miércoles, 15 de mayo de 2013

UNA SEMI CONFESIÓN


Es frecuente escuchar eso de “Yo me confieso directamente con Dios”

El otro día sin ir más lejos uno me lo decía con aplomo.

Me quedé estupefacto y de inmediato le pude responder:

“Ah sí... ¿y cómo sabes si Dios te perdona?”

Después de esta pregunta el estupefacto era él, pues pude darme cuenta que nunca se había planteado tal obviedad.

Es éste un típico cliché que circula por ahí de boca en boca de cristianos. Y es un síntoma más de ese semicristianismo práctico reinante. En este caso, en lo que a no tomarse en serio los sacramentos se refiere.

El Evangelio no puede ser más claro en este aspecto cuando Cristo dice a los apóstoles:

“A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados, y a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20.23)

Así que una excelente respuesta para el de antes hubiera sido: “Mira yo estimo tu opinión… pero comprenderás que en este tema entre tu opinión y la de Cristo, me quede con la de Cristo”.

Qué contraste entre la frivolidad de este semicristiano y la solemne sencillez de la fórmula de la absolución que el sacerdote en nombre de Dios pronuncia después de una confesión:

“Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz.

Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

Así tenemos la seguridad de saber Quién nos perdona… y ¡que nos perdona!

Porthos

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