Los
cristianos siempre han deseado tener un cuadro claro y cronológico de la vida
de Jesús. Es un deseo que humanamente se comprende bien.
Aquí desarrollamos su historia en una secuencia 20 pasos, comenzando
con su nacimiento.
Las páginas que siguen acerca de este tema tienen
que ir marcadas con muchos signos de interrogación.
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Pero ya la mera referencia a esas interrogantes acentúa el colorido del cuadro.
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Pero ya la mera referencia a esas interrogantes acentúa el colorido del cuadro.
La mayor virtud de este artículo es el ordenamiento de los sucesos en la
vida de Jesús, porque las fechas que maneja son discutibles.
NACIMIENTO
DE JESÚS, INFANCIA Y JUVENTUD
1. La fecha del nacimiento de Jesús
No podemos establecerla con seguridad. A pesar de lo cual
hay ciertos puntos de apoyo:
a) Un terminus ante quem (fecha “antes de la cual” no se puede poner) es la fecha
de la muerte de Herodes el Grande, ocurrida en la primavera del 750 ab urbe condita (el 750 de la
fundación de Roma). Ahora bien, ese año
corresponde al año 4 antes de Cristo — pues no hay un año 1 a.C. ni un
año 1 d.C. —, porque el año primero cristiano corresponde al 753 ab urbe
condita. Puesto que Herodes aún vivía cuando nació Jesús, éste debió nacer antes del año 4 de la era
cristiana. Evitaremos la contradicción que supone decir que Cristo nació
“antes de Cristo” y hablaremos mejor del
cómputo o de la era cristiana.
b) El censo del que habla Lc
2:13 correspondió probablemente en los territorios de Herodes a los años 107
a.C., luego de
que sus relaciones con Roma se perturbasen el año 8 a.C. Si el nacimiento de Jesús ocurrió durante el
período del censo en cuestión, la fecha de dicho acontecimiento habría
que colocarla entre los años 7 a 4
antes de la era cristiana.
c) Las investigaciones sobre la
aparición de la estrella (“la estrella de Belén”), que los astrónomos sitúan en
el año 7 a.C., confirman así mismo el año 7 antes de la era cristiana como el
año del nacimiento de Jesús. Pese a todos los problemas que ello comporta hay
que establecer como año primero el de la conjunción de los astros. Algunos
opinan que el cómputo del tiempo el nacimiento de Cristo probablemente
está retrasado en siete años. Error que fácilmente pudo introducirse
porque hasta el siglo VI de la era
cristiana nadie había establecido una relación cronológica entre los
datos de la vida de Jesús y los cómputos vigentes del tiempo. Y el reparar algo
así resulta extraordinariamente difícil. En los años 523-525 el sabio monje Dionisio — que a sí mismo se
llamaba “Dionysius Exiguus,” Dionisio el
Exiguo — investigó la fecha alejandrina de la pascua. El año 525 publicó Dionisio su Líber de paschate (Calendario
pascual), en el cual ofrecía también un cómputo sobre el tiempo de la vida de
Jesús. Para ello utilizó los distintos
datos de los Evangelios y los relacionó con los dos cómputos habituales por
aquella época: el cómputo ab urbe condita (o de la fundación de Roma),
que desde luego resultaba más bien de un valor meramente literario frente al otro
cómputo, que era el año del acceso al trono del emperador Diocleciano. El día del acceso al trono de Diocleciano lo
fijaba Dionisio para el 29 de agosto del 284 d.C., y el año de la
fundación de Roma tendría que haber sido el año 754 a.C. En dicho cálculo había
fallos que se debían sobre todo a la
fórmula de Lucas, según la cual cuando Jesús compareció en público “tenía como unos treinta años” (Lc 3:23). En el
año 1606 Kepler señalaba (De Jesu Christi
salvatoris nostri vero anno natalitio) que el año 7 a.C. era el año del nacimiento de Jesús, después de haber
calculado el año de la conjunción de los astros. Desde entonces son muchos los
biblistas que han rechazado una y otra vez el establecer una conexión seria
entre la aparición de la estrella y el nacimiento de Jesús. Ello
impondría cautela sobre las
consecuencias que se han sacado del año de la aparición de la estrella.
