Cuando el pasado 11 de junio publiqué el artículo que titulé “Del término hebreo, ¿lo mismo que semita, israelita, judío, sionista?” (pinche aquí si desea leerlo), la sagaz comentarista de esta columna que firma como María de Obaldía me preguntaba: “¿Abraham tuvo más hijos, además de Ismael e Isaac?”. Pregunta inteligente y cuya respuesta acostumbra a saldarse con un “no, sólo tuvo a los dos que Vd. menciona”, cuando la realidad es que, aunque sea muy desconocido, amén de los dos hijos de todos conocidos, Isaac e Ismael, Abraham, efectivamente, tuvo muchos más hijos.
Y es que la Sara que le da su hijo legítimo primogénito premurió a Abraham:
“Sara vivió ciento veintisiete años. Murió Sara en Quiriat Arbá -que es Hebrón- en el país de Canaán, y Abrahán hizo duelo por Sara y la lloró” (Gn. 23, 1-2)
Y aunque ya muy mayor, Abraham aún tomará una segunda esposa, como nos cuenta con todo detalle el libro del Génesis:
“Abrahán volvió a tomar otra mujer, llamada Queturá. Ésta le dio a Zimrán, Yocsán, Medán, Madián, Yisbac y Súaj. Yocsán engendró a Seba y a Dedán. Hijos de Dedán fueron los asuritas, los letusíes y los leumíes. Hijos de Madián: Efá, Éfer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos éstos, hijos de Queturá” (Gn. 25, 1-4).
Obsérvese que aunque la poligamia, tema que tocaremos en alguna ocasión, estaba permitida entre los judíos, Abraham, no tuvo sin embargo nunca más de una esposa al tiempo, y para casarse con Queturá espera a la muerte de su primera esposa Sara.
Y eso que concubinas sí tuvo, como demuestra este versículo que sigue al anterior. Unas concubinas de las que incluso, como permite afirmar una interpretación nada enrevesada del mismo, le dieron aún más hijos:
“A los hijos de las concubinas que tenía Abrahán les hizo donaciones y, viviendo aún él, los separó de Isaac, enviándolos hacia levante, al país de Oriente”. (Gn. 25, 6).
Como quiera que sea, al bueno de Abraham, padre de tantas naciones, ya no le daría tiempo a mucho más, pues lo que justo a continuación nos cuenta el libro del Génesis es directamente su muerte. Y eso después de una larga vida que para sí mismos querría más de uno. Juzguen Uds.
“Éstos fueron los días de vida de Abrahán: ciento setenta y cinco años. Expiró, pues, Abrahán y murió en buena ancianidad, viejo y lleno de días, y fue a juntarse con su pueblo. Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpelá, al borde de la finca de Efrón, hijo de Sójar, el hitita, enfrente de Mambré. Era la finca que Abrahán había comprado a los hijos de Het; allí fue sepultado Abrahán con su mujer Sara. Después de la muerte de Abrahán, bendijo Dios a su hijo Isaac. Isaac se estableció en las inmediaciones del pozo de Lajay Roí”. (Gn. 25, 7-11)
Luis Antequera
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