lunes, 13 de mayo de 2013

PENTECOSTES - ESPÍRITU SANTO


TRATAR AL ESPÍRITU SANTO

Si el Espíritu Santo es el santificador de nuestras almas, es necesario que los hombres nos esforcemos en conocerle, tratarle y seguir sus enseñanzas, demostrando así que le queremos

Si el Espíritu Santo es el santificador de nuestras almas, es necesario que los hombres nos esforcemos en conocerle, tratarle y seguir sus enseñanzas, demostrando así que le queremos.

El hombre debe hablar con Él, pedirle ayuda, tratarle con intimidad: "Concede a tus fieles, que en ti confían, tus siete sagrados dones.

Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales el eterno gozo" (Secuencia de la misa de Pentecostés).

El trato continuo con el Espíritu Santo aumenta nuestro amor, y en consecuencia nos facilita el seguir con docilidad sus enseñanzas:

"El Espíritu Santo es quien, con sus inspiraciones, va dando tono sobrenatural a nuestros pensamientos, deseos y obras… Si somos dóciles al Espíritu Santo, la imagen de Cristo se irá formando cada vez más en nosotros e iremos así acercándonos cada día más a Dios Padre" (Mons. Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, n. 135).

NUESTROS DEBERES PARA CON EL SON:

a) Presentarle nuestros homenajes de adoración y amor.

b) Pedirle sus virtudes y sus dones, tan importantes en la vida cristiana.

c) Evitar cuanto pueda disgustarlo, y sobre todo el expulsarlo de nuestra alma por el pecado mortal: "no contristéis al Espíritu Santo", nos alerta San Pablo (Ef. 41, 30).

Son igualmente de San Pablo estas palabras: "¿Ignoráis vosotros que sois templo de Dios, y que el Espíritu Santo mora en vosotros? Pues si alguno profanare el templo de Dios, Dios le perderá" (I Cor. 3, 16).

Tenemos pues, una estricta obligación de aleiar nuestro cuerpo nuestra alma de toda impureza, por respeto al Espíritu Santo, que mora en ellos.

DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Los siete dones del Espíritu Santo pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

DON DE SABIDURÍA

Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas y en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones.

DON DE INTELIGENCIA

Nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe.

DON DE CONSEJO

Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás.

DON DE FORTALEZA

Nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontramos en nuestro caminar hacia Dios.

DON DE CIENCIA

Nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la medida en que nos lleve a Él.

DON DE PIEDAD

Nos mueve a tratar a Dios con la confianza con la que un hijo trata a su Padre.

DON DE TEMOR DE DIOS

Nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir.

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