Si uno te dijera que el karate o karate-do es una disciplina profundamente influida por el budismo zen, hasta el punto de que ciertos monjes budistas la adaptan como una forma de ascética aliada a técnicas de meditación... ¿qué pensarías?...
Por: Miguel Ángel
Cid | Fuente: La rana perdida
Si uno te dijera que el karate o karate-do es una disciplina
profundamente influida por el budismo zen, hasta el punto de que ciertos monjes
budistas la adaptan como una forma de ascética aliada a técnicas de
meditación... ¿qué pensarías? ¿Qué es un cuento
chino?
Efectivamente tiene algo de chino, y de japonés, pero ¿de cuento? De cuento no tiene nada. Ahí la prueba
de que no es un cuento: en varios monasterios
budistas --siguiendo el estilo de los célebres sacerdotes del templo de
Shao-Lin en China-- se usa el karate para lograr la
armonía entre el cuerpo y la mente...
¿Entonces? De cuento nada. En realidad, el
karate se creó con técnicas semejantes al tai-chi, combinando los golpes, la
respiración y los gritos kiai para liberar la energía interior ki. Y si no,
pregúntale a Sigeru Egami, fundador de la escuela shotokai. No sé si sabías que
Egami inventó una forma muy elaborada de karate-do basada en la flexibilidad y
en la relajación máxima del cuerpo. Pues bien, él afirma que el karate-do se
parece más al yoga que a un arte de combate. ¡Has
oído estupendamente! Preguntarás qué tienen que ver los golpes del
karate con el yoga relajante. Pues tienen mucho, muchísimo que ver. En
realidad, ambos sistemas buscan el mismo fin. Ya lo dice el mismo Egami: “el secreto del karate es practicarlo seriamente y con
perseverancia para alcanzar el mushin, la vacuidad mental o el no-ego, que nos
permite llegar a los portales del conocimiento”. ¿Lo ves? El mismo fin,
sólo que uno lo logra dando golpes al contrario, y el otro mediante concentraciones
y posturas relajantes.
Pero el karate no es un caso aislado. ¿Conoces el
aikido? Seguramente sí. Pues bien, el aikido tiene como objetivo llevar
al individuo por el camino que conduce a la armonización con la energía
universal. ¿No te suena al new age esto de la
energía universal? Curiosamente la mayor parte de esas artes marciales
aparecieron en occidente a mediados del siglo XX, cuando también comenzaban a
vislumbrarse los primeros gérmenes del new age. Para que no tengas dudas sobre
la religiosidad del aikido, mira nada más qué definición da el maestro Morihei
Ueshiba: el ai-ki-do (armonía-energía-camino) es el
sendero que lleva al hombre a la armonía con el universo; aquel que ha
descubierto el secreto del aikido tiene el universo en sí mismo y puede decir:
¡Yo soy el universo! Como puedes ver, es mucho más que el arte de dar
golpes con estilo...
Lo mismo podríamos decir de otros artes marciales: las
que enseña la escuela Katori Shinto (sable samurai, bastón bo, alabarda
naginata, etc.), o el iai-jutsu o iai-do, la vía sagrada de la arquería kyudo,
el kung-fu, etc.
El kung-fu, por ejemplo. Vamos a ver un poco qué es esto del kung-fu. El
kung-fu no es simplemente un invento de Bruce Lee o David Carradine para hacer
películas exitosas. ¡No, no! Es mucho más...
El kung-fu resume de algún modo el espíritu milenario chino de vivir de acuerdo
con la naturaleza, el yin y el yang, y todo eso. Es, ni más ni menos, que una
técnica religiosa influida por el taoísmo y por el bonzo Bodhidharma,
introductor del budismo en China. ¿Qué te parece? De
hecho, la palabra Confucio viene precisamente de la raíz kung-fu.
Así que, puestos a sacar conclusiones, se puede afirmar sin temor a errar, que
el budo (sentido trascendental de las artes marciales) es, en definitiva, una
vía sin vía donde el final se parece al principio. Está claro, ¿no? Dicho de otro modo: las
artes marciales llevan a la calma, la serenidad y la actitud mental que le
permiten al hombre convertirse en un hombre-dios, unirse a todo el universo,
ser universo. ¿Tampoco está muy claro? Veamos ahora: es una forma de religiosidad oriental.
Por supuesto que la mayor parte de los occidentales que van a aprender
karate o estas cosas, lo hacen para poder defenderse de ladrones, de
secuestradores, de roba-novias, de lo que sea... Pero hay que ir con cuidado.
No conviene olvidar que estas técnicas utilizan términos religiosos, realizan
gestos religiosos, y en oriente tienen fines religiosos. Porque por ahí, entre
golpe y golpe, se puede ir metiendo una religiosidad incompatible con la fe
cristiana y muy acorde con el new age. Conviene tenerlo en cuenta. Simplemente
esto. De modo que si alguna vez la cosa te huele a cocido, ya sabrás qué
ingredientes tiene... Cuida que, en una de esas, en vez de golpearte el cuerpo
te golpeen el alma... ¡Eso es mucho más doloroso! Sobre
todo a la larga.
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