Mientras intentaban paliar el calor de una noche de
verano sentados en el balcón, el Anacoreta dijo a su joven seguidor:
- Nunca se había hablado tanto de diálogo y nunca
se había dialogado tampoco.
- Sin embargo - repuso el joven - se hacen
encuentros, debates, mesas redondas...
Sonrió el anciano y respondió:
- El problema reside en que no tenemos claro qué es
diálogo.
Hizo un pequeño silencio y prosiguió:
- Definimos mal la palabra. creemos que procede de
"di", dos y de "logos", palabra. Es decir dos personas que
exponen sus ideas, pero que, habitualmente, desde su posición, que consideran
inviolable, intentan convencer al otro. Si empezamos diciendo que estamos
dispuestos a dialogar, pero determinamos una serie de puntos intocables, eso no
pasa de ser una discusión.
Volvió a guardar unos instantes de silencio y
añadió:
- La etimología de diálogo es "diá", a
través y "logos", palabra. Es decir, ir más allá de nuestras palabras
para encontrar algo mejor, algo nuevo, algo que nos transciende. Se trata de
encontrar la verdad a partir de las ideas de cada uno, no de intentar convencer
al otro de nuestras ideas.
Rió el joven seguidor y comentó:
- Pues nuestros políticos no lo tienen nada
claro...
Rió también el Anacoreta y concluyó:
¿Hay alguien que lo tenga claro?
Enviat per Joan Josep Tamburini
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