Ha llevado a la Iglesia a sus
amigos de la Nueva Era.
Moira
Noonan aún recuerda los deseos de su madre, quien
anhelaba que se educaran en colegios católicos, “porque las monjas podían
formarnos mejor de lo que ella podía hacerlo”.
No obstante, la joven Moira y sus hermanos peregrinaron de colegio en colegio, y pocos lazos pudieron crear con sus compañeros.
No obstante, la joven Moira y sus hermanos peregrinaron de colegio en colegio, y pocos lazos pudieron crear con sus compañeros.
Su itinerario les llevó por
centros de Detroit, Nueva Jersey, Filadelfia, hasta llegar al internado laico
MacDuffie de Massachusetts, lugar donde finalmente Moira ingresaría, pero muy apartada de su fe católica.
LA
“FASCINACIÓN” POR RAVÍ SHANKAR
La curiosidad fue más –comenta- y
paulatinamente comenzó a transitar por el “peligroso y embaucador” camino de la
Nueva Era. “Una de mis profesoras, me
atrajo a su círculo de amigos, al igual que a muchas de las niñas de la
escuela, tanto durante como después del horario escolar. Ella había
estudiado en la India y tenía un fuerte apego a diversos credos hinduistas y
estaba prometida con un Hindú, académico de la Universidad de Priceton.
El
llevaba traje tradicional y turbante
–recuerda Moira-, e iba a visitarla a nuestro internado de forma regular.
Acudimos con ellos a muchos conciertos, incluyendo los de Ravi Shankar y se nos
hizo cada día más fascinante el misterio de la cultura y creencias de la
India”.
LA
INCESANTE BÚSQUEDA DE LA “ILUMINACIÓN”
En 1970 tras ingresar en la
universidad ya estaba convencida de que su objetivo vital era “llegar a la
iluminación”. Una sed inagotable por
empaparse del “misticismo” de la India la poseía más y más. Incluso unos
meses después, estando en un obligado viaje de estudios por Francia y Turquía,
tuvo el impulso de renunciar a todo y tomar un tren a la India… “pero el Señor
tenía otros planes para mi vida –reflexiona- y utilizó a mi abuela para cambiar
esa decisión. Ella me convenció de volver a casa y terminar la escuela
graduándome en 1974 en la Universidad de Washington”.
Pero el dilema continuaba y,
obsesionada –señala-, todo le hablaba, hasta los Beatles, de trascendencia e
iluminación. “La semilla de este nuevo sistema de creencias que había recibido
durante la escuela secundaria estaba lo suficientemente desarrollada como para
lavarme el cerebro y hacerme creer que necesitaba
un Gurú para encontrar la iluminación”. Si con ello no bastara, a los 28
años, participó en un movimiento feminista de la naciente ideología de género,
llevando por calles y plazas sus consignas.
CREÍA
CURAR CON MEDITACIÓN E HIPNOSIS
Cuando cumplió los 30 años, Moira
comenzó a desempeñarse como editora de una revista especializada en Hawaii y
yendo camino al trabajo sufrió un violento accidente de tráfico. “Quedé con una discapacidad grave, ya no podía
trabajar, ni conducir, y sufría dolores constantes”. Esta sería, después
de la mediación de su abuela, la segunda advertencia, pero ella necesitaría
más.
Agobiada por el dolor buscó
alivio lejos de médicos y tratamientos ortodoxos recurriendo a la errática
propuesta del “sistema autógeno”, que mezcla meditación, hipnosis y sugestión.
Se empecinó tanto en validar los resultados de su “terapia” que posteriormente
formó parte de la secta Iglesia de Ciencias Religiosas, más conocida como
Ciencia de la Mente, en el Condado en Encinitas, California. “Pasé cuatro años de aprendizaje con un ex
católico que me hizo un lavado de cerebro en profundidad”, recuerda
Moira.
Estaba convencida que su “sistema
de creencias” traía sanación. “Me
convertí en una maestra de Reiki y recibí el certificado de curandera.
Esto me llevó al deseo de aprender más sobre el mundo psíquico. Así que fui a
recibir clases de formación psíquica para obtener los falsos dones de
clarividencia, y estar más conectada con los espíritus caídos”.
Pero Moira nunca advirtió que tanta “habilidad”
adquirida iba a generar en ella desórdenes mentales. “Me encontré inmersa en el mundo de la hipnosis y se convirtió para
mí en una reprogramación completa de mi mente y una grave pérdida de la
voluntad personal”.
UNA
PORTADA DE REVISTA REVELA LO VERDADERO
La conversión de Moira llega
inesperada en 1990. Vivía en San Diego, California y un día cualquiera estando
en un supermercado… “vi la portada de la revista Life con la foto de una estatua de la Virgen María y al
pie el título «¿Crees en los milagros?» Aquella publicación fue un impacto a mi
alma, fijando mi ser en esa imagen. Compré la revista y descubrir a María me
animó a mirar más profundamente en ella”.
La transformación fue inexplicable y luego llegaría a su vida una católica a dar la estocada definitiva… “Esa persona clave que el Señor puso en mi vida y que me ayudó a entregarme completamente a Cristo y a la Virgen, fue Beverly Nelson, una laica de las Misioneras de la Caridad”.
La transformación fue inexplicable y luego llegaría a su vida una católica a dar la estocada definitiva… “Esa persona clave que el Señor puso en mi vida y que me ayudó a entregarme completamente a Cristo y a la Virgen, fue Beverly Nelson, una laica de las Misioneras de la Caridad”.
Nutrida
espiritualmente por esta amistad con la misionera, todo fue regalo de la
providencia… la fe, el abandono de las creencias y prácticas heréticas, para
coronar con Moira consagrándose como laica
en las Misioneras de la Caridad.
“Me he convertido en un miembro activo dentro de la orden. Me uní a la Iglesia Católica en la Parroquia San Francisco, California, y me he convertido en madrina de muchos de mis amigos de la New Age que decidieron convertirse en católicos. Entre ellos un ex médico, mi ex profesor, amigos personales que han estado en la Nueva Era por más de treinta años. Hoy viven la felicidad verdadera que es la fe en Cristo”.
“Me he convertido en un miembro activo dentro de la orden. Me uní a la Iglesia Católica en la Parroquia San Francisco, California, y me he convertido en madrina de muchos de mis amigos de la New Age que decidieron convertirse en católicos. Entre ellos un ex médico, mi ex profesor, amigos personales que han estado en la Nueva Era por más de treinta años. Hoy viven la felicidad verdadera que es la fe en Cristo”.
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