martes, 4 de mayo de 2010

LA LIBERACIÓN


Existe un campo tan misterioso y delicado como real que es la oración en el mundo y las personas.

Jesús hablo a menudo de este tema y frecuentemente lo encontramos enfrascado en una lucha contra Satán y sus poderes que dominan el mundo. Es más, una de las pruebas que Jesús mismo ofrece de su mesianismo es la expulsión de demonios. Si por el dedo de Dios expulsó los demonios es porque el Reino de Dios ha llegado: Le. 11,20 CF. Mt 8, 16; Le 7, 21. Jesús venció con su muerte al Príncipe de las tinieblas y por su resurrección fuimos trasladados al Reino de su amor.

Pedro (Hech 10, 38) resume la obra mesiánica de Jesús en cuatro puntos:
§ Ungido con el Espíritu Santo y con poder
§ Pasó haciendo el bien
§ Curando
§ Liberando a todos los oprimidos por el Diablo.

En esta síntesis podemos encuadrar perfectamente el ministerio de liberación. No es un ministerio aislado, sino que encaja en el contexto de evangelización. Lo realizan personas ungidas por Dios con su Espíritu Santo y en el nombre de Jesús. Además no es cuestión sólo de echar fuera a los demonios sino de hacer el bien, el máximo bien: dejar la salvación actuante en la persona y la comunidad.

Los apóstoles también fueron enviados a evangelizar y a expulsar demonios: Mt 10, 7-8; y volvieron gozosos porque éstos se les sometían: Le 10, 17.

Sin embargo, hay personas que piensan que sacar de estos textos la conclusión de la existencia y la acción del demonio sería fundamentalismo bíblico o retroceder a ideas medievales.

No es que me interese proclamar y dar a conocer a Satanás. Lo que intento es que el mundo conozca y ame a Jesús. Pero, Satanás es el gran enemigo de Dios que obstaculiza nuestro encuentro con el Señor. Si estamos ignorantes y no conocemos la clase de mentiras que él siempre usa, no podremos estar prevenidos para sus ataques.

El Papa Pablo VI en su celebre discurso del 15 de Noviembre de 1972, decía: Una de las principales necesidades de la Iglesia de hoy es la defensa del maligno que se llama Demonio. El mal no es una mera ausencia de algo sino agente efectivo; un ser vivo y espiritual, pervertido, perverso (y pervertidor). Está en contra de las enseñanzas de la Biblia y de la Iglesia rehusarse a admitir tal realidad.

Aquí conviene aclarar que el Padre Nuestro termina pidiendo: Líbranos del malo no solamente del mal como generalmente se traduce Mt 6, 13.

La gran victoria de Satanás - comenta el Padre Salvador Carrillo, doctor en Sagradas Escrituras - es que ya no creamos en él porque así le permitimos actuar con toda libertad".

La Biblia habla poco del Demonio. En el Antiguo Testamento casi no aparece. Después de la venida de Jesús vuelve a disminuir su influjo no volviendo a aparecer sino en pocos textos. Es en los Evangelios, ante la presencia salvífica de Cristo Jesús, donde se reactiva su acción y se revela su presencia. ¿Qué de extraño tiene pues que ahora que estamos viviendo esta manifestación poderosa de Cristo se desencadenen las fuerzas del mal como sucedió durante el ministerio de Jesús?.

Insistimos que la acción diabólica no debe ser nuestro centro de atención. Es simplemente sintomática: signo de que Jesús está actuando poderosamente entre nosotros.

Jesús vino a liberarnos del poder del príncipe de éste mundo y él ganó la batalla en su cruz. Satanás está derrotado, por eso a veces se pone bravo, por estar amarrado. Jesús ya aplastó la cabeza del Enemigo (Cf. Gen 3, 15).

Hay quienes proclaman y hasta exageran el poder y la acción de Satanás, atribuyéndole todo lo malo, cualquier dificultad y toda enfermedad. Ven diablos por doquier y quieren exorcizar ante cualquier catarro. Este es el otro extremo, olvidando que los enemigos del alma son también el mundo y la carne. A Satanás le gustan dos cosas: o que lo ignoremos o que le demos el papel principal de la obra. Su acción se manifiesta de tres formas: la opresión y la obsesión que son las más generales; y la posesión, la cual es poco frecuente.

