «yo», ese
valor proviene del encuentro:
«Sólo en el
fenómeno del encuentro es posible que el yo decida, que se haga capaz de
aceptar, reconocer y acoger. El valor de decir yo nace ante la verdad, y
la verdad es una presencia»,
El Pontífice afirma que desde
el día en que se hizo carne y vino a habitar entre nosotros, Dios ha dado al
hombre la posibilidad de salir del miedo y encontrar la energía del bien
siguiendo a su Hijo, muerto y resucitado. Así, «la
relación filial con el Padre eterno, que se hace presente en las personas
alcanzadas y cambiadas por Cristo,
da consistencia al ego, liberándolo del miedo y abriéndolo al mundo con
una actitud positiva. Genera una voluntad de bien»
«El encuentro
con Cristo, dejándose asir y guiar por su amor, amplía el horizonte de la
existencia, le da una esperanza sólida que no defrauda. La fe no es un refugio para
personas sin valor, sino la expansión de la vida. Nos hace descubrir
una gran llamada, la vocación al amor, y nos asegura que este amor es fiable,
que vale la pena entregarse a él, porque su fundamento se encuentra en la
fidelidad de Dios, más fuerte que toda nuestra fragilidad» (ID, Enc. Lumen fidei, 53).
ENCUENTRO Y ANUNCIO
Sobre todo, la razón
profunda del valor del cristiano es Cristo, se lee en el mensaje: «es el Señor
resucitado quien es nuestra seguridad, quien nos hace experimentar una
profunda paz incluso en medio de las tormentas de la vida.
El Santo Padre
espera que durante la semana del Encuentro los organizadores e invitados den un
testimonio vivo, haciendo suya la tarea indicada en el documento programático
de su pontificado: «Muchos [...] buscan a Dios en secreto, movidos por la
nostalgia de su rostro, incluso en los países de antigua tradición cristiana. Los
cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no
como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría,
señala un hermoso horizonte, ofrece un banquete deseable (Evangelii gaudium,
14)».
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