2. La época del año en que nació Jesús
Es difícil de establecer; sólo cabe combinar algunos datos, sin llegar a
resultados seguros. El relato de los pastores — en el caso de que pueda tener
alguna significación histórica — indica que al tiempo de nacer Jesús los
rebaños pernoctaban al aire libre, cosa que ocurría de hecho desde marzo hasta finales de octubre. Con
ello tendríamos esas fechas para situar el nacimiento de Jesús: marzo finales de octubre (del año 7 a.C.). Mas, dado que en
Belén durante el verano los campos no dan hierba alguna, que sólo brota tras
las primeras lluvias otoñales, cabría suponer que los rebaños se concentraban en Belén principalmente antes del verano, por
los meses de marzo-abril. Y como hemos de suponer también que los trabajos del censo descansaban en pleno
verano y durante la época de las lluvias invernales. Por ese lado no habría nada que oponer a la fecha de
marzo-abril para el nacimiento de Jesús, aunque tampoco esto suponga una
confirmación de tal fecha. ¿Y por qué no se habla de la noche del 24-25 de diciembre? Esa noche era una noche de fiesta pagana ya
desde el año 275; en ella celebraban los romanos la primera noche del
solsticio de invierno, en la que ya se advierte el acortamiento de las horas de
oscuridad. Era la noche del natalis
Solis invicti (el natalicio del Sol invicto, es decir, del invicto dios
del Sol). Como los cristianos nuevos, cuyo número aumentaba de día en día
después del año 311 (fecha en que el emperador Constantino permitió el
cristianismo en el imperio romano), a pesar de su cristianismo se sintieran
atraídos a celebrar la fiesta pagana del Sol, la Iglesia cristiana de Roma hizo de esa fiesta el día del nacimiento del
“Sol de justicia” (es decir, la festividad natalicia de
Jesucristo). Ello ocurrió con toda
seguridad entre los años 311 y 336 (para ese último año la fiesta ya
está documentada). La visita de los
magos — en el caso de que también se la quiera incorporar a la cronología —
habría que situarla de un modo más seguro a comienzos de diciembre (del año 7
antes de la era cristiana), porque en esas fechas apareció la conjunción
astral en el cielo vespertino. Pero los
sabios vieron la estrella cuando viajaban de Jerusalén a Belén. Y aunque
Heredes solía pasar la mayor parte de los inviernos en Jericó, ello no tendría que suponer ningún impedimento
para aceptar diciembre como fecha de la visita de los magos, ya que, con
motivo de la fiesta de la Dedicación del templo, Herodes pudo haber pasado
algunos días en Jerusalén. Pese a lo cual también es posible que la aparición de la estrella a los sabios ocurriera en el
equinoccio de septiembre-octubre, cuando la estrella era visible en la noche.
Resulta sin embargo dudoso que una
caravana se ponga en marcha en pleno verano para un viaje de seis semanas a
través del desierto. Por ello resulta más verosímil la fecha de
diciembre.
3. La huida a Egipto
Siguió a la visita de los magos; pudo, pues, muy bien haber ocurrido en
el invierno de los años 76 antes de la era cristiana. Como Herodes el Grande murió
en la primavera del año 4, la estancia en Egipto de la sagrada familia se
habría prolongado al menos durante dos años (desde el invierno de los años 76
hasta la primavera del año 4). La
matanza de los inocentes por mandato de Herodes habría que colocarla en la
primavera del año 6, tal vez después de que Herodes había regresado a
Jerusalén de su estancia invernal en Jericó: escasamente
un año después de la ascensión helíaca de la estrella. Para excluir
cualquier incertidumbre Herodes ordenó la muerte de todos los niños varones
desde dos años de edad, con lo que incluía en su orden como años completos los
dos años que empezaban en la primavera del año 7 antes de nuestra era. Tras la muerte de Herodes (el año 4) pudo
José retrasar algún tanto el regreso en espera de que se tranquilizasen las
cosas. Y sólo entonces regresó a Israel con María y el niño Jesús. Desde aproximadamente el otoño del año 4 antes
de nuestra era vivió la sagrada familia en Nazaret.
