lunes, 7 de julio de 2014

MIRAR LA CRUZ


Para quien habitualmente a diario…., o varias veces al día no tiene la costumbre de mirar la cruz, no les es fácil comprender, lo que esto significa y las enormes gracias que de ello se obtienen Esencialmente mirar la cruz es amarle a Él, aunque la mirada sea fría pero muchas más gracias se obtiene si la mirada es de amor, si es una mirada de enamorada y entregada, muchos más aún si la mirada es el producto de ese fuego de amor que muchas almas sienten cuando piensan en su amado. Señor.

Si meditamos en esto, nos daremos cuenta y veremos, que nuestra casa está llena de fotos, de esposo o esposa, padres, hijos, hermanos y familiares, incluso amigos y se trata de políticos están las fotos de sus líderes y de los que rodean a sus líderes, por si el día de mañana obtiene un pusto y si les hacen una entrevista, procuran que en la foto esté su líder y si se trata de centros oficiales veremos en los despachos de la administración, fotos del rey o del presidente de la república en todas partes,

Que quiere decir todo esto, En el caso de las figuras de los políticos, estas fotos expuestas, tienen por finalidad el hacerse una pública, declaración de fidelidad al líder, aunque a lo mejor o peor a este no se le pueda tragar. No se trata de una declaración de amor al líder, sino de fidelidad y devoción, aunque estos políticos líderes también tienen sus fans en la administración, fans que si se trata de ellas, son capaces de besar su retrato, pero en política lo que interesa es devoción y fidelidad pero no amor. Esto de los retratos públicos tiene mucha importancia, para los que están metidos en esos menesteres. Cuando hay un cambio político entre los gobernantes, el manual del perfecto político le dice que lo primero de todo es cambiar los retrato y no dejar huella alguna de haber existido el oponente.

En cuanto a los retratos de familiares vivos o fallecidos, la razón de su existencia y exhibición en la casa, que sirve de hogar, se basa también, en razones de afecto y amor, aunque alguno se tenga que tragar las fotos de la suegra. Pero lo importante no es lo anterior, si no la razón de tenencia y exposición de los crucifijos. Antiguamente en los países cristianos nadie ponía en duda que los crucifijos presidiesen las aulas escolares, los tribunales de justicia. En los hospitales y por supuesto en los Juramentos oficiales en la toma de posesión de puesto oficiales y asimismo y por supuesto, en las juramentos de fidelidad y amor a su patria por parte de los oficiales de los ejércitos.

Desgraciadamente las actuaciones satánicas han avanzado en su lucha por eliminar los crucifijos de todas partes, El demonio sabe mucho mejor que nosotros, lo que es y representa un crucifijo y también lo que significa un perjurio y lógicamente pone toda su carne en el asador, para la eliminación de los crucifijos y el aumento del perjurio. Claro que hay veces que al demonio le sale el tiro por la culata y asi tenemos el caso de que los no creyentes en su afán por hacerle el favor a satanás han impuesto el que se sustituya el juramento por una promesa, por el honor del que la presta. Lógicamente la promesa no sirve para nada y se incumple con suma facilidad, pero al menos tiene la parte positiva de que no se le ofende a Dios con un pecado de perjurio, aunque sí con un pecado menor de ofensa en su conducta a la Verdad.

            Pero a lo que vamos y nos interesa, el valor de una simple mirada de amor a un crucifijo, es infinito en cuanto por ejemplo, ya aquí en este mundo, nos sirve de perdón de nuestros pecados veniales, no de los mortales. Con una mirada de amor a un crucifijo le estamos diciendo a Señor, que le amamos, que somos conscientes de lo que Él nos ama a todos, pero en especial a mí que le estoy mirando y que me identifico con su pasión y sufrimientos, que por amor que por pura razón de un amor desinteresado, sufrió por nosotros en general y en particular por todos y cada uno de nosotros. Y si fuera necesario, toda su angustia en Getsemaní, su pasión y su muerte en el Calvario, la volvería a repetir, una y mil veces por cada una de las almas, de las que Él ama, que son todas las que componen la humanidad.

            Decía San Alfonso María Ligorio que quien no se enamora de Dios contemplando a Jesús crucificado, no se enamorara jamás. Y el Santo cura de Ars, decía que: la mayor de las cruces es no tener ninguna cruz y es verdad por pobre de él que no tenga una cruz personal para abrazarse a ella y poder tener el consuelo y el gozo de identificarse con Cristo.

            Escribí hace años un libro titulado Del sufrimiento a la felicidad, Y esta es nuestra vida un continuo caminar por este valle de lágrimas, para alcanzar una eterna felicidad, Y si hemos sido capaces de abrazarnos a nuestras cruces particulares y aceptarlas y amarlas por a mor a Cristo, el que así lo haga tendrá siempre una mayor gloria. Pero llega momentos en este camino de amor a la cruz, en que el fuego de ese amor nos abrasa de tal forma que se llega escribir el soneto que dice:

No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.

¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido; muéveme ver tu cuerpo tan herido; muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme en fin, tu amor, y en tal manera que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.

Quien mira a un crucifijo con amor, Cristo le está devolviendo la mirada y esa mirada suya está siempre cargada de gracias divinas para el que le ama. Nadie duda y todo el mundo sabe que aquí, en esta tierra, amar es padecer. Y frente a este padecimiento, el camino más claro es agarrarse al amor a Dios El verdadero amor a Dios y a Cristo, nos dice el Abad Benedikt Baur, es engendrado en la cruz y sólo bajo la cruz criado y llevado a la perfección. El que no quiere sufrir, no ama. Y el amor es la esencia de Dios es Dios en si mismo, porque Dios es amor y solo amor y misericordia con el que acude a Él arrepentido pidiendo perdón.

            Decíamos antes que solo después del sufrimiento aparece la felicidad. En la vieja Roma pagana, había un proverbio latino bien conocido, que decía: Per áspera ad astra, es decir, solo por el sufrimiento se alcanzan las estrellas, o dicho de otra manera solo se llega a la felicidad a través del sufrimiento. La legiones romanas, sabían perfectamente que solo previo al sufrimiento de la batalla, era posible alcanzar la felicidad que les daba el triunfo, con el subsiguiente reparto del botín y humillación de los vencidos. A la gloria solo se llegaba tras el sufrimiento. Los antiguos paganos romanos, que vivían alejados de la gracia divina, vislumbraban, no obstante, el valor purificador del sufrimiento humano, para alcanzar la verdad y la felicidad. Y no solo los romanos, sino también los imperios más antiguos que existieron antes del romano.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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