miércoles, 28 de mayo de 2014

¿EL CREDO EN FORMA DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS?


En ocasiones es frecuente encontrarse a sacerdotes que sustituyen la confesión de la fórmula de fe, la recitación conjunta del Credo, por la fórmula dialogada, con preguntas y respuestas. Unas veces pueden hacerlo por darle variedad a la liturgia dominical, otras veces porque la homilía se ha alargado y así abrevian con el Credo y otras... Pero, ¿se puede o no se puede hacer? ¿Tiene sentido?

Ya de entrada hay que decir que el Misal romano no lo ofrece así en ningún momento, sino que señala exclusivamente la recitación conjunta de todos, sacerdote y fieles, de la fórmula del Credo.


"67. El Símbolo o Profesión de Fe, se orienta a que todo el pueblo reunido responda a la Palabra de Dios anunciada en las lecturas de la Sagrada Escritura y explicada por la homilía. Y para que sea proclamado como regla de fe, mediante una fórmula aprobada para el uso litúrgico, que recuerde, confiese y manifieste los grandes misterios de la fe, antes de comenzar su celebración en la Eucaristía.

68. El Símbolo debe ser cantado o recitado por el sacerdote con el pueblo los domingos y en las solemnidades; puede también decirse en celebraciones especiales más solemnes.

Si se canta, lo inicia el sacerdote, o según las circunstancias, el cantor o los cantores, pero será cantado o por todos juntamente, o por el pueblo alternando con los cantores.

Si no se canta, será recitado por todos en conjunto o en dos coros que se alternan".

Y más adelante, al describir paso a paso la celebración eucarística:

"137. El Símbolo se canta o se dice por el sacerdote juntamente con el pueblo (cfr. n 68) estando todos de pie. A las palabras: y por la obra del Espíritu Santo, etc.,o que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, todos se inclinan profundamente; y en la solemnidades de la Anunciación y de Navidad del Señor, se arrodillan".

Pero, por si no queda claro, aquí traemos un artículo de Jaume González Padrós, con buen tono y humor explicándolo:

"¿Credo bautismal sin liturgia bautismal?

Pues no, querido lector. De la misma forma que no hay boda sin novios ni entierro sin difunto, pues no hay credo bautismal (el de preguntas y respuestas) sin liturgia bautismal. Del sentido común más común. Quizás por ello es tan difícil de comprender, por lo que parece. Porque, vamos a ver, existen dos maneras de profesión de fe en nuestro rito romano. La primera en la historia, la más original, es la que surge cuando a los catecúmenos les llegaba la hora del bautismo, y, con su triple inmersión en la piscina, profesaban la fe trinitaria en respuesta a las preguntas del ministro. Y la segunda, que llegó un pelín más tarde, la que consiste en recitar todos juntos o alternando con la schola o a dos coros, «la regla de la fe con la fórmula aprobada para el uso litúrgico», es decir, el credo que llamamos «apostólico», más breve, y el que conocemos con
este palabrón impronunciable «ni-ce-no-cons-tan-ti-no-po-li-ta-no». ¡Qué dolor!

Bueno... bueno... ¡no te impacientes amigo! Ya va... ya va...

¿Quieres números, eh? Pues, hala, aquí los tienes. Léete, de nuestra amiga inseparable, la Institutio Generalis Missalis Romani (¡toma latín!) los párrafos 67 y 68. Ahí te lo cuenta con la autoridad más autorizada. Ah, el número 137 también te gustará. Podrás observar, en estos números, que no hay la más mínima referencia al credo bautismal, ya que ello sólo está previsto en la liturgia ídem. ¡Normal!

Concretando: ¿Es suficiente que la misa tenga alguna referencia bautismal para que propongamos a toda la asamblea el credo bautismal? Pues no. O sea que, aunque sea la fiesta del Bautismo del Señor, o el mismísssssimo día de Pascua, si no hay liturgia bautismal (que traducido significa: la liturgia de la Vigilia pascual o que se vaya a bautizar a alguien o a confirmar -por su relación con el bautismo, como nos cuenta la rúbrica de ese ritual, núms. 27 y 48), pues eso, se recita el credo como siempre, uno u otro, y tan felices.

Si es que ya de pequeñito se nos enseñaba (antes) eso de «cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa». ¡Ay... qué tiempos!"

Javier Sánchez Martínez

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