4. Jesús tenía doce años, cuando estalló la
sublevación de Judas de Galilea en los antiguos territorios herodianos
Ello explica
también, en el relato de Lucas, el hecho sobre todo de que los peregrinos viajasen “en
grupo” o “en caravanas” (Lc 2:44), porque eran tiempos inseguros. La atmósfera de rebelión influyó con
toda seguridad en las discusiones de los letrados en el templo, por lo que no
se puede excluir que las enseñanzas sobre el Mesías hubieran retenido a Jesús
en el templo. Resultarían por tanto
aproximadamente estas fechas: Concepción de Jesús en junio-julio del año 8
antes de nuestra era (la marcha de María a las montañas también en
junio-julio del año 8) Nacimiento de
Juan Bautista y regreso de María a Nazaret en septiembre-octubre de ese
mismo año 8. Viaje a Belén en
febrero-marzo del año 7 (siempre antes de nuestra era). Nacimiento de Jesús en marzo-abril del
año 7 (la duración del viaje pudo ser
de cuatro días). Circuncisión de
Jesús a los 8 días después del nacimiento. Rescate de Jesús en el templo en abril-mayo del año 7. Visita de los magos a comienzos de
diciembre de ese mismo año (lo más pronto a finales de septiembre del año 7). Huida a Egipto entre mediados de
diciembre del año 7 y la primavera del año 6. Matanza de los inocentes de Belén en la primavera del año 6. Muerte de Herodes el Grande en marzo
del año 4 antes de la era cristiana. Regreso
de la familia de José a Nazaret a finales de verano o en el otoño del
año 4. Viaje a Jerusalén, cuando Jesús
tenía doce años y se perdió, el año 6 de la era cristiana. Sin embargo, por concluyentes que puedan
parecer estos cálculos, sólo tienen un fundamento, si los
acontecimientos de los que se parte son acontecimientos realmente históricos. La marcha de María a la región montañosa para
visitar a su prima Isabel, la madre de Juan (Bautista), sólo puede ser
histórica si la tal Isabel era realmente su pariente o conocida, y no
sólo un elemento de predicación que pretende señalar cómo Jesús es el salvador
de los necesitados, y que Lucas referiría para mostrar que Jesús lo había sido
ya desde antes de nacer. Lo mismo
con la visita de los magos posiblemente sea sólo una narración, sin
ninguna pretensión histórica, que pretendía anunciar sobre todo a los judíos la
vocación de todos los pueblos a la comunidad de Jesús, resulta problemático que
la “estrella de Belén” tenga tanto valor
para señalar la fecha del nacimiento de Jesús. Naturalmente, hay que contar también con la posibilidad de que el autor
de la narración de los magos (Mt 2:1-12) la haya inventado, pero
relacionándola con la conjunción de los planetas que él conocía. De ese modo la aparición de la estrella
seguiría siendo una indicación cronológica, aunque para el autor se
tratase de una imagen simbólica y de una referencia “al
recién nacido rey de los judíos” (Mt 2:2), si bien su nacimiento no
estaría tan estrechamente ligado a la aparición de la estrella como querríamos
deducir del texto.
EL
MINISTERIO PÚBLICO
Según los Sinópticos habría durado aproximadamente año y medio; pero el
Evangelio de Juan sugiere una actividad pública de Jesús más larga. Esta contradicción ha hecho
reflexionar mucho a los comentaristas. Tal vez sea insoluble. Cabe, sin
embargo, una propuesta razonable de solución, suponiendo por ejemplo que los Sinópticos sólo pretenden abarcar la
última y decisiva fase de la vida de Jesús, mientras que Juan tendría
ante los ojos todo el período que media entre el bautismo y la crucifixión. Habría
que suponer, además, que los Sinópticos
pasan inmediatamente del bautismo y tentación de Jesús al último año decisivo. O mejor,
que han resumido todos los
acontecimientos en un año, mientras que el Evangelio de Juan después del
bautismo de Jesús y su ayuno de cuarenta días empieza con el tiempo en que
Jesús todavía actuó a la sombra del Bautista, dando a entender claramente una
actividad de Jesús más prolongada. Como quiera que sea, la “cronología corta” de los
Sinópticos no constituye una contradicción de la “cronología
larga” del evangelista Juan, ya que se puede encajar bien en los
períodos de tiempo señalados por el cuarto Evangelio. La “cronología larga,” que puede
establecerse según el Evangelio de Juan, se apoya sobre todo en los relatos de
las visitas de Jesús a Jerusalén, con lo que resultan varias fiestas de Pascua
celebradas por Jesús. Los Sinópticos, en cambio, sólo refieren extensamente una
visita de Jesús a la capital: la visita para la
Pascua de la pasión. Mas también los Sinópticos dan a entender —
por ejemplo, Mt 23:37 — que Jesús
acudió varias veces a Jerusalén: “Jerusalén,
Jerusalén… ¡cuántas veces quise reunir a tus hijos…!” También de Lc
9:53; 13:15; 17:11 hay que concluir la
existencia de varios viajes a Jerusalén, aunque no sea posible sacar
conclusiones más precisas al respecto.
