El pasado 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz, se presentó en la parroquia de los Carmelitas de Ayala el libro Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios , escrito por José Carlos González-Hurtado, un importante empresario con amplísima experiencia internacional al más alto nivel, casado y con siete hijos, y actualmente presidente de la cadena de televisión EWTN España. Hay en internet abundante material generado sobre esta publicación, accesible de forma gratuita y muy interesante.
Precisamente aquí en ReL ha
habido interesantes referencias a este hecho. No creo haber visto ninguna
reseña sobre este libro realizada por un científico, y como se da la circunstancia de que yo lo soy,
pues me gustaría decir lo que me parece sobre él. Desde ya recomiendo encarecidamente su adquisición -todos los fondos que recauden sus ventas se
utilizarán para financiar EWTN España- y su lectura, dado el extraordinario
nivel divulgativo, es decir inteligible, de la obra.
Cuando supe del libro, confieso
que lo primero que me llamó la atención como científico fue que el título
incluyese la expresión ‘evidencias científicas’ directamente
referido a la existencia de Dios. Tras leerlo creo que el título es acertado,
contundente diría, y entendí por qué me sorprendió en un primer momento: se nos ha inculcado que la existencia de Dios es indemostrable
científicamente.
Para llegar a este punto,
previamente se ha propagado un discurso en el que el término ‘científico’ se ha circunscrito a un concepto de ciencia inventado y parcial,
excluyente de todo aquello que no derive de la física, la química o la
biología, como si al ser humano no le fuese dado conocer más que lo derivado de
experimentos u observaciones en estos ámbitos. Como Dios no es sujeto de
experimentación por ser inmaterial, es indemostrable su existencia, se nos
dice.
Pero resulta que ese concepto de
ciencia ya lleva tiempo poniéndose en entredicho,
y no por fieles de la Iglesia católica, si no por quienes se confiesan
materialistas ateos, como por ejemplo Carlos Madrid, de la Escuela de Materialismo Filosófico de
la Universidad de Oviedo que fundara Gustavo Bueno (1924-2016). Más que interesante a este
respecto es el video en el que Carlos Madrid explica todo esto y lo aplica a
la historia de la ciencia española, o el dedicado a la leyenda negra de la ciencia española.
Dicho esto, es a mi entender
legítimo, acertado y plausible que en el título del libro se hable de 'evidencias científicas' de la existencia de Dios,
puesto que evidencia y ciencia se entienden desde un concepto
más amplio que el muy
manipulado dentro del cual nos movemos. Poco importa, a mi entender, y pensando
en el gran público, que desde un punto de vista filosófico-teológico las cosas
sean claramente explicables: estos problemas no salen del ámbito académico, no
llegan a la gente, y menos si no se explican en un tono inteligible, divulgativo,
digamos.
Tras la lectura del libro entendí
perfectamente que se puede perfectamente hablar
de nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios sin más que apelar al aserto ‘A buen entendedor, pocas palabras bastan’. Y antes de que
se me olvide: la obra está entreverada de la
Palabra de Dios, referida en múltiples ocasiones con bastante tino, por cierto.
Me atrevo a añadir: si Dios no existe ¿cómo
explicar la Biblia, la historia de Israel, comprobada tantas veces
científicamente, etc.?
Continuando con el libro, creo
que, como bien ha señalado el autor en varias de sus intervenciones
promocionales, no existía en español un libro semejante, escrito además por un
compatriota ¿En qué sentido? Lo explico
dando un pequeño rodeo. Recuerdo que en mi etapa de cambio de objeto de
estudio, durante la cual pasé de dedicarme a la
microbiología de los alimentos a estudiar historia de la ciencia,
leí abundante bibliografía conciliadora de ciencia y fe, la mayor parte de
la cual se caracterizaba por tratarse de libros escritos por extranjeros y
traducidos al español. Los había fundamentalmente de dos clases: unos escritos
por científicos especializados en la materia sobre la que el libro versaba
y otros escritos por varios científicos, sobre varias temáticas a la vez, a
modo de obras colectivas, en las que cada especialista hablaba de
conciliación ciencia-fe en relación a su especialidad. Caracterizaba a ambos
tipos de libro el alto nivel y por tanto
difícil grado de inteligibilidad: eran libros escasamente divulgativos. Después
de haber leído el libro de González-Hurtado puedo decir que el nivel divulgativo es idóneo.
