martes, 29 de julio de 2014

TESTIMONIO - VIDA DESPUES DE LA MUERTE


TESTIMONIO - VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE "I"

El día viernes 21 de mayo 2010, luego de nuestra reunión de oración, un amigo me dio este testimonio que me pareció interesante de publicar.


Te cuento con más o menos detalles lo que viví.

Hace poco mas de 17 años, me desarrollo un adenoma hipofisiario, vale decir un tumor benigno situado en la silla turca, me paralizo y dejó ciego del ojo derecho y quitó las fuerzas en el lado derecho de mi cuerpo.

Me internaron en el Hospital Rebagliati, (Empleado), sé que toda la familia estaba con gran preocupación, pues tenían que operarme, el ingreso para sacarlo era a través de la nariz, dilatando esta o por donde lo hicieron finalmente, bajando el cuero cabelludo y cortando el hueso frontal e ingresando a través de la hipófisis, vale decir que también cortaron los cañones olfativos, como me dijo el Doctor.

La verdad es que mi esposa me acompañaba todos los días y mi actitud era como si no pasaba nada, pero cuando me quedaba solo empezaba a pensar en lo riesgosa que era la operación, mi familia trató de que me operara el mejor Neurocirujano del Hospital, en ese momento era el Dr. Morote.

Pasaron 3 meses de un pre-operatorio en el que me hacían diferentes pruebas y medían mi riesgo quirúrgico, hasta que llegó la fecha programada. Recuerdo que mi Mujer, que se había mantenido fuerte hasta ese momento, se me derrumbo y con lágrimas le dije que no sea tonta que creyera que tenga fe… no pasaría nada.

Esto fue un jueves, el viernes me operarían, el Dr. Morote ya había separado sala para mi intervención… siempre me decían que si no me operaba el Dr. Morote, no me operaba nadie mas.

Después que todos se retiraron del Hospital y quedé solo, me puse a bromear con las enfermeras que me estaban preparando… colocándome enema y tomándome la presión, dándome medicina, etc.

Recuerdo que me quede dormido en mi cama, con la luz encendida, de repente abrí los ojos y Jesús me comenzó a conversar
-“Hola - me dijo - porque estas preocupado si tú le has dicho a Carmen (mi esposa), que tenga fe, que no pasaría nada malo”.
Yo lo veía, era tan hermoso y perfecto que jamás podría describirlo… las lágrimas comenzaron a brotar en grandes cantidades y sentía una gran paz y tranquilidad, luego sentí que mi cuerpo comenzó a elevarse, el techo se veía cada vez más cerca, sentí y oí que ya estaba curado que no tenía por qué temer.

Recuerdo que al día siguiente vino antes que nadie mi Esposa, con una prima de ella que había trabajado en el Hospital, le dije que no se preocupara que todo saldría bien… llegó la camilla para llevarme a la sala de operaciones… recuerdo que en el trayecto a la sala comencé a pensar:
-“Señor ya estoy curado, que va a pasar ahora, los médicos van a abrir y no van a encontrar nada, de repente buscando, ya que saben existía el tumor, me malogran… esa era mi preocupación”

Cuando estaba en la ante sala de operaciones, echado en mi camilla, esperando los acontecimientos, se acercaron dos enfermeras y conversando entre ellas… como si yo no existiera, una le dijo a la otra…
-“Ahora ¿quién operará?, porque al Dr. Morote lo han traído de Ayacucho de Emergencia y está internado…”
Ya saben cómo me puse, luego de esto ingresaron dos hombres, que comenzaron a mover varios instrumentos. De repente acercaron uno que parecía un estetoscopio con doble visor, era para que por una mirara el cirujano y por el otro el asistente… de repente - y siempre estas personas hablaban como si yo no existiera - uno le dijo al otro…
-“Esto esta mal no centra bien la imagen, el Dr. va a tener que operar solo”
En ese momento me dieron ganas de salir corriendo pero me serené y dije.
-“Dios mío ya estoy aquí… pato o gallareta, contigo nada me pasará”
Recuerdo que uno de ellos me acercó una mascarilla y me dijo.
-“Aspire profundamente…” - creo que nunca aspire tan profundamente una mascarilla.

El día sábado me desperté por la mañana y me levanté, y con mi suero fui al baño para orinar, cuando llegué a mi cama ingresó el Medico y me llamó la atención, cómo podía hacer semejante cosa, que me podía morir. La verdad sentía que tenía la cabeza vendada pero era como si me hubieran sacado una muela, estaba en la UCI, habían varios pacientes operados de lo mismo pero con cuadros bastante deprimentes, ya te contaré esto otro día.
Un abrazo

TESTIMONIO - VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE "II"

Ver la primera parte de este testimonio: 24 de mayo 2010

Estando en la UCI del Hospital Rebagliatti, el mismo sábado, gracias a las amistades, mi esposa ingresó para verme; estaba con una cara de angustia tremenda, le sonreí y le di un beso volado, luego salió.

Recuerdo que a mi costado había un paciente al que operaron creo de lo mismo semanas pasadas. Estaba medio trastornado, cada vez que se le acercaba la enfermera le contaba la misma historia, me miraba y me contaba a mí lo mismo, esto por momentos me parecían horas, llamé a una enfermera y le pedí que cambiaran de sitio a este paciente pues estaba desesperándome.

También recuerdo que comenzó a dolerme la cabeza, cerré los ojos y dije algo como…
-“Señor, has que me duerma hasta que no sienta dolor…”
Sólo recuerdo que desperté el día domingo. No sentía ningún síntoma de operación, parecía que no me habían hecho nada, el único problema que tenía era el paciente que repetía y repetía la historia.

Comencé a perder la paciencia y le dije a la enfermera que por favor lo retiraran porque ya me estaba desesperando con su narración. Al parecer esta desesperación era parte de los efectos de la operación… optaron por retirarme de la UCI y ponerme solo en una habitación contigua, al parecer creo que yo estaba mejor que el otro paciente y a él no lo podían sacar.

Sentía mucha desesperación no sé por qué, si era producto de la operación, o por el tiempo que estaba internado y deseaba estar con mi familia.

Recuerdo mucho que el Dr. Polo, neurocirujano, que me operó, pasó revista y lo primero que le pregunté en forma normal fue…
-“Doctor ¿y cuando me da de alta?”
Creo que fue una pregunta normal… él me respondió muy serio…
-“Todo ha salido bien, si no hay complicaciones, el día martes le doy de alta…”
Me sentí muy contento y emocionado con esta respuesta… que el martes me daban de alta.

El lunes me pasaron a habitación y recibí visita de mi familia más íntima, aún estaba con restricciones de visita, y estaba alegre y emocionado… me iba el martes. Hacía todo al pie de la letra lo que indicaban las enfermeras, para que no se complique nada y pueda salir al día siguiente.

El martes, me desperté muy temprano, sentía una gran emoción… me iba a mi casa.

Me acicalé bien dándome un duchazo de esponja, me afeité y peiné, tenía mi maletín de mano y puse todos mis artículos personales, arreglé mi cama y todo lo que era mío. Mi compañero de habitación me preguntó qué pasaba, por qué tanto movimiento; le dije me voy a mi casa, él me dijo que eso era imposible que no creía esto; le asegure que sí, que el Dr. me había dicho eso… sólo esperaba la revista del médico para que me dé de alta.


Nos llevaron el desayuno y le pregunté a la Srta. a qué hora pasaba revista el Dr., me dijo que no sabía, que posiblemente a las 8.30 o 9.00 a.m. Tomé mi desayuno y me puse a esperar al Dr.

Llegó las 9 de la mañana y no llegaba el médico; me puse a caminar por el pasillo, cada minuto que pasaba me desesperaba más y más… me acerqué a la zona de enfermeras y le pregunté a una de ellas, a qué hora llegaba el Dr. Polo,…me respondió casi sin mirarme que el Dr. no hacía visita médica los martes, esos días el tenia Sala de Operaciones… Me sentí desilusionado, engañado y burlado. La verdad sentí una gran frustración; me dirigí a mi cuarto, tomé mi maletín y, así en bata de levantarse, me dirigí al ascensor; mientras caminaba pensé…
-“Estoy en bata y en el piso 13 no me van a permitir entrar al ascensor”
Bajé un piso por las escaleras al piso 12 y esperé el ascensor de servicio. Recuerdo que cuando éste abrió la puerta yo ingresé renegando y diciendo que…
-“Era una raza; que las enfermeras deberían hacer su trabajo; que no era posible que a un paciente lo manden a recoger una silla de ruedas; que me quejaría a la Dirección”
En fin tanto renegaba que el ascensorista no preguntó nada ni habló, se limitó a bajarme al primer piso.

Estando en el primer piso, recuerdo que pensé…
-“Por la puerta principal no me van a dejar salir en bata”
Sin pensar más me dirigí a la puerta que comunica con Emergencia. Sin detener la marcha me acerqué al vigilante que estaba en la puerta y le dije…
-“Flaco, déjame pasar que voy a entregar mi maletín a mi mujer pues yo me tengo que quedar”
Este Sr. me dejó pasar sin más ni más.

Seguí caminando hasta la puerta de ingreso o salida de emergencia, donde llegan los carros para dejar o recoger pacientes; me acerqué al vigilante y le pregunté si no había visto llegar un auto rojo con grandes faros neblineros, me respondió que no. Inmediatamente me puse a renegar…
-“Era una vaina, que las mujeres son unas demoronas, que dónde se habrá metido, por qué tardaba tanto”
Esto fastidió al vigilante un poco al que vi retirarse de mi lado. En esos momentos ingresó un taxi, bajo una Sra. y yo me subí al mismo; el vigilante me llamó la atención y le dije…
-“No fastidies… ya me cansé de esperar a mi mujer me voy…” - y me fui del Hospital.
Al taxista le contaba lo sucedido y no me creía, se reía.

Llegué a mi casa y toqué el timbre; salieron y pedí que paguen el taxi. Me preguntaron qué hacia en casa, les dije que me habían dado de alta. Después de unas horas llamó el Dr. a mi esposa y confirmaron que estaba bien; pidió que me acercara al Hospital para regularizar y que firme mi alta.

Todo esto sucedió por haber sido operado por el mejor médico que existe… DIOS. Al que cree en Dios todas las puertas se le abren.

Luis Aguirre Razzeto

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