5. El bautismo de Jesús
Debió de haber tenido lugar entre la aparición de Juan Bautista y su
encarcelamiento. Para la presentación en público del Bautista se señala el año
quince del gobierno del emperador Tiberio (Lc 3:1); ese año correspondió al 28 d.C. Los otros datos que Lc 3:12
concuerdan con ello: Poncio Pilato
era procurador de Judea desde el año 26 d.C.; Herodes Antipas era tetrarca de Galilea (desde el 4 a.C. al 39
d.C.); Filipo, su hermano, era
tetrarca de Iturea (del 4 a.C. al 34 d.C.) y eran sumos sacerdotes Anas y Caifas. Así pues, ese año 28 d.C. viene
refrendado por los paralelos cronológicos, aunque la fecha no pueda
precisarse con la exactitud que desearíamos. Para dar un dato preciso podríamos
decir que Juan Bautista ejerció su
ministerio público desde la primavera del año 28 d.C. Como según la cronología
que proporciona el Evangelio de Juan, la encarcelación de Juan Bautista hay que
ponerla en el otoño del 29 ó del 30 d.C., entonces el bautismo de Jesús se
situaría en la primavera de los años 28, 29 ó 30 d.C. Estando a la
cronología del mismo cuarto Evangelio,
parece preferible la primavera del año 29 para el bautismo de Jesús, si
el año de su muerte fue el 32 d.C., como preferimos pensar. Adoptamos, pues, la
primavera del año 29 d.C. como el tiempo del bautismo de Jesús (podría haber
sido hacia febrero). La permanencia de
Jesús en el desierto hay que conectarla directamente con el bautismo,
según el texto: “Luego el Espíritu lo impele al
desierto” (literalmente según Mc 1:12). Lo que no podemos es concluir de
los “cuarenta días” de ayuno que la estancia de Jesús en el desierto se
prolongó hasta el mes de abril, ya que los “cuarenta
días” es un número esquemático que se refiere a la permanencia de Moisés
en el Sinaí durante ese período de tiempo. Jesús aparece así como el nuevo
legislador en paralelismo con el viejo legislador Moisés. Con otras palabras, no se puede establecer una duración precisa
de la permanencia de Jesús en la montaña de Judá.
6. La primavera prepascual el 29 d. C.
Tras su estancia en el desierto Jesús regresó al Jordán, donde Juan el
Bautista le traspasó dos de sus discípulos: Juan y
Andrés. Estos consiguieron — en el Jordán o de camino hacia Galilea —
que se les uniesen Simón Pedro, Felipe y Natanael (Jn 1:35-51). Con esos cinco discípulos llegó Jesús “al tercer día” a Cana, donde encontró a su
madre, que estaba invitada a una boda, y también encontró allí a sus hermanos
(Jn 2:12). Con su madre, sus hermanos y
sus discípulos pasó por Nazaret, camino de Cafarnaúm: en Nazaret debió
de haberse reunido el consejo de familia, pues Jesús, sus hermanos y su madre
bajan desde allí a Cafarnaúm (Jn 2:21). Algunos días después marchó Jesús con
sus (cinco) discípulos a Jerusalén con motivo de la fiesta de Pascua.
7. La Pascua del 29 d.C.
En esa fecha empezó Jesús su actividad de juez mesiánico con la
purificación del templo (Jn 2:13-22). Con ocasión de
esa visita pascual celebró Jesús su encuentro con Nicodemo (Jn 3:1-21),
si mantenemos la sucesión joánica de las perícopas, que evidentemente podría
ser histórica.
8. De comienzos del verano a noviembre del 29 d. C.
A principio del verano se dirigió Jesús de Jerusalén al Jordán, donde
había recibido el bautismo de Juan, predicó e hizo que sus discípulos
bautizasen a la gente. Cuando supo que los fariseos lo vigilaban y llevaban a mal la afluencia
de gente que provocaba, partió hacia Galilea pasando por Samaría. Por las mismas fechas bautizaba también Juan
aguas arriba del río (Jn 3:22-24). En
ese viaje por Samaría tuvo tal vez lugar el encuentro con la samaritana junto
al pozo de Jacob (Jn 4:142). En
Cana le salió al paso un funcionario de la corte suplicándole que curase a su
hijo (Jn 4:43-45). Ese viaje de regreso podría colocarse en noviembre
del 29. Cabe suponer que desde el Jordán Jesús se acercó a Jerusalén para la celebración de las fiestas de Pentecostés y
Tabernáculos.
