martes, 22 de marzo de 2016

JUDAS Y PEDRO


"Habiendo dicho estas cosas, Jesús, profundamente conmovido, añadió con toda claridad:
– Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar.
Los discípulos comenzaron a mirarse unos a otros, sin saber a quién se refería. Uno de sus discípulos, al que Jesús quería mucho, estaba cenando junto a él, y Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a quién se refería. Él, acercándose más a Jesús, le preguntó:
– Señor, ¿quién es?
– Voy a mojar un trozo de pan – le contestó Jesús –, y a quien se lo dé, ese es.
En seguida mojó un trozo de pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. Tan pronto como Judas tomó el pan, Satanás entró en su corazón. Jesús le dijo:
– Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
Pero ninguno de los que estaban cenando a la mesa entendió por qué se lo había dicho. Como Judas era el encargado de la bolsa del dinero, algunos pensaron que Jesús le decía que comprara algo para la fiesta o que diera algo a los pobres.
Judas tomó aquel trozo de pan y salió en seguida. Ya era de noche.
Después de haber salido Judas, Jesús dijo:
– Ahora se manifiesta la gloria del Hijo del hombre, y la gloria de Dios se manifiesta en él. Y si él manifiesta la gloria de Dios, también Dios manifestará la gloria del Hijo del hombre. Y lo hará pronto. Hijitos míos, ya no estaré mucho tiempo con vosotros. Me buscaréis, pero lo mismo que dije a los judíos os digo ahora a vosotros: No podréis ir a donde yo voy.
Simón Pedro preguntó a Jesús:
– Señor, ¿a dónde vas?
– A donde yo voy – le contestó Jesús – no puedes seguirme ahora, pero me seguirás después.
Pedro le dijo:
– Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? ¡Estoy dispuesto a dar mi vida por ti!
Jesús le respondió:
– ¿De veras estás dispuesto a dar tu vida por mí? Pues te aseguro que antes que cante el gallo me negarás tres veces."
 
Hoy nos encontramos ante dos discípulos que no han comprendido a Jesús.
Judas esperaba un Mesías que expulsara a los romanos. Un Mesías rey. El discurso de misericordia y amor de Jesús le va decepcionando día a día, hasta que decide traicionarlo.
Pedro no ha entendido que el verdadero amor, es el de entregarse totalmente, el de dar la vida, si es necesario, por todos los hombres, amigos y enemigos. Quiere impedirle la muerte. Incluso en el monte de los olivos blandirá una espada contra los que quieren detener a Jesús. Pero después huirá cobardemente, como los demás discípulos, e incluso dirá tres veces que no lo conoce.
La diferencia entre los dos está en que Judas no cree en la misericordia de Jesús. Se da cuenta del mal que ha hecho. Quizá pensó que lo meterían en una mazmorra, pero no que lo matarían. Al ver lo que ha comportado su acción, cree que no puede tener perdón. Por eso se quita la vida.
Pedro, sin embargo, llora también amargamente por sus negaciones. Llora amargamente su cobardía, pero cree en la misericordia de Jesús. Sabe que Él lo perdonará.
Estos días son para sumergirnos en la Misericordia. Por grandes que sean los errores que hemos cometido, el amor de Dios hacia nosotros, es mucho mayor. Jesús dio su vida por todos nosotros. Ahí está su amor y nuestro perdón.

 

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