lunes, 16 de octubre de 2023

LA PREVALENCIA DE LO MORAL EN EL CASO DE LA DEFENSA DE ISRAEL: SUGERENCIAS DE ACCIÓN CUANDO TODAS LAS OPCIONES SON MALAS

 Desde ayer, le estoy dando vueltas a otra opción de respuesta de al ataque terrorista de Hamas. ¿Y si Israel decide no entrar con la infantería en Gaza? Nadie niega el derecho a la defensa, pero ¿y si esa entrada va a resultar con un balance de más perjuicios que beneficios para el mismo Estado hebreo?

Si se produce la invasión, por supuesto que morirán muchos militantes de Hamás y un cierto porcentaje de los jefes. Pero es razonable considerar que la mayoría de la cúpula van a lograr escapar.

Los terroristas llevan meses preparando el terreno (con túneles, explosivos y todo tipo de trampas) con el único fin de que esa entrada de tropas hebreas se convierta en una carrera en un recorrido infernal. Los israelíes no se van a enfrentar a un ejército frente a ellos, sino a una continua sucesión de emboscadas, tiradores agazapados con miras telescópicas, guerrillas y escudos humanos. La experiencia nos indica que los terroristas no han dudado en cargar a niños pequeños con explosivos pegados a sus cuerpos.

De nuevo resuena la pregunta que debe ser respondida desde la serenidad: ¿y si el balance final de esta operación conduce a pensar que es tan duro en sus números que no vale la pena comenzarla?

Pero, entonces, ¿hay que quedarse de brazos cruzados ante un ataque? No, cabe otra posibilidad. Desmovilizar a los reservistas israelíes, e ir llevando a cabo un plan duro, riguroso, para ir acabando, poco a poco, de un modo físico, con las cúpulas que están al mando de un Estado terrorista. Sin prisa, con un martilleo desesperante, de meses, de años.

Hamás, por supuesto, que quiere atentar contra todos los políticos israelíes; siempre ha realizado cuantos atentados contra la población civil le ha sido posible. Por ese lado de la venganza, no parece que habrá que pagar un precio sustancialmente superior por parte de Israel al que lleva pagando desde hace tantos años.

Pero para los líderes de Hamás sería desquiciante tener que vivir con el temor a que cada día que se levanten pueda ser el último. ¿Con qué medios se llevaría a cabo este acto de legítima defensa? Con todos los que estén al alcance de los israelíes: drones, explosivos, tiradores con miras telescópicas, misiles que destruyan sus cuarteles.

Esta opción que parece tan cruel sería la mejor para la población civil palestina. Sé que parece que soy inhumano, pero el único modo, ahora, de defender a los inocentes es realizar esta operación quirúrgica, sin ninguna prisa, cuando mejor convenga a los israelíes.

Si ahora los hebreos entran en Gaza, entrarán donde y cuando los terroristas quieren que entren. La Operación Martillo Continuo, se me ha ocurrido ahora el nombre, implicaría invertir los términos. Vamos a intervenir cuando queramos, del modo que queramos, vamos a respetar vuestra población civil palestina, nos va a resultar más barata, y vamos a hacer que sea lo más desquiciante posible para vosotros que vais a aprender a vivir con miedo.

Esta última frase puede parecer inaceptable, pero se trata de un acto de defensa. Algo hay que hacer. No hacer nada no es una opción aceptable. Un Estado debe defender a sus ciudadanos, pero la Operación Martillo Incesante es la que mejor actúa sobre los culpables.

Por supuesto que como el ataque ha sido desde un Estado, Israel está legitimado para atacar depósitos de armas, edificios dedicados a la organización de Hamas, a establecer un perímetro más amplio de margen por delante de sus vallas y muros.

Pero precisamente porque debe primar la humanidad, Israel debería seguir proveyendo de agua, electricidad y otros bienes a los palestinos. Ellos, los palestinos, desde hace años, vienen pagando de un modo justo esos bienes que entran desde el lado israelí.

Esta se podría convertir en una ocasión de oro para que el Estado de Israel mostrara, en todos los aspectos, su determinación de buscar el bien del pueblo palestino, incluso en una declarada operación defensiva.

La Operación Martillo Incesante (quirúrgica, sin prisas, selectiva) frente a la entrada de cientos de miles de soldados en Gaza es como comparar un elefante entrando en una tienda de objetos de cristal (esos objetos son la población civil) frente a una táctica mucho menos épica para los terroristas y más dura psicológicamente.

La otra opción, la de los borrachos de bar que todo lo solucionan en cinco minutos, es barrer a la población palestina de Gaza: “U os marcháis u os matamos”. Esa opción resulta inaceptable. Es lo que se hubiera hecho en el siglo VIII antes de Cristo, es lo que hubieran hecho los asirios. Pero, afortunadamente, ya no somos animales feroces, zorros que entran en un gallinero y matan a todas las gallinas. El ser humano tiene una dignidad. La población de Gaza está allí, donde está, e incluso el Estado que ahora va a atacar debe preocuparse por ellos; incluso más que sus gobernantes de Hamás. Si Hamás no lo hace, el Estado de Israel debe hacerlo. La orden de que un millón de personas desalojen sus hogares solo se entiende desde esa perspectiva totalmente errada del elefante que entra en una cristalería. El elefante entrará, pero sería muy poco realista pensar que las hormigas realmente culpables se van a quedar ahí, esperando a ser aplastadas.

Si Israel entra, lo que va a querer es hacer pagar un precio. Es un impulso primario: "Tú me has hecho esto, yo te hago esto". Dolor por Dolor. Pero la jerarquía no va a estar en primera fila y solo habrá acrecentado el odio entre la población. 

Si Israel quiere que haya menos bajas entre sus hombres, es mejor detener esta operación terrestre. Estados Unidos invadió Irak para defender la vida de sus ciudadanos (bueno, esa fue la razón que dieron), pero la realidad es que esa operación defensiva supuso la muerte de muchísimos más norteamericanos que en el 11S. El remedio, la medicina, la cura fue peor que la enfermedad. 

Lo mismo se aplica aquí ahora en el 2023: la defensa va a ser más mortífera para los ciudadanos israelíes que la acción de esos zorros entrando en varios gallineros. La opción que propongo me parece la más adecuada y, al mismo tiemplo, la más moral.

P. FORTEA

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