Diez años de pontificado del papa Francisco. No voy a hacer ningún balance. Cualquier elogio sonaría a pelotería; no sonaría a algo sincero, con toda razón. Tampoco voy a hacer una crítica: sobran criticones. Aquí todo el mundo quiere mandar. Muchos (no todos) de los que critican al papa, en el fondo lo que están queriendo decir es “yo lo haría mejor”. No todos, repito. Hay críticas constructivas, y las hay destructivas.
Pero no
voy a hacer ni lo uno ni lo otro. Me voy a limitar a hacer una serie de
consideraciones.
Neville
Chamberlain fue criticado durísimamente por los historiadores. En los últimos
años, su figura ha sido reivindicada completamente. Yo me encuentro entre los
que siempre he considerado que fue el mejor primer ministro posible para tratar
de evitar la tragedia que sobrevino.
¿Qué
es lo que tiene hacer un obispo, o un papa? ¿Qué es gobernar bien?
Siempre
que pensamos en el gobierno, tenemos en mente la firmeza, la fortaleza, la
autoridad, pero no solemos recordar que el mejor gobierno es el que se ejerce
en la sinodalidad.
Siempre
pensamos que el gran gobernante es el que se muestra inflexible y da golpes de
puño en la mesa. Justo es lo contrario. El buen gobierno es paternal,
bondadoso, benigno.
Hay una
relación directa entre gobierno y verdad. El gobernante sea de una nación o sea
en la Iglesia tomará las decisiones en base a la verdad: la verdad de la
situación, la verdad del punto final al que quiere llegar, la verdad acerca de
los medios para llegar a ese punto.
También
hay una relación entre gobierno y la calidad de la persona que gobierna. Según
es la persona, así son sus decisiones.
Os
escucho en la sección de comentarios por si queréis añadir algo sobre gobierno
y papado, en general.
P. FORTEA
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