A. LA OPRESION.
La opresión es la acción de Satanás sobre los cuerpos o las cosas. Por ejemplo, ruidos en la noche, cosas que se mueven, luces que se apagan, voces, ciertas enfermedades raras que no tienen explicación médica, etc. Se trata de acciones exteriores.

Un Obispo del Caribe me envió a su prima que sufría cierta enfermedad muy extraña. Oramos y el Señor la liberó. Luego me pidió que fuera a su casa porque sucedían cosas raras. Le respondí que no iría porque para eso tenía a su primo Obispo; que le pidiera bendecir su casa. Al ir el Obispo y bendecir el hogar cesó el problema. Fue todo muy sencillo porque para Jesús todo es sencillo.

Nosotros dividimos los problemas en fáciles y difíciles, pero para Jesús todos los problemas son fáciles; si no, no sería el Señor.

Recuerdo otro caso muy importante. Era un hombre llamado Julio Núñez que no podía caminar y gateaba como un animalito. El Señor lo curó en una asamblea de oración. Fue tan impactante su curación que daba testimonio por todas partes. En una ocasión una señora lo reconoció y le preguntó:
-“¿No eres tú el tullido?”
-, pero el Señor ya me enderezó…”
Incluso lo invitamos varias veces a acompañarnos y testificar en diferente retiros la maravillosa curación que había recibido.

Un año después, el párroco de San Francisco de Macorís nos pidió dar un retiro carismático. Invité a Julio Núñez, pensando que su testimonio sería más fuerte, por ser él miembro de esa parroquia.

Al llegar y preguntar por Julio se me acercó una señora que me dijo muy triste:
-Padre, a Julio le volvió la cosa esa, padre, ya no puede caminar y anda otra vez a gatas.
-“¿Desde cuándo está así?”
-Desde hace cinco días…”
Mandé que fueran a buscarlo y lo trajeron a caballo.
Comenzamos a orar pidiendo su curación. Yo le decía al Señor:
-Señor, no puedes quedar mal aquí que es la Parroquia de Julio…”
Pero el Señor no lo sanaba. Entonces comenzamos a orar en lenguas y me vino a la mente como un flechazo:
-Espíritu de enfermedad”.
Entonces imperé y dije:
-Espíritu de enfermedad, te ordeno en el Nombre de Jesús que salgas y dejes libre a este hijo de Dios. Te mando en el Nombre de Jesús que te vayas a los pies de Jesús para que disponga de ti y te prohíbo que vuelvas a molestarlo porque es hijo de Dios y nada te pertenece".

Julio sintió un escalofrío, luego, con toda sencillez, se levantó y comenzó a caminar. Satanás lo estaba oprimiendo para que no diera el testimonio de su curación. Pero Dios es más inteligente y, restablecido Julio, su testimonio fue doble: de su curación y de cómo Dios lo había liberado de esa opresión. En la oración en lenguas el Señor vino en ayuda de nuestra debilidad y nos dio su discernimiento carismático para señalarnos lo que le pasaba a Julio; sufría de un espíritu de enfermedad. Esto puede parecer extraño a los que no han leído el Evangelio, pero allí encontramos un caso muy parecido: Había una mujer a la un espíritu tenía enferma por 18 años; estaba encorvada y no podía en modo alguno enderezarse: Lc 13, 11. Jesús hizo una liberación cuando le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. En los Hechos consta que la gente llevaba a los apóstoles a los enfermos y atormentados por los espíritus: Hech. 5, 16.

B. LA OBSESION.
Llamamos obsesión a la influencia y acción del Enemigo sobre la mente de las personas. Si la opresión se manifiesta en lo exterior y material, la obsesión se manifiesta en lo interior.

Existen personas atormentadas con tremendas obsesiones sexuales, ideas de suicidio, espíritu de blasfemia, autodestrucción, desprecio, sentirse indigno del perdón de Dios, etc. En estos casos a veces la causa no sólo es física o psicológica sino que están atormentados por una obsesión que los esclaviza, no teniendo fuerzas para salir victoriosos.