9. Entre finales del 29 y el otoño del 30 d. C.
Incluso ya en la primavera del 31 es difícil de establecer una secuencia
cronológica. Ethelbert Stauffer deja correr “diez
meses tranquilos” entre Jn 4:54 y Jn 5:1. Con seguridad hay que colocar en ese período el encarcelamiento de Juan
Bautista y su ejecución. Por ello no se puede decir que fueran “meses
tranquilos” en el sentido de
que Jesús se retirase. Su actividad
debió de suscitar una gran conmoción, hasta el punto de que Juan
Bautista, encarcelado, tuvo noticias de todo ello
por sus propios discípulos y le mandó a decir: “¿Eres tú el que ha de venir?” (Mt
11:3). Eso debió de ocurrir lo más
tarde en el otoño del 30, y ciertamente en Judea. Cabría ordenar muy
bien los acontecimientos entre el 29 y
el otoño del 30 de este modo: Primero una actividad más tranquila en Galilea, debido tal vez a la
crítica de los discípulos de Juan Bautista. Marcha, así mismo tranquila, para la festividad pascual en
Jerusalén, y quizá también para celebrar allí la fiesta de Pentecostés del año
30. En ese tiempo ocurrieron
ciertamente la curación de la suegra de Pedro, la curación de un tullido
y de muchos otros enfermos. Más tarde, a
finales de verano del 30 d.C., llamamiento de los apóstoles y, tras la
encarcelación del Bautista, una comparecencia sonada en Galilea. Ahí habría que
poner probablemente un sermón de la
montaña como predicación programática, la curación de un leproso (Mt
8:14), la curación de un criado del centurión (Mt 8:5-13), la curación de un
poseso (Mt 12:22-24; Lc 11:14), una predicación junto al mar (Mc 4:1-34), la
tempestad calmada y los sucesos de Gerasa (Mc 4:3 55:21), el encuentro con la
hija de Jairo (Mc 5:22-43), el fracaso en Nazaret (Mc 6:26), el envío de los
apóstoles (Lc 9:1), la predicación en Judea — de camino hacia la fiesta de
Tabernáculos, a fines de septiembre — y la pregunta del Bautista (Lc 7:18-28).
10. En octubre del año 30 d.C.
Es decir, tras la pregunta que le mandó formular Juan, y probablemente
también después de la muerte del precursor, encontramos a Jesús en “una fiesta” de los judíos en Jerusalén. Si traducimos el texto griego
de Jn 5:1 en su tenor literal tendremos: “Después
de esto se celebraba una fiesta de los judíos”; esa fiesta no podía ser otra que la de Tabernáculos. Y en ella
pondría el cuarto Evangelio la curación
de la piscina de Betesda (Jn 5:115). Políticamente, el año 30 d.C. fue un año peligroso para el judaísmo.
Sejano, el hombre fuerte de Roma y el mayor enemigo de los judíos en la
historia romana, retiró al gran consejo la autoridad para decretar la pena
capital, dejando en sus manos únicamente la jurisdicción sobre asuntos
religiosos.
11. En enero del 31 d.C.
Obtuvo Sejano
el consulado en compañía de Tiberio. En
ese tiempo Pilato, que era amigo de Sejano, debió de recibir el título de “amigo del César”
(amicus Caesaris, cf. Jn 19:12).
12. Primavera del 31 d.C.
Ya antes de la Pascua las esperanzas mesiánico – políticas de Galilea se
habían concentrado de tal modo en la persona de Jesús que sólo podía recorrer
el país rodeado de grandes muchedumbres (de hombres sobre todo). El relato de
la multiplicación de los panes (Jn 6:113) muestra a Jesús en medio de una de esas multitudes que lo
buscaban como al Mesías. Tuvo que
escapar de ellos porque querían hacerlo rey (Jn 6:15). Después tuvo lugar un enfrentamiento con los
judíos en la sinagoga de Cafarnaúm en torno al tema de la palabra de
Dios como donadora de vida, que el apóstol Juan (Jn 6:2271) ha transmitido como
un discurso eucarístico. Pascua del 31
d. C.: Jesús está en Jerusalén para celebrar la Pascua; es una fiesta
que ni siquiera Juan menciona. Mas, dado que Jesús observó fielmente esas fiestas de peregrinación y ni siquiera
sus enemigos le reprocharon jamás el que no las hubiera practicado, hemos de
suponer que también en aquella festividad pascual acudió a Jerusalén.
13. De Pascua a la fiesta de Tabernáculos del 31 d.
C.
Permaneció Jesús en Galilea. Para escapar a las pesquisas del gran
consejo, por una parte, y al agobio de la multitud que le seguía incansable,
por la otra, Jesús buscó un respiro retirándose a la región de Tiro y Sidón (Mc 7:2430). Al regreso de allí habría que colocar la
denominada “segunda multiplicación de los panes” (Mc 8:19), si es que tuvo efecto una tal segunda
multiplicación. Nueva peregrinación,
por los mismos motivos, a la región de Cesárea de Filipo. Confesión mesiánica de Pedro (Mc
8:2734). En ese viaje Jesús habló de su pasión (Mc 8:3032). A finales del verano del 31 corresponde la
ascensión al monte Tabor (Mc 9:19) con los sucesos subsiguientes al pie
del monte (Mc 9:1328). Todos los evangelistas hacen seguir otro anuncio de la pasión (Mc
9:2931), a propósito de lo cual estalló una discusión entre los discípulos (Mc 9:3236). En septiembre del 31 partió Jesús hacia
Jerusalén para la fiesta de Tabernáculos (Jn 710).
