sábado, 13 de octubre de 2012

"GANAR LA CHAMPIONS NO SERÍA TAN GRANDE COMO LOGRAR LA CORONA DEL CRISTIANO"



Luke Vercollone, futbolista profesional.

Juega en Estados Unidos y se las arregla para ir a misa los domingos aunque haya partido, y para no faltar a su rato diario de oración.

“¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, más uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis! Los atletas se privan de todo; y eso por una corona corruptible; nosotros en cambio por una incorruptible”. Esta cita de San Pablo a los Corintios es la inspiradora de Luke Vercollone, futbolista profesional de 29 años de Estados Unidos.

Su vida y su carrera están ofrecidas a Dios y él lo tiene muy claro: “jugar al fútbol es un parte importante de mi vida pero estoy corriendo hacia una meta mucho mayor”, la vida eterna.

Luke proviene de una familia católica en la que creció junto a otros nueve hermanos. La fe que le transmitieron sus padres le ha ayudado sobremanera en su carrera futbolística. “Yo pongo mi confianza en el Señor, sus planes para mí son buenos siempre”, asegura con certeza.

Preguntado a menudo por compañeros y periodistas sobre cómo afecta su fe en su trabajo, siempre responde que “mi fe afecta a todas las áreas de mi vida y me motiva a ser mejor con un propósito más elevado: dar gloria a Dios”.

Por ello, tiene clarísimo que “si jugara en el FC Barcelona o jugase la Champions League no sería tan grande como el premio de la corona del cristiano” de la que hablaba San Pablo a los Corintios.

LOS VALORES DEL DEPORTE APLICADOS A LA FE

Es esta perspectiva eterna la que le inspira como futbolista. Incluso ha aprendido a relacionar y a aplicar las virtudes del deporte a la vida espiritual. “Éstas nos pueden ayudar a entrar por la puerta estrecha, a ser santos”. En su opinión, los cristianos “tenemos que ser valientes para defender nuestra fe y nadar contra la corriente de la cultura, incluso en tiempos de grandes pruebas”. Aquí entra la disciplina para seguir el plan espiritual día a día.

Luke cuenta a propósito de esto una anécdota que resume perfectamente estos valores aplicados a la fe. “Un sacerdote amigo mío me preguntó si alguna vez llegaría tarde a un partido o entrenamiento. Cuando le dije que no, me sugirió que tomara esta misma perspectiva para mi tiempo diario de oración con Dios”.

Su experiencia en el mundo del fútbol le ha confirmado que si un jugador no tiene hábitos de disciplina, perseverancia o esfuerzo no dura mucho en la élite. Lo mismo con la fe. “Con cada pequeña victoria, construimos nuestros músculos espirituales”.

También los sufrimientos le han ayudado a crecer. Hubo una temporada en la que apenas jugó y en la que pasó de ser una estrella en la universidad a ser uno más en el banquillo. Sin embargo, había una lección para él en todo esto. Afirma que “el sufrimiento me hizo apoyarme en Dios y a volver a centrarme en una perspectiva eterna. Doy gracias a Dios por estas duras lecciones”.

Para Luke Vercollone no ha sido complicado compaginar su vida como católico y futbolista, puesto que todo se puede arreglar si uno tiene empeño. Indica que no ha sido difícil para él ir a misa los domingos pese a su apretada agenda. “Los católicos tenemos la suerte de tener muchas opciones de comunicación y durante el viaje es fácil encontrar iglesias locales a través de internet o gracias a los recepcionistas del hotel. He tenido que saltarme comidas del equipo o algún evento programado pero mis entrenadores lo han entendido”.

SU CRISIS DE FE EN LA JUVENTUD

Sin embargo, Luke también pasó por crisis de fe sobre todo en su adolescencia y el comienzo de la universidad. “Tenía una fe débil y empecé a justificar mis acciones por lo que tuve problemas con ciertas enseñanzas de la Iglesia”, sobre todo relacionadas con el alcohol y la castidad, al confundir “equivocadamente” el concepto de libertad. “Fue una época difícil, el equilibrio entre ser cristiano y ser el chico popular”.

Todos estos hechos le llevaron a una gran insatisfacción. “No encontré la alegría que yo pensaba que iba a tener con esta supuesta libertad”, recuerda. Así empezó a ver que los mejores momentos de su vida eran “cuando estaba cerca del Señor” y “me di cuenta de lo que necesitaba a Dios”.

“Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”. Espoleado por la cita de San Agustín, Luke siguió el camino del Señor, que utilizó distintos instrumentos para seguir tirando de aquel joven y prometedor futbolista cuya fe tambaleaba.

De este modo, añade que “durante mi primer año de universidad, me sentí alentado por un amigo a pasar quince minutos al día de meditación. Tomé este consejo y oraba delante del Santísimo en la iglesia”. Como si nada hubiera pasado se fue transformando “dejando que el Señor entrase en todas las áreas de mi vida”. A partir de aquí todo cobró un sentido, incluidas aquellas enseñanzas de la Iglesia que antes no entendía.

“TODAS MIS METAS PARA EL OBJETIVO DEL CIELO”

A raíz de este momento, afirma Vercollone, “enfoqué todas mis metas hacía el objetivo del cielo, mientras trataba de adorar al Señor a través de todas mis acciones”. Su fútbol y sus relaciones personales se benefician ahora de ello.

También le encomendó a Dios, gracias a esta relación de confianza, que le regalara una mujer santa. Y así fue. Conoció a la que hoy es su mujer gracias a unos misioneros durante unos encuentros universitarios. Se comprometieron el 7 de octubre, fiesta de Nuestra Señora del Rosario. “Doy las gracias a María por su poderosa intercesión para ayudar a responder mis oraciones por una esposa hermosa y santa”.

Desde entonces Andrea y su hijo Agustín han sido su gran apoyo y sus mejores fans en todo momento. Todo ello a pesar de los cambios de residencia y los viajes que implica el fútbol. “La recompensa de poner las necesidades de la familia por delante de mis deseos ha sido genial y nuestra relación matrimonial se nutre y aumenta cuando ponemos al otro en primer lugar”.

ATLETAS CATÓLICOS DE CRISTO

Luke Vercollone trata de aprovechar su situación para evangelizar y para animar a los más jóvenes. De hecho es frecuente verle dando charlas y conferencias con su experiencia de fe, exhortando a los jóvenes a aplicar los valores del deporte a su vida espiritual.

Es además miembro de los Atletas Católicos de Cristo, una agrupación que trabaja con los deportistas de todos los niveles para promover la cultura católica. Surgió tras el llamamiento de Juan Pablo II de evangelizar este mundo del deporte. Ya el Pontífice recordaba, y por ello lo hacen suyo, que: “todo cristiano está llamado a convertirse en un atleta fuerte de Cristo, que es un testigo fiel y valiente de su Evangelio”. Luke ha apostado por esto.

Javier Lozano / ReL

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