"Habiendo dicho estas cosas,
Jesús, profundamente conmovido, añadió con toda claridad:
– Os aseguro que uno de vosotros me
va a traicionar.
Los discípulos comenzaron a mirarse
unos a otros, sin saber a quién se refería. Uno de sus discípulos, al que
Jesús quería mucho, estaba cenando junto a él, y Simón Pedro le hizo señas
para que le preguntara a quién se refería. Él, acercándose más a Jesús, le
preguntó:
– Señor, ¿quién es?
– Voy a mojar un trozo de pan – le
contestó Jesús –, y a quien se lo dé, ese es.
En seguida mojó un trozo de pan y
se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. Tan pronto como Judas tomó el
pan, Satanás entró en su corazón. Jesús le dijo:
– Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
Pero ninguno de los que estaban
cenando a la mesa entendió por qué se lo había dicho. Como Judas era el
encargado de la bolsa del dinero, algunos pensaron que Jesús le decía que
comprara algo para la fiesta o que diera algo a los pobres.
Judas tomó aquel trozo de pan y
salió en seguida. Ya era de noche.
Después de haber salido Judas,
Jesús dijo:
– Ahora se manifiesta la gloria del
Hijo del hombre, y la gloria de Dios se manifiesta en él. Y si él manifiesta
la gloria de Dios, también Dios manifestará la gloria del Hijo del hombre. Y
lo hará pronto. Hijitos míos, ya no estaré mucho tiempo con vosotros. Me
buscaréis, pero lo mismo que dije a los judíos os digo ahora a vosotros: No
podréis ir a donde yo voy.
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martes, 22 de marzo de 2016
JUDAS Y PEDRO
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