14. La fiesta de Tabernáculos
Tuvo una importancia decisiva en la vida de Jesús, y en cualquier caso
ésta fue la última fiesta de Tabernáculos antes de su muerte — cualquiera sea
la duración que supongamos para el ministerio público de Jesús. De acuerdo con
la cronología que aquí
proponemos (como una posibilidad), es la fiesta del año 31. He aquí algunos
datos relativos a la fiesta: Duraba siete días, más otro final (el cierre o conclusión). No sabemos cuándo llegó Jesús a la fiesta;
pero en público sólo apareció cuando la
fiesta ya iba por la mitad (Jn 7:14); el motivo debió de estar en la
sublevación que se planeaba. “En el último día de
la fiesta, que era el más solemne” (Jn 7:37) hubo en el templo un enfrentamiento casi tumultuario entre partidarios y
enemigos de Jesús y de su condición de profeta y Mesías (Jn 7:3752). La noche del último día de fiesta, que
tenía carácter sabático, la pasó Jesús en el monte de los Olivos. El sábado del día octavo de la fiesta
(el gran día, el día final) hubo un enfrentamiento con los escribas y fariseos:
discurso sobre la luz del mundo (Jn 8:12ss) y otro discurso sobre los hijos de
Abraham (Jn 8:31ss). El enfrentamiento
acabó con un intento de lapidación de Jesús, “pero
Jesús se escondió y salió del templo” (Jn 8:59). “De paso” — según cuenta Jn 9:1 — encontró al ciego de nacimiento, que Juan convierte en una
historia de curación milagrosa. Y, como era día de sábado, nuevo enfrentamiento
con los fariseos (Jn 9:141). Entre los
discursos de esta fiesta de Tabernáculos quizás haya que poner también
el discurso del buen pastor, que Juan 10:1-21 hace seguir a esos
acontecimientos. Jesús se retiró luego de Jerusalén a Galilea. 18 de octubre del 31 d. C.: el emperador
Tiberio se deshace de su compañero de consulado Sejano.
15. En el invierno del año 31 d. C. Jesús viaja a
la capital con motivo de la fiesta de la Dedicación del templo
El viaje
lucano (Lc 9:5110:24) puede muy bien entenderse como el viaje con motivo de esta fiesta de la Dedicación del templo. Durante
ese viaje de noviembre-diciembre habría
que colocar: la negativa de los samaritanos a dar hospedaje a Jesús (Lc
9:5256), la misión preliminar de los setenta discípulos a Judea, “a todas las ciudades y lugares a donde él tenía que ir”
(Lc 10:1ss). Al final del viaje ocurrió
la visita a casa de María: “Una sola cosa es
necesaria” (Lc 10:3842). También
con ocasión de aquella festividad intentó el pueblo arrancar a Jesús una
palabra decisiva sobre sus planes. A la declaración de Jesús sigue un nuevo intento de lapidación (Jn
10:2239). Acabada la fiesta de la Dedicación Jesús se retiró a Perea (Jn
10:40).
16. Jesús se mantuvo en la región al este del
Jordán (Perea)
Tal vez en la zona de aquella Betania en la que Juan había bautizado al
principio. Allí le llegó el mensaje de que su amigo Lázaro había caído enfermo, en la otra Betania, la que
estaba junto al monte de los Olivos. Aún
pasaron dos días, y cuando Jesús llegó al pueblo de su amigo, éste ya
había muerto (Jn 11:144). Inmediatamente
después, uno de los días que siguieron a los sucesos de Betania, tuvo
lugar la reunión del gran consejo en la que se decidió eliminar a Jesús. Decisión que se relaciona explícitamente con el
milagro de la resurrección de Lázaro (Jn 11:4553). Pero Jesús escapó a la amenaza de
detención y se refugió en la región cercana al desierto, en una ciudad llamada
Efraím (Jn 11:54). No se puede dar
ninguna datación precisa para ese breve viaje en las cercanías de Jerusalén. Ethelbert
Stauffer se refiere al tratado de la Misnah denominado Sanhedrín (43a), que habla de un pregonero que recorrió el país
cuarenta días antes de la ejecución de Jesús gritando: “Tiene
que ser lapidado porque ha encantado y seducido a Israel y lo
ha llevado a la apostasía. Quien quiera que sepa alguna justificación en
su favor, que venga y la deponga.” Ese dato podría indicar efectivamente
que la reunión del gran consejo que
acabó decretando la muerte de Jesús habría tenido lugar unos cuarenta días
antes de la condena de Jesús.