¿Y EL RIGOR CIENTÍFICO?
José Carlos, sí, es un gran
empresario, con alto nivel académico, que ha impartido numerosas conferencias
de su especialidad e incluso de ciencia y fe en importantes universidades de
varios países… pero no es científico, y no lo oculta en ningún momento. Luego ¿puede un no-científico hablar de cuestiones científicas
o de conciliación ciencia-fe? Pues en principio parece que no, pero tras
leer el libro es más que evidente que sí, y lo refrendan varios aspectos que
paso a comentar.
El primero es la abundante bibliografía internacional consultada,
en la que, por cierto, una buena parte de los textos han sido escritos por
divulgadores científicos y no por científicos profesionales: parece ésta una costumbre bastante extendida en el mundo
sajón, donde no llama la atención que no-científicos hablen de estos temas.
Además, el propio texto de Nuevas evidencias científicas de
la existencia de Dios demuestra fehacientemente que
sí, y que además esto es posible que lo haga por vez primera una sola persona
española, no científica, y que aborde además diversas especialidades,
concretamente cosmología, matemáticas y
biología.
Una primera prueba de que esto no
es sólo porque yo lo diga es el prólogo, firmado por Fernando Sols y
titulado Una valiosa contribución a la
reflexión sobre la relación entre ciencia y religión, siendo Sols catedrático de Física de la Materia
Condensada de la Universidad Complutense de Madrid. He de añadir después de
todo lo comentado anteriormente que, ante dicha firma, mi sorpresa inicial y
cierta intranquilidad se me pasó bastante ya que, si alguien del nivel del Dr.
Sols permite que su firma esté presente en un libro de estas características es
que el libro es riguroso aunque no lo haya
escrito un científico. Suscribo una postura similar en lo referente a la
conciliación ciencia-fe en materia de biología (evolución,
etc.): acierto y rigor a muy alto nivel científico, nuevamente en tono
divulgativo.
A lo largo de las páginas
de Nuevas evidencias científicas de
la existencia de Dios, uno se encuentra muy cómodo porque
entiende todo lo que José Carlos escribe, quien ha calificado la obra como
eminentemente divulgativa: efectivamente, lo es.
Pero hay algo que, como científico, he de decir que resulta enormemente
convincente: el elevado número de notas llevadas a cabo con
extraordinario rigor científico, en número total de 707, así como una nutrida bibliografía recomendada, adicional a
la incluida en las notas, que consta de 19 referencias de gran actualidad e
interés. El libro de José Carlos contiene también un elevado número de lo que
yo llamo ‘hechos concretos’ que demuestran
por sí mismos la conciliación ciencia-fe, puesto que Contra factum non valet argumentum. Se trata de los numerosos nombres de científicos creyentes que
se mencionan.
Y es que el libro contiene un
elevado número de nombres de científicos creyentes cuyos escritos sobre sus
creencias son recogidos en el texto. Este amplio listado incluye varios nombres
de científicos católicos españoles, a cuyo estudio me dedico en la actualidad,
tales como el presbítero católico y famoso botánico José Celestino Mutis, el
también presbítero y filósofo Manuel García Morente,
el dominico Domingo de Soto, o el cofundador del CSIC, cura del
Opus Dei y edafólogo (experto en el estudio de los suelos) Jose María Albareda Herrera, el
genetista Francisco Ayala, Ignacio
Sols (hermano del autor del prólogo)… y un mucho más
numeroso grupo no español, alguno de cuyos integrantes fue galardonado con el
Premio Nobel. Puedo dar fe de que también en estas menciones y citas el rigor
científico es indiscutible.
En definitiva, una obra más que
recomendable para todos los públicos, divulgativa, que yo utilizaré sin ninguna
duda como libro de consulta más sobre ámbitos como la cosmología o las
matemáticas que sobre la especialidad de la biología en la que me formé y cuya conciliación con
mi fe católica he estudiado
en profundidad.
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