Podría decir que la obsesión se parece a una tentación; pero en vez de ser pasajera es permanente, además de tener una fuerza e intensidad que va más allá de nuestras capacidades humanas para vencerla.

Un día en México me llevaron a una mujer que tenía muchos años sufriendo cosas muy extrañas. Oramos por ella y le pedimos que nos acompañara en la recitación del Padre Nuestro. Pero, ella no podía decir perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”. Tenía un gran rencor en su corazón porque un enemigo, para vengarse, le echó un maleficio. A raíz de eso comenzó a sufrir mucho y a odiar a este hombre. No era un simple resentimiento sino una verdadera esclavitud que la mantenía atada.

Oramos por su liberación de odio pero no había resultado alguno. Me acordé de aquel joven al que los discípulos no habían podido liberar de las ataduras de Satanás y lo llevaron donde Jesús. Entonces nos acercamos al Sagrario y le pedimos a Jesús que la liberara por su Sangre Preciosa.

El Señor actuó inmediatamente liberándola del Espíritu de brujería y de rencor. Por primera vez en mucho tiempo pudo recitar completo el Padre Nuestro.

En la República Dominicana había un hombre casado con una mujer joven. Tenía dos hijitos. A pesar de todo, él no podía dejar la prostitución. Era un deseo superior a sus esfuerzas que no podía dominar. Él se esforzaba pero no le daba resultado. Entonces hicimos oración de liberación por él y no hubo resultados, hasta que comprendimos, que sólo estábamos ocupándonos de expulsar el espíritu impuro. Pero al evangelizarlo el Señor hizo su obra y fue liberado de esa obsesión.

En Quebec había una religiosa que cuando iba a comulgar sucedía como si en su mente comenzara a correr una grabación llena de blasfemias. Ella lloraba y sufría mucho por eso. Habló con su confesor y éste le aconsejó que rezara mucho a la Virgen María. Ni las penitencias, ni ayunos le daban resultados pues todo aquello continuaba. Un día un Sacerdote carismático de Quebec fue al convento, oró por ella para que fuera liberada de ese espíritu de blasfemia. Ella fue restablecida completamente gracias a ésa oración.

En el Nuevo Testamento encontramos diferentes clases de espíritus que vale la pena conocer:
-Espíritu inmundo o impuro, que es el mas frecuente: Mt 12, 43; Mc 1, 23.26.27; 3, 11; 5, 2.8.13; 7, 25; Lc 4, 33.36; 6, 18; 8, 29; 9, 25-42; 11, 24.
-Espíritu mudo: Mc 9, 17.
-Espítiu sordo y mudo: Mc 9, 25b
-Malos espíritus: Lc 7, 21; Hech 19, 12.
-Espíritus malignos: Lc 8, 2.
-Espíritu adivino: Hech 16, 16.
-Espíritu del mal: Ef 6, 12.
-Espíritus engañadores: 1Tim 4, 1

a.- La Oración de Liberación.
El ministerio de liberación se realiza en el nombre y con el poder de Cristo Jesús. En su nombre oramos al Padre y resistimos las asechanzas del Enemigo. Con su poder lo liberamos de toda opresión y obsesión.

La liberación de opresiones y obsesiones tiene dos aspectos:

-Orar al Padre en el Nombre de Jesús para que libere a la persona de todo lo que la está esclavizando. Es tan obvio este aspecto que no necesita aclaración.
-Imperar con el poder de Cristo que dijo en mi Nombre expulsarán demoniosMc 16, 17.

Aquí debemos subrayar que no se trata de una petición sino de una orden para que deje en paz y libertad a la persona. Esta autoridad se ejerce en el Nombre de Cristo Jesús.

La oración más sencilla y eficaz la encontramos en San Pablo: En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de esta mujer; Hech 16, 18.

Otros sacan el espíritu pero no le prohíben regresar, olvidando aquella palabra del Evangelio: El Espíritu anda vagando y puede regresar con otros siete peores (Mt 12, 43-45).

