miércoles, 17 de agosto de 2022

HAY GOLPES QUE HIEREN EL ALMA

Si uno te dijera que el karate o karate-do es una disciplina profundamente influida por el budismo zen, hasta el punto de que ciertos monjes budistas la adaptan como una forma de ascética aliada a técnicas de meditación... ¿qué pensarías?...

Por: Miguel Ángel Cid | Fuente: La rana perdida

Si uno te dijera que el karate o karate-do es una disciplina profundamente influida por el budismo zen, hasta el punto de que ciertos monjes budistas la adaptan como una forma de ascética aliada a técnicas de meditación... ¿qué pensarías? ¿Qué es un cuento chino?

Efectivamente tiene algo de chino, y de japonés, pero ¿de cuento? De cuento no tiene nada. Ahí la prueba de que no es un cuento: en varios monasterios budistas --siguiendo el estilo de los célebres sacerdotes del templo de Shao-Lin en China-- se usa el karate para lograr la armonía entre el cuerpo y la mente...

¿Entonces? De cuento nada. En realidad, el karate se creó con técnicas semejantes al tai-chi, combinando los golpes, la respiración y los gritos kiai para liberar la energía interior ki. Y si no, pregúntale a Sigeru Egami, fundador de la escuela shotokai. No sé si sabías que Egami inventó una forma muy elaborada de karate-do basada en la flexibilidad y en la relajación máxima del cuerpo. Pues bien, él afirma que el karate-do se parece más al yoga que a un arte de combate. ¡Has oído estupendamente! Preguntarás qué tienen que ver los golpes del karate con el yoga relajante. Pues tienen mucho, muchísimo que ver. En realidad, ambos sistemas buscan el mismo fin. Ya lo dice el mismo Egami: “el secreto del karate es practicarlo seriamente y con perseverancia para alcanzar el mushin, la vacuidad mental o el no-ego, que nos permite llegar a los portales del conocimiento”. ¿Lo ves? El mismo fin, sólo que uno lo logra dando golpes al contrario, y el otro mediante concentraciones y posturas relajantes.

Pero el karate no es un caso aislado. ¿Conoces el aikido? Seguramente sí. Pues bien, el aikido tiene como objetivo llevar al individuo por el camino que conduce a la armonización con la energía universal. ¿No te suena al new age esto de la energía universal? Curiosamente la mayor parte de esas artes marciales aparecieron en occidente a mediados del siglo XX, cuando también comenzaban a vislumbrarse los primeros gérmenes del new age. Para que no tengas dudas sobre la religiosidad del aikido, mira nada más qué definición da el maestro Morihei Ueshiba: el ai-ki-do (armonía-energía-camino) es el sendero que lleva al hombre a la armonía con el universo; aquel que ha descubierto el secreto del aikido tiene el universo en sí mismo y puede decir: ¡Yo soy el universo! Como puedes ver, es mucho más que el arte de dar golpes con estilo...

Lo mismo podríamos decir de otros artes marciales: las que enseña la escuela Katori Shinto (sable samurai, bastón bo, alabarda naginata, etc.), o el iai-jutsu o iai-do, la vía sagrada de la arquería kyudo, el kung-fu, etc.

El kung-fu, por ejemplo. Vamos a ver un poco qué es esto del kung-fu. El kung-fu no es simplemente un invento de Bruce Lee o David Carradine para hacer películas exitosas. ¡No, no! Es mucho más... El kung-fu resume de algún modo el espíritu milenario chino de vivir de acuerdo con la naturaleza, el yin y el yang, y todo eso. Es, ni más ni menos, que una técnica religiosa influida por el taoísmo y por el bonzo Bodhidharma, introductor del budismo en China. ¿Qué te parece? De hecho, la palabra Confucio viene precisamente de la raíz kung-fu.

Así que, puestos a sacar conclusiones, se puede afirmar sin temor a errar, que el budo (sentido trascendental de las artes marciales