La solidaridad no es un sentimiento superficial, es una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien de todos y cada uno.
Por: Alejandro Ledesma Solórzano | Fuente:
yoinfluyo.com
San Juan Pablo II aseguró que "la solidaridad
no es un sentimiento superficial, es una determinación firme y perseverante de
empeñarse por el bien común, el bien de todos y cada uno para que todos seamos
realmente responsables de todos", una frase coherente y cierta pero
¿qué pasa cuando algunas personas se aprovechan de
los solidarios?
Y es que
por solidaridad, remordimiento o lastima muchos damos limosna a personas
aparentemente necesitadas: indigentes, niños de la calle, ancianos que
supuestamente de ellas viven, pero ¿no crees que lo
mejor sería ayudarlos adecuadamente? El empresario Carlos Slim acertó
con la idea de que "la única manera de salir
de la pobreza, no es con caridad sino con empleo".
Si bien
es cierto que no está en la mayoría dar empleos, si podemos ayudar empezando
por distinguir cuándo sí y cuándo no dar limosna y de qué tipo. Según algunos sociólogos
dar limosna no está mal, lo malo es cuando esa caridad se convierte en un tipo
de robo que bajo engaños optas por "apoyar"
al necesitado y el dinero recaudado comúnmente tiende a utilizarse para
la compra de drogas u otras sustancias adictivas, lo que además contribuye de
alguna manera a financiar el crimen organizado.
En muchos
países existen redes que operan con el gran negocio de la limosna, las cuales
se aprovechan de las buenas intenciones de las personas quienes son presa fácil
especialmente de los niños que se han convertido en su principal herramienta.
Por ello
hay que saber dar limosna; en el libro "Para
Salvarte", el padre Jorge Loring, autor de la obra y jesuita
español señaló que quizás la limosna callejera se preste a abusos y engaños;
aunque muchas veces se presentan necesidades reales que no deberíamos desoír.
A continuación,
algunos puntos clave que el padre Loring recomienda:
- Que se
satisfaga ante todo a las exigencias de la justicia, y no se brinde como
ofrenda de caridad lo que ya se debe por título de justicia; se quiten las
causas de los males, no sólo los efectos; y se ordene el auxilio de forma que
quienes lo reciben se vayan liberando poco a poco de la dependencia externa y
se vayan bastando por sí mismos".
Para que la
limosna sea auténticamente cristiana, debe tener ciertas cualidades:
- La
limosna tiene que ser prudente, es decir, que se debe distribuir entre
verdaderos necesitados, y se debe dar a aquellos pobres a los que realmente no
les va a hacer más daño que bien.
- Tiene
que ser pronta, es decir, se debe dar a tiempo, y no 'vuelve mañana'.
- Debe
darse con alegría, porque Dios quiere al que da alegremente.
- La
limosna debe ser secreta, no proclamada a los cuatro vientos, buscando la
alabanza de los que la ven hacer.
- Debe
ser desinteresada, es decir, al hacer la limosna no buscar satisfacción humana,
sino solamente el cumplimiento del precepto del amor al prójimo.
-
"Por eso, como última cualidad, aunque debe ser la fundamental, señalemos
que la limosna debe hacerse por amor al prójimo, y no por otros motivos más o
menos humanamente legítimos, pero cristianamente no correctos".
No dar limosna podrá aparentar ser una mala persona, sin embargo una caridad
mal otorgada puede hacer un mal en lugar del bien buscado. Afortunadamente hay
muchas maneras de colaborar, dar una moneda en la calle no cambiará las cosas,
existen instituciones certificadas que garantizan donaciones efectivas, la Cruz
Roja por nombrar alguna, se mantiene en gran parte de la caridad solidaria.
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