EL DOMINGO DEL MAR, «PARA DAR TESTIMONIO DE LA MISERICORDIA DE DIOS EN
TODO LOS PUERTOS»
Este próximo domingo, por ser el primero después de la festividad de
Nuestra Señora del Carmen, patrona de los marineros, la Iglesia celebra el
Domingo del Mar. Con ese motivo el Pontificio Consejo para los Migrantes e
itinerantes ha publicado un Mensaje que invita «a tomar conciencia de las penurias
y dificultades a las que se enfrentan los marinos todos los días, y del
servicio que brinda el Apostolado del Mar, al ser Iglesia que da testimonio de
la misericordia y la ternura del Señor, anunciando el Evangelio en los puertos
del mundo».
EL MAR, UN LUGAR DE ENCUENTRO
El Mensaje, también recuerda que «a lo largo de la historia de la
humanidad, el mar ha sido el lugar donde se han cruzado las rutas de
exploradores y de aventureros, y se han combatido batallas que han determinado
el nacimiento y el declive de muchas naciones», pero que «es, sobre todo, un
lugar privilegiado para el intercambio y el comercio mundial», pues «más del
90% de los productos a nivel mundial son transportados por aproximadamente unos
100.000 barcos que, sin descanso, navegan de un extremo al otro del mundo,
gobernados por una fuerza de trabajo de alrededor de 1.2 millones de marinos de
todas las razas, nacionalidades y religiones».
Además, señala que «debido a una serie de factores relacionados con su
profesión, los marinos son invisibles a nuestros ojos y a los ojos de nuestra
sociedad», y al celebrar el Domingo del Mar, la Iglesia invita «a todos los
cristianos a mirar a su alrededor y a darse cuenta de cuántos objetos que
utilizamos en nuestra vida cotidiana nos han llegado a través del trabajo, duro
y pesado, de los marinos».
UNA VIDA DIFÍCIL Y PELIGROSA
El Mensaje reconoce que «la vida de los marinos es difícil y peligrosa»,
y recuerda que «según la Organización Marítima Internacional, en 2012, más de
1.000 marinos fallecieron a causa de naufragios, colisiones marítimas, etc.»,
además del «riesgo de la piratería, que nunca se derrota, sino que se
transforma apareciendo bajo formas nuevas y diferentes en muchas zonas de
navegación, y el peligro de la criminalización y el abandono sin salario,
alimentos y protección en puertos extranjeros».
Asimismo, destaca que «la soledad y el aislamiento son compañeros de
viaje para los marinos: por su naturaleza, el trabajo de los marinos les lleva
a estar lejos de su entorno familiar durante períodos que llegan a ser muy
largos. Para las tripulaciones no es siempre fácil acceder a las diferentes
tecnologías (teléfono, wi-fi, etc.) para contactar la familia y los amigos. En
la mayoría de los casos, los niños nacen y crecen sin que ellos puedan estar
presentes, aumentando así la sensación de soledad y de aislamiento que acompaña
su vida».
EL CUIDADO DE UNA MADRE
Por todo ello, «la Iglesia, en su solicitud maternal, desde hace más de
noventa años ofrece su atención pastoral a la gente de mar a través de la Obra
del Apostolado del Mar. Cada año, miles de marinos son acogidos en los puertos,
en los Centros Stella Maris, lugares únicos donde los marinos son recibidos con
afabilidad, pueden relajarse lejos del barco y ponerse en contacto con los miembros
de su familia utilizando los diferentes medios de comunicación que se les
ofrece». En estos centros, «los voluntarios visitan a diario a los marinos a
bordo de barcos y en los hospitales, y aquellos que han sido abandonados en
puertos extranjeros, garantizándoles una palabra de consuelo, pero también una
ayuda concreta, si es necesario», mientras que «los capellanes están siempre
disponibles para ofrecer asistencia espiritual (celebración de la Misa,
oraciones ecuménicas, etc.) a los marinos de todas las nacionalidades que lo
necesiten, especialmente en los momentos difíciles y de crisis». Además, «el
Apostolado del Mar es voz de los que a menudo no tienen voz, denunciando abusos
y la injusticia, defendiendo los derechos de la gente de mar y pidiendo a la
industria marítima y a cada gobierno que respeten los Convenios
internacionales».
De ahí que, como concluye el Mensaje, «en este Domingo del Mar, a la vez
que expresamos nuestra gratitud a todos los que trabajan en la industria
marítima, con un corazón lleno de confianza pedimos a María Estrella del Mar
que guíe, ilumine y proteja la navegación de toda la gente de mar y respalde a
los miembros del Apostolado del Mar en su ministerio pastoral».
LA TRADICIÓN EN ESPAÑA
También en España, monseñor Luis Quinteiro Fiuza, obispo de Tuy-Vigo y
Promotor del Apostolado del Mar, ha escrito una Carta en la que recuerda que
«la fiesta de nuestra patrona, nuestra Señora del Carmen, es una llamada a dar
testimonio de nuestra fe con la celebración gozosa de este día en todos
nuestros puertos y parroquias marineras. Es una tradición inmemorial que nos
legaron nuestros mayores como uno de los frutos más logrados de una fe que se
fue haciendo cultura en todos nuestros pueblos marineros a lo largo de tantos
años. Por ello, invito a todos los hombres y mujeres del mar a un compromiso
firme para recuperar en todas nuestras parroquias y pueblos marineros la
celebración festiva de nuestra fiesta, la de nuestra Madre y patrona, nuestra
Señora del Carmen».
TRANSMITIR LA FE EN LOS PUERTOS
Monseñor Quinteiro recuerda que «para nosotros, hombres y mujeres del
mar, la llamada que nos hace el Papa Francisco para que seamos testigos de la
alegría del Evangelio es una invitación a mantener viva la devoción a nuestra
patrona, como un tesoro de gozosa protección y de cariño filial en el que nos
educaron nuestros seres más queridos». Y, por tanto, «transmitir la fe entre
nosotros, gentes del mar, es parte de nuestra vida misma, y tenemos que hacerla
desde nuestras costumbres y devociones, desde nuestro modo de ver la vida y
desde nuestras más arraigadas convicciones». Por ello, invita a «educar a
nuestros niños y a nuestros jóvenes en el cariño y en la devoción a nuestra
patrona, nuestra Señora del Carmen», pues «es el camino más auténtico que
tenemos para transmitirles nuestra fe».
J. A. Méndez








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