viernes, 18 de marzo de 2011

LA MANÍA DE LOS POBRES


Hace unos días me dijo uno:
-“¿Te acuerdas de fulanito? … pues tiene un hermano que es un santo”.
-Ah sí … ¿por qué?”
-“¡Que por qué…! - se extrañó - Pues fíjate se ha ido a Burkina Faso y está allí atendiendo a gente que se está muriendo de hambre”.
-Vale... pero ¿por qué dices que es un santo? Es uno que se ha DEDICADO A LOS POBRES”.
-Bueno ya pero es que el tío se ha entregado por entero a eso”.
-Quieres decir que es uno que se dedica POR ENTERO a los pobres…”
-Que quieres que te diga…, para mí que eso es ser cristiano... ¿no?”
-Pues va a ser que no”.

¡¿Ser cristiano dedicarse a los pobres?!
Y por qué no a los ricos, a los niños, a los intelectuales… o a los gordos (por poner ejemplos de distintas circunstancias económicas, sociales, físicas o mentales)

No se es cristiano por hacer menos pobres a los pobres o más instruidos a los analfabetos, o más sanos a los enfermos.

Para que no se me interprete mal, y volviendo al caso que mencionaba: fulanito será un santo si ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas… lo demás estará en función de eso, con los ricos o con los pobres, con los sabios o con los necios.

Y nuestra querida y católica Iglesia no es la Iglesia de los pobres”, es la Iglesia ¡de los cristianos!... de los que aman a Cristo.
Porthos

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