EL
AÑO DE LA MUERTE DE JESÚS
Lo podríamos situar en el 32 d.C., con el argumento de que la
fiesta de Pentecostés de los Hechos de los apóstoles (Act 1:122:41) encaja en
ese año mejor que en ningún otro.
17. El viaje a la Pascua de la muerte lo emprendió
Jesús desde su retiro
Juan habla de Efraím (Jn 11:54), mientras que por Lc 17:11 deduciríamos
que venía más del norte. El viaje lo inició Jesús aproximadamente dos semanas
antes de la Pascua. Antes de llegar a Jericó habría
que colocar el encuentro con los diez leprosos (Lc 17:11-19). Hacia el jueves (anterior al domingo de
ramos) llegó Jesús a Jericó, donde habría que ubicar la curación del
ciego. En Jericó llama Jesús al jefe de
los publícanos, Zaqueo, para que baje de la higuera: “Conviene que hoy me hospede en tu casa” (Lc
19:110), y es de suponer que la noche del jueves al viernes la pasó Jesús en
casa de Zaqueo. El viernes debió de
trasladarse de Jericó a Jerusalén, donde permanecería o en su refugio
habitual del monte de los Olivos o en casa de Lázaro. Como quiera que fuese, el sábado se encontraba en Betania,
donde sin duda acudió por la mañana a la sinagoga. La comida del sábado después del servicio religioso la hizo en casa de
Simón el Leproso, donde lo ungió María (Jn 12:18). “Al día siguiente” (Jn 12:12), es decir, el primer día de la semana,
el que ahora llamamos “domingo,” y que fue el Domingo de Ramos, marchó Jesús
a Betfagé, camino de Jerusalén. Durante ese camino empezó el homenaje mesiánico que le tributaron
(Lc 19:28-40). Antes de que la procesión descendiera al valle, es decir,
todavía sobre el monte de los Olivos, pronunció
Jesús su lamentación sobre Jerusalén (Lc 19:41-44). Tras la solemne recepción en Jerusalén marchó
Jesús al templo y probablemente con esa primera visita después de su
entrada en la capital hay que relacionar “la
(segunda) purificación del templo.”
18. Después de la entrada en Jerusalén
Durante los días que siguieron — desde el domingo al miércoles — hay que
situar estos hechos: la trampa que le tienden a Jesús con la cuestión del tributo (Mt
22:1521 y paralelos) y el enfrentamiento con los saduceos a propósito de la
resurrección (Mt 22:2333 y par.); así mismo la trampa que le tienden al
reclamar su opinión acerca de la mujer adúltera (Jn 8:111). Mateo, siguiendo su esquema centralizador,
agrega aquí una serie de discursos y parábolas de Jesús, pero que en
parte debió de pronunciarlas antes de estas fechas: respuesta de Jesús a la
pregunta acerca del mandamiento principal (Mt 22:34-40), réplica de Jesús sobre
el Mesías (Mt 22:41-46), advertencia contra los fariseos (Mt 23:136), la
parábola del banquete de las bodas reales (Mt 22:1-14), el discurso sobre el
fin del templo y el final del tiempo (Mt 24:151), la parábola de las diez
vírgenes (Mt 25:1-13), la parábola de los talentos (Mt 25:14-30), y el discurso
sobre el juicio final (Mt 25:31-46).
19. Jueves y viernes de la semana de la pasión de
Jesús
Presentan en general la problemática de que los acontecimientos se
amontonan. Según esta cronología tradicional, la tarde del jueves celebró Jesús
la cena pascual con sus apóstoles. Hacia el mediodía envió Jesús a Pedro y a
Juan desde el monte de los Olivos a la ciudad para que preparasen allí la cena pascual. En el caso de que Jesús
celebrara el banquete de Pascua con un
cordero, debió de tenerlo ya reservado. Inmediatamente Pedro y Juan marcharon al templo para
degollar allí el cordero. En el
caso de que Jesús celebrara el banquete pascual sin cordero, lo único
que tenían que hacer los discípulos era preparar las cosas necesarias en la
misma casa en que iban a cenar; también allí habrían degollado y preparado un
cordero, pero no el cordero pascual. Al
caer la tarde entró Jesús con sus acompañantes en la ciudad. La cena se
prolongó hasta la medianoche. Es
posible que Jesús se encaminase después con sus discípulos al templo,
que ese día permanecía abierto desde la medianoche. Desde el templo, o
directamente desde la casa del banquete, cruzó el valle del Cedrón y se encaminó al monte de los Olivos. Por lo
que hace a la cronología, la marcha de Judas Iscariote crea una dificultad. Si,
como cabría suponer, abandonó la sala del festín ya antes de iniciar el
banquete, todavía era lo bastante temprano como para que hubiera
conducido al comando que detendría a Jesús hasta la misma sala del convite,
cosa que Jesús habría querido impedir enviando por delante a Pedro y a Juan. De
hecho Judas condujo al comando hasta el monte de los Olivos. Hemos de
resignarnos a esa dificultad cronológica. Al monte de los Olivos llegó Jesús con sus discípulos al filo de la
medianoche o — si antes se había encaminado al templo — hacia la una de
la madrugada. Aproximadamente una hora
después — entre la una y las dos — llegó el comando judeo-romano para
prender a Jesús. La sesión en casa del
sumo sacerdote, con la primera condena de Jesús, debió de celebrarse entre las dos y las tres de la madrugada. No
era necesario que durase mucho, y podría
haber terminado una hora después aproximadamente; eso coincidiría con el
“canto del gallo” al que se alude en la
negación de Pedro. “Cuando
se hizo de día” (Lc 22:66) se celebró
en el templo la segunda sesión del gran
consejo; pongamos que hacia las 7 de la mañana. La discusión violenta con
Pilato, la conducción del prisionero al palacio de Herodes, su
devolución a Pilato, la flagelación, los intentos de Pilato para dejarle libre
y la condena final debieron desarrollarse entre las 8 y las 12 de la mañana. “Era
la parasceve de la Pascua, y la hora alrededor de la sexta” cuando
Pilato pronunció la sentencia, según dice Jn 19:14. La crucifixión puede situarse hacia las 13 horas. Correspondería a esa hora el episodio de
Simón de Cirene, que muy bien podría haber regresado del campo a dicha
hora, antes del calor más fuerte del día, en la primera hora de la tarde. Cuando los Sinópticos dicen que entre la hora sexta
y la hora nona se extendieron las tinieblas sobre la tierra (Mc 15:33) —
refiriéndose sin duda alguna al tiempo que Jesús padeció en la cruz —,
tendríamos una nueva coincidencia, pues que en el cómputo popular del tiempo la expresión “hora
sexta” comprendía también las horas siguientes a la misma.
20. Desde la tarde del viernes hasta el domingo
Es un
período de tiempo que plantea menos problemas para una cronología, que casi
puede establecerse al minuto. En las
primeras horas de la tarde (hacia las 14 horas) del viernes los
acusadores de Jesús abandonan el Gólgota para obtener de Pilato el mandato de
retirar los cadáveres de los crucificados. Están convencidos de que todo se desarrollará según el uso romano:
quebrantamiento de los huesos, deposición de la cruz, incineración de los
cadáveres. Todo ello bajo la supervisión y control de los soldados que habían
llevado a término la ejecución. Hacia
las 15 horas, “al caer la tarde,” murió
Jesús. Inmediatamente José de Arimatea se presentó a Pilato para pedirle
el cadáver de Jesús. En el ínterin interviene el comando que baja los cadáveres del patíbulo, pero no rompen las
piernas de Jesús, porque ya estaba muerto, ni se llevan su cadáver. Al regreso de José de Arimatea algunos
hombres bajan de la cruz el cuerpo de Jesús, lo lavan, lo embalsaman — en la medida en que lo permitían las
prisas —, presenciándolo todo las mujeres a unos pasos de allí al tiempo que lo
lloraban. Cuando oscurecía, el cuerpo
de Jesús estaba ya colocado en la sepultura de José de Arimatea, y se
hizo girar una piedra sobre la entrada. Al
llegar la noche todos abandonaron el lugar de la sepultura. Entretanto los
acusadores de Jesús habían preparado su pascua, entre las 15 y las 18 horas. Al
comenzar la noche pascual — hacia las 18 horas — se fueron a sus casas a
celebrarla o, en el caso de los fariseos, al centro de la asociación. Avanzada ya la noche del banquete pascual
tuvieron noticias del curso real de las cosas: que el cadáver de Jesús
había sido entregado a José de Arimatea. Durante la noche aún celebraron
consejo sobre la nueva situación. En la mañana
del sábado una delegación parlamenta con Pilato y le ruega que ponga guardias
en la tumba. Y esa misma mañana un cuerpo de guardia vigila la tumba y
el cadáver. La custodia del sepulcro por cuatro soldados romanos se mantiene
desde la mañana del sábado hasta las primeras horas de la madrugada del domingo
o primer día de la semana. Cuando las
mujeres acudieron al sepulcro, los soldados habían huido.
Fuentes:
- http://es.wikipedia.org/wiki/Jes%C3%BAs_de_Nazaret
- http://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/jesucristo.htm
- http://www.christiananswers.net/spanish/jesus/home.html
- http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p122a3p3_sp.html
- http://www.mercaba.org/Cristologia/La%20Historia%20de%20Jesucristo.pdf
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
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