El Anacoreta explicaba a su joven seguidor:
- La gente no entiende los votos religiosos, entre otras cosas, porque damos de ellos una imagen equivocada, cunado no, porque los hemos vivido mal.
Miró a los ojos del joven y prosiguió:
- Los hemos vivido como una renuncia personal y hemos olvidado su vertiente social.
Se detuvo un instante y se explicó:
- La pobreza no es sólo la renuncia personal a la riqueza. Pobreza es aceptar al otro tal cual es y no por lo que tiene. Pobreza es ayudar a los otros a descubrir que se puede vivir con sencillez y no buscando poseer y consumir. La castidad no es reprimir la sexualidad. Es colocar a Dios como centro de nuestro amor y así, amar a todos como lo hace Dios, especialmente a aquel que parece menos digno de amor. Obediencia no es renunciar a la propia voluntad, sino saber ver en el otro la voluntad de Dios. Es estar atentos a Dios, que nos habla a través de los demás.
Sonrió y concluyó:
- ¿No te parece, que, vistos así, la gente entendería los votos como algo incluso capaz de ser vivido en espíritu por el que no es religioso?
Joan Josep Tamburini
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