Para hacer la oración de liberación es necesario primeramente pedir la protección del Señor. Así como en la noche de Pascua, los dinteles de los hebreos, protegidos por la sangre del cordero pascual, eran respetados por el ángel exterminador; así también la sangre de El Cordero de Dios nos cubre, protege y libera de toda influencia del malo.

Generalmente hago una oración como ésta: Yo reclamo sobre mí y sobre los que aquí estamos, la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo para que nos purifique de todo pecado y nos proteja contra toda influencia del Maligno.

Recuerdo uno de los primeros casos de liberación en que por inexperiencia cometimos errores, pero que mucho nos enseñó: Sin pedir protección previa nos metimos a hacer una liberación a una persona de un grupo de oración donde había más de treinta personas. Oramos y mandamos que el espíritu saliera. Aquella persona se levantó liberada pero en ese mismo momento otra comenzó a manifestar los mismos síntomas. Oramos también por ésta y el Señor la liberó, pero el problema se trasladó a una más.

Aparte de que nos había faltado la protección del Señor aprendimos una cosa para toda la vida:
-No basta sacar al espíritu sino que es necesario prohibirle que regrese (Mc 9, 25) y enviarlo a los pies de la cruz para que Cristo disponga de él.
-Esta oración es conveniente que se haga en comunidad pero no en grupo grande; en un lugar privado, sin curiosos ni niños.
-El equipo debe estar integrado por personas maduras y prudentes, tanto para no estar viendo diablos por todos lados como para saber discernir su presencia y su influjo.
-Por la Sangre de Cristo y por sus preciosas llagas tomamos autoridad sobre toda atadura y la desatamos en el nombre de Jesús.

Existe otro aspecto, mucho más importante: no basta sacar las tinieblas. Es necesario encender la Luz de Cristo.

Si evangelizamos auténticamente, llevando la persona de Cristo Jesús a los demás, nos evitaremos muchos de estos casos de liberación, ya que al entrar Cristo Jesús, que es el más fuerte, expulsa al más débil (Lc 11, 22). La luz echa fuera las tinieblas (Jn 1, 5).

La eficaz liberación sólo se puede llevar a cabo en un proceso de evangelización integral. Sacar espíritus por sacarlos no tiene ningún sentido. Jesús envió primeramente a sus apóstoles no a expulsar demonios sino a anunciar su reino. La expulsión es consecuencia de la evangelización (Cf. Mt 10, 7-8).

Generalmente me niego a hacer oración de liberación a personas que no están en un comprometido proceso de conversión.

b. Autoliberación.

En los casos de obsesión y opresión podemos hacer una oración de autoliberación, teniendo en cuenta lo antes expuesto.

Por la fe de nuestro bautismo comparamos la victoria de Cristo y tomamos autoridad en su Nombre para expulsar a los espíritus que nos inquietan, molestan o perturban. Por el poder de Cristo la persona se declara libre, gracias a la Sangre de Jesús.

Dependiendo del caso y el discernimiento carismático se puede hacer la siguiente oración:
-Espíritu de (suicidio, desprecio, impureza, rencor, miedo, etc.), yo te ordeno en el Nombre de Jesús para que disponga de ti. Te prohíbo, en el Nombre de Jesús que me vuelvas a molestar.

C. LA POSESION.
La posesión es muy rara y es lo último que debemos pensar, hasta después de haber agotado las demás posibilidades.


La posesión se da en casos en que la persona ha entregado su voluntad conscientemente a Satanás, vendiendo su alma, firmando pactos satánicos con sangre, o perteneciendo a sectas diabólicas. También se podría dar, en personas que fueron consagradas por sus padres al Diablo. Es tan fuerte esta esclavitud que la persona pierde su voluntad propia, quedando totalmente imposibilitada para liberarse de sus cadenas. Entonces necesita un poder superior de afuera a través de un exorcismo litúrgico.

El exorcismo formal o litúrgico es hecho por el Obispo o un sacerdote delegado por él para el caso; acompañándose de mucha oración y ayuno.
Fuente: Emiliano Tardiff: Libro: "Jesús está Vivo

Nota: Laicos comprometidos pueden hacer liberaciones y exorcismos. Dios les da el don. JMPC

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