Jennifer denuncia la
complicidad de los abortorios con los violadores y abusadores.
«Si tienen 14 años o menos, mándelas aquí si
necesitan un aborto»: una imagen captada con cámara
oculta por la organización provida Live Action en un abortorio de Planned
Parenthood en Perth Amboy (Nueva Jersey).
Los
negocios abortistas han sido acusados más de una vez (incluso con pruebas obtenidas
mediante cámara oculta) de encubrir
abusos sexuales a menores cuando dan lugar a un embarazo, procediendo al aborto
reclamado por el abusador en vez de denunciarle a las autoridades.
El blog provida Salvar el 1 recoge uno de esos casos, relatado en
primera persona por Jennifer McCoy, de Wichita (Kansas, Estados Unidos), quien
padeció un infierno por un aborto que no quería y logró salir adelante gracias
al Proyecto Raquel,
que atiende a mujeres víctimas de ese drama: Jennifer quedó embarazada tras una violación y la obligaron
a abortar.
Estoy
escribiendo esto en el 21º aniversario
de mi aborto y me cuesta creer que haya pasado tanto
tiempo. Gracias al Proyecto Raquel y algunas largas
charlas con Dios estoy mucho mejor y he solucionado la mayoría de mis
problemas.
Cuando
tenía 15 años, en Michigan, tuve una relación sentimental con un profesor de Secundaria que tenía más del
doble de mi edad y estaba casado. De hecho, tenía hijos de mi misma
edad. Era muy joven y pensé que estaba enamorada. Cuando tenía 16 años, me quedé embarazada.
Mi mamá
se enteró cuando la enfermera del doctor la llamó y le dio los resultados de mi
prueba de embarazo. Ella se dispuso a averiguar quién era el padre
siguiéndome.
Cuando lo descubrió, lo amenazó con la pérdida de su trabajo, su familia y su libertad. Luego me comunicó que me había pedido cita para abortar. Dije: "¡No!" y me marché a casa de una familia donde ayudé a cuidar a sus cuatro hijos y seguí asistiendo a la escuela.
Mi madre
presionó al padre de mi hijo y me hicieron mi primera cita de obstetricia y
ginecología en la clínica del Dr. Hodari en Southgate. Pensando que iba a
una revisión prenatal, fui y llené algunos papeles, aunque no un formulario de
consentimiento porque sabía que no
quería un aborto. Hablé allí con una asesora y le dije que yo no quería
abortar. Ella me dio información sobre el control de la natalidad y
nada más. Entonces me dijeron que necesitaba un ultrasonido. La
pantalla se mantuvo alejada de mí y me dijeron que estaba de 7-8 semanas.
Se suponía que la siguiente parte era el examen, que era una rutina, según me dijeron. Cuando aquel hombre entró en la habitación y le dije que estaba lista para un examen, masculló algo. De repente, sentí un dolor insoportable y escuché un ruido como de vacío. Intenté levantarme y él me empujó hacia abajo.
Se suponía que la siguiente parte era el examen, que era una rutina, según me dijeron. Cuando aquel hombre entró en la habitación y le dije que estaba lista para un examen, masculló algo. De repente, sentí un dolor insoportable y escuché un ruido como de vacío. Intenté levantarme y él me empujó hacia abajo.
Vídeo difundido en mayo de 2018 por la organización provida Live Action, donde se
denuncia la complicidad del negocio del aborto con los abusadores y violadores
que, con la complicidad de los abortorios (conscientes de la edad de sus
víctimas), eliminan en la prueba de su crimen: el embarazo de una menor.
Estaba
llorando y él dijo: "Terminará en cinco
minutos y puedes continuar con tu vida. Si te mueves, podrías
morir". Estaba aterrorizada y todo lo que podía hacer en ese
momento era llorar. Tenía miedo y estaba sola en esa
habitación. Sentí que me estaban arrancando algo dentro de mí y no había
nada que pudiera hacer. El hombre
que me dejó embarazada estaba en la sala de espera.
¡Estaba enojada porque nadie me ayudaba! Sabían en
la clínica que este hombre mayor era el responsable de embarazarme, pero nadie dijo una palabra. El aborto iba a
encubrir su delito, ocultando el hecho de haber tenido relaciones sexuales con
una menor. Por eso los violadores aman
el aborto, porque borra toda huella de sus crímenes.
No había
nadie en la calle, ningún pro-vida rezando fuera, porque sé que si una
sola persona me hubiera alertado de que entraba
en un abortorio y no en un consultorio de obstetricia y ginecología,
entonces yo nunca habría entrado.
Algunas
semanas después, llevé a este hombre a juicio y su abogado presentó los
documentos en los que afirmaba que mi
madre había firmado los documentos necesarios para que pudiera hacerme el
aborto sin mi consentimiento. Me sentí completamente traicionada y
el bebé que tanto deseaba estaba muerto. Sé que era un niño, así que años
más tarde, después de décadas de no estar bien y no poder ni levantarme de la
cama, asistí a un retiro del Proyecto Raquel y lo llamé Austin Christopher.
Mi madre
todavía vive en Michigan y hoy nuestra relación es buena. Después del
aborto, había querido morir. Luego, en 1994, fui al Proyecto Raquel y
fue la primera vez que realmente lidié con mi aborto y con las relaciones rotas
que éste había provocado, incluida mi madre. Aunque tenemos creencias
completamente diferentes, ella sostiene que tomó las decisiones correctas así
que, por respeto a ella, hemos decidido no hablar más del asunto. Ella siente
que tenemos una buena relación y yo estoy de acuerdo. Pero costó años y
pasar por el Proyecto Raquel para llegar a
ella.
Comencé a
ir a las clínicas de abortos como voluntaria en 1991. Desde entonces, sentí que
Dios me llamaba a estar allí, en primera fila donde las niñas y jóvenes que van a abortar deben saber que hay ayuda para
ellas y su bebé, que no están solas y que hay gente que se preocupa por
ellas.
Mis hijos
asisten a la escuela católica. En Secundaria una de las clases de moralidad
incluía tres historias de niñas que iban a abortar. Los estudiantes debían
elegir una y debatir qué se podía hacer para tratar de disuadirlas. ¿Qué les dirían a la niña? Cuando la tarea
terminó, mi hija dijo que ésa era mi historia. Ella está en el décimo
grado. Hemos ido juntas a las clínicas de abortos durante años. Cuando una de mis hijas tenía ocho años, fue
a hablar con una joven sobre el aborto y esa joven le puso a su bebé el nombre
de mi hija. Estoy muy contenta de que mis hijos "lo entiendan" y de ahorrarles el dolor
que yo soporté.
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