domingo, 13 de marzo de 2011

EL PAPA PREDICA CON EL EJEMPLO Y RECUERDA DOS VERDADES QUE HOY RESULTA INCÓMODO ANUNCIAR


Ángelus en San Pedro.

El jueves Benedicto XVI pidió a los sacerdotes de la diócesis de Roma que explicasen puntos del Evangelio que a veces no gustan.

Benedicto XVI reservó el primer domingo de Cuaresma para uno de los Ángelus más intensamente doctrinales de los últimos tiempos.

¿En qué consiste este periodo litúrgico que comenzó el Miércoles de Ceniza? «Se trata en sustancia de seguir a Jesús, que se dirige decididamente hacia la Cruz», explicó el Papa, para añadir que tanto la Cuaresma como la Cruz tienen sentido por la existencia del pecado, «la causa profunda de todos los males».

Y justo en cuanto al pecado y a la Cruz, Benedicto XVI predicó con el ejemplo y aplicó lo que había pedido el jueves a los sacerdotes de la diócesis de Roma: anunciar verdades evangélicas que pueden resultar incómodas a los oídos modernos. Lo hizo con dos puntos que casan poco con la mentalidad contemporánea.

Por un lado, recordó que «el sentido del pecado es algo distinto al "sentido de culpa" del que habla la psicología», porque presupone una visión religiosa del mundo, con Dios en el horizonte. Utilizó una bella metáfora: «Así como, cuando se esconde el sol, desaparecen las sombras, y éstas sólo aparecen cuando hay sol, así también el eclipse de Dios implica necesariamente el eclipse del pecado». Sólo podrá recuperarse el sentido del pecado que ha perdido el mundo moderno, por tanto, «redescubriendo el sentido de Dios».

Por otro lado, explicó el sentido de la muerte de Jesucristo por la determinación de Dios de «liberar a sus hijos de la esclavitud para conducirlos a la libertad. Y la esclavitud mayor y más profunda es la del pecado. Por eso envió Dios a su Hijo al mundo, para librar a los hombres del dominio de Satanás, "origen y causa de todo pecado. Benedicto XVI mencionó la palabra clave, rechazada por muchos: expiación. «Lo mandó en nuestra carne mortal para que se convirtiese en víctima de expiación, muriendo en la Cruz».

Pecado y expiación, pues, dos conceptos tan vinculados a la Cuaresma y tan antipáticos para un mundo crecientemente descristianizado o deseoso de un cristianismo light que prescinda de esas realidades.

Tras el Ángelus, y según es costumbre, el Papa se dirigió a los presentes en distintos idiomas (incluido el latín, animando a los alumnos del colegio holandés del Liceo Cristiano de Veenendaal, a «cultivar la lengua latina»), y tuvo unas palabras de oración y recuerdo para las víctimas del terremoto de Japón.

Desde este domingo por la tarde y hasta el próximo día 19, festividad de San José, el Papa se retira con varios miembros de la Curia Romana a unos ejercicios espirituales que predicará el padre François-Marie Léthel, carmelita descalzo, profesor en el Teresianum y especialista en la teología de la santidad y de los santos.
C.I./ReL

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