En una conferencia a los
estudiantes de la Universidad de Georgetown
Martin también dijo
que los católicos que apoyan el «matrimonio» homosexual no deberían tener
problemas considerándose católicos, a pesar de haber elegido rechazar las
enseñanzas de la Iglesia.
(LifeSiteNews/InfoCatólica) En una
conferencia reciente a los estudiantes de la Universidad de Georgetown, el sacerdote
jesuita James Martin, nombrado por el Papa Francisco como asesor de la
Secretaría de Comunicaciones de la Santa Sede, afirmó que la condena de la Biblia de los actos
homosexuales debe tomarse en «contexto» con los tiempos bíblicos.
Martin también dijo que los
católicos que apoyan el «matrimonio» homosexual no deberían tener problemas considerándose católicos, a pesar de
haber elegido rechazar las enseñanzas de la Iglesia.
El sacerdote jesuita dedujo en
su conferencia que los pronunciamientos negativos de la Biblia sobre actos
homosexuales, que se basan en leyes naturales, son similares a otras declaraciones bíblicas sobre temas como la práctica
de cobrar intereses por un préstamo. Estos pronunciamientos hechos
durante una época particular los hacen aplicables en ese contexto histórico
dado, dijo.
Se debería invitar a los
católicos a «comprender la Biblia», dijo, y
a entender la tradición de la Biblia de condenar los actos homosexuales «dentro del
contexto de la historia».
Una mujer joven le había
preguntado a Martin cómo era posible, dado el repetido tratamiento bíblico
negativo de la actividad homosexual, «el acto de,
ya sabes, las personas LGBTQ», que los católicos que apoyan el
matrimonio homosexual deberían conciliar ese apoyo cuando «la Iglesia no está allí todavía».
«Esa es una
buena pregunta», Martin le dijo a la joven, «¿Qué haces
con tu conciencia? »
«Creo que una de
las cosas para recordar es que es una enseñanza de la Iglesia», respondió Martin, «¿de acuerdo? Así que no creo, por ejemplo, que debas
decir: “No puedo ser católico porque no la comparto”».
El jesuita solo abordó la
condena del Antiguo Testamento de la homosexualidad, aunque también está
condenada en el Nuevo Testamento en 1 Corintios 6, 9 , que dice: «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de
Dios? Que no te engañen; ni fornicarios, ni idólatras, ni adúlteros, ni
prostitutas, ni sodomitas, ni
ladrones, ni codiciosos, ni borrachos, ni difamadores, ni ladrones heredarán el
reino de Dios».
Sin embargo, para el
jesuita: «Rechazar la enseñanza de la Iglesia
sobre la sexualidad no es lo mismo que rechazar la enseñanza de la Iglesia
sobre la Resurrección».
«Uno
sí podría decir que no pueden ser católicos si no creen que Jesús resucitó
de entre los muertos», agregó Martin, contrastando esto
con un católico que apoya el «matrimonio» homosexual.
Martin continuó diciendo que
pensaba que los católicos y otras personas leían las Escrituras fuera de contexto, especialmente con respecto
a los actos homosexuales.
«La gente toma
la Biblia a menudo fuera de contexto, ya sabes, cuando hablan de diferentes
enseñanzas de la Biblia», dijo.
Tomando el ejemplo de la usura
afirmó: «Quiero decir, está bastante claro que la
Biblia está contra la usura», dijo Martin a la audiencia de Georgetown. «Pero aunque estamos de acuerdo con eso ahora,
decimos: “Bueno, tenemos que entender eso en contexto”».
«Así que creo
que parte de ello invita a los católicos a comprender la Biblia y comprender
esa tradición en el contexto de la historia», agregó.
OPINIONES CONDENADAS POR EL
MAGISTERIO
Además de la enseñanza del
Catecismo de la Iglesia Católica, el Magisterio también ha rechazado como
gravemente errónea la interpretación de James Martin de la no condena de los
actos homosexuales basándose en el
pretexto del contexto histórico. En la Carta a los Obispos de la
Iglesia Católica sobre la atención Pastoral a las personas homosexuales
afirma:
«Una de las
dimensiones esenciales de una auténtica atención pastoral es la identificación
de las causas que han creado confusión en relación con la enseñanza de la
Iglesia. Entre ellas se señala una
nueva exégesis de la Sagrada Escritura, según la cual la Biblia o no tendría
cosa alguna que decir sobre el problema de la homosexualidad, o incluso
le daría en algún modo una tácita aprobación, o en fin ofrecería unas prescripciones morales tan condicionadas cultural
e históricamente que ya no podrían ser aplicadas a la vida
contemporánea. Tales opiniones,
gravemente erróneas y desorientadoras, requieren por consiguiente una especial
vigilancia».
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