Aquella buena señora hablaba con el Anacoreta sobre
la situación actual del mundo y dijo:
- Hemos de tener paciencia. Dios ha querido que
este mundo sea un valle de lágrimas...Después recibiremos el premio.
El anciano dio un respingo en su asiento, enrojeció
y miró con los ojos bien abiertos a la señora, a la vez que respondía con voz
alterada:
- Señora. Dios no quiere que este mundo sea un
valle de lágrimas, sino todo lo contrario. La culpa la tiene nuestro egoísmo,
nuestra injusticia, nuestra falta de solidaridad. Dios quiere que luchemos en
este mundo para cambiarlo. No, que nos quedemos hipócritamente sin hacer nada,
esperando un premio en el otro mundo. Recuerde que Jesús dijo, que el Reino ya
está aquí. Y ese Reino no es de sufrimiento. Es aquél en el que los ciegos ven,
los cojos andan, los mudos recuperan el habla...Ese es nuestro trabajo en este
mundo. Hacer crecer este Reino y no hacernos los santurrones.
La buena señora se fue algo escandalizada de ver al
Anacoreta alterado. Y el Anacoreta buscó el silencio de la capilla buscando
sosegarse y arrepentido por no haber sabido contenerse...
Enviat per Joan Josep Tamburini
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