viernes, 21 de junio de 2013

FORTUNA MATERIAL, FORTUNA ESPIRITUAL


Cuando en una familia…, nace una nueva niña o un nuevo niño, sus padres y sus abuelos, paternos y maternos, los cuatro si aún se encuentran todos aquí abajo, circunstancia esta que cada vez es más frecuente, aunque los padres se hayan retrasado bastante, en casarse y tener descendencia, dan todos sus opiniones y expresan sus deseos sobre lo que ha de ser de mayor la niña o el niño recién nacido. Las clases de deseos mayoritariamente fluctúan entre la belleza física y el dinero. Ambos deseos son de orden material y de una forma u otra se desea que el recién nacido sea guapo y rico el día de mañana. Y estos son, unos mezquinos deseos porque más importante para su eterna felicidad sería desearle al niño o la niña sea, una bella y rica alma. Es decir, desear más una fortuna espiritual que una material, porque el recién nacido es una criatura eterna, y de poco le vale que le deseen al recién nacido que tenga una futura fortuna material, que a lo sumo le va a durar cien años, que una fortuna espiritual, que le durará eternamente.

Examinando esta cuestión, vemos que en cuanto a la belleza física, las especialistas son las mujeres, pues le dan un gran valor, superior al que estiman los hombres, a todo lo referente al aspecto físico que tendrá, el recién nacido o la recién nacida. Y es aquí donde aparece la guerra de los parecidos, en esta guerra los hombres generalmente callan y no opinan, porque a la mayoría de nosotros, todos los recién nacidos nos pasa como con los chinos, que todos nos parecen iguales. Pero en el caso de las mujeres, inmediatamente de forma educada, pero utilizándose las municiones de las puyas, estalla el combate entre los familiares de la madre y los del padre. Que si la nariz es de la abuela materna, con lo cual le echan en cara a la pobre abuela materna, la nariz de caballete que nunca se quiso operar, porque mantenía el principio de que la nariz da personalidad. A este dardo viene el contraataque de la abuela materna que no traga a su yerno y asegura de inmediato que los ojos saltones y esmirriados del niño son los del padre… y con puyas, dardos e indirectas de esta naturaleza, se podría escribir una novela.

Para mí es una situación absurda, porque ninguna niña ni ningún niño, es clon de su madre o de su padre. Con seis hijos que hemos tenido mi mujer y yo, y con dos familias, no diré que muy largas en número pero tampoco cortas, los combates después del nacimiento siempre los he contemplado y han durado bastantes días, sobre todo los más encarnizados, han sido siempre en los sanatorios, aunque hay que reconocer, que todo se hace y se dice de forma tan educada, a que nadie puede darse por aludido ni molesto, pero el combate se da siempre, y en él se ponen de manifiesto las simpatías y las fobias de los contrincantes..

Dios que es absolutamente omnisciente, nos ha hecho a todos desiguales y aunque no alcancemos a comprender, que haya personas feas y otras guapas, la realidad es que las hay Y por cierto, curiosamente los feos y las feas son mucho más simpáticos que los guapos y las guapas, que como se lo han dicho ya muchas veces se lo han creído y se permiten la tontería, de mirar a los demás por encima del hombro. Conocí a una persona que era bastante obesa y se reía de su propia obesidad, diciendo: No conoceréis nunca a un gordo con malas ideas, en cambio los finillos, esos sí que las tienen y las sueltan y añadía, los gordos vivimos felices, somos alegres y sonrientes, pero los finillos, viven amargados y rara vez sonríen.

El tema de los parecidos, es una cuestión exclusivamente de orden material, en cuanto afecta a los cuerpos pero la auténtica belleza de una persona, no se encuentra en su cuerpo sino en su alma. Santa Gemma Galgani, decía: Primero el alma después el cuerpo. Para Santa Teresa de Jesús: “…, no es otra cosa el alma del justo, sino un paraíso adonde dice Él tiene sus deleites”. Y Royo Marín escribía: “Mil veces por encima de la gloria del cuerpo, está señores la gloria del alma. El alma vale mucho más que el cuerpo. Acá en la tierra, el mundo, el demonio y la carne no nos lo dejan ver. En el otro mundo veremos clarísimamente”. Luis de Blois, (Blosio), escribe: “Porque es tanta la gracia y hermosura del alma racional, cuando no está afeada con las torpes manchas del pecado, que si pudieses verla claramente no sabrías en donde te encontrabas de tanta admiración y gozo”. Por último recogemos aquí lo que el Señor le manifestó a Santa Catalina de Siena: “Hija mía, si te mostrara la belleza de un alma en gracia, sería la última cosa que verías en este mundo, porque el resplandor de su hermosura te haría morir”.

Nosotros ahora aquí abajo, tal como expresa Royo Marín, vivimos en tinieblas. Lo propio de la divinidad es la luz, lo propio del demonio son las tinieblas y precisamente son sus tinieblas las que nos envuelven ayudado el demonio con los dos factores tradicionales que le acompañan, el mundo y la carne, pero estos tres enemigos naturales, es en nuestra materia conde se ceban pero no en nuestras almas, cuando estas viven ordenadamente frecuentando la oración y los sacramentos, y continuamente en la gracia y en amistad con el Señor, pues es así como con este proceder ordenado se marginan los tres enemigos indicados. Un alma en gracia, esta inhabitada por la Santísima Trinidad y se encuentra iluminada con esa maravillosa luz que los tres apóstoles, pudieron contemplar en el Monte Thabor, cuando el Señor se transfiguró ante ellos.

Concluiremos esta glosa con un pasaje del profeta Isaías, que dice: “Ahora, así dice Yahvéh tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel. No Temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío. Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, si por los ríos, no te anegarán. Si andas por el fuego, no te quemarás, ni la llama prenderá en ti. Porque yo soy Yahvé tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador. He puesto por expiación tuya a Egipto, a Kus y Seba en tu lugar dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo. Pondré la humanidad en tu lugar, y los pueblos en pago de tu vida. No Temas, que yo estoy contigo; desde Oriente haré volver tu raza, y desde Poniente te reuniré”. (Is 43,1-5).

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

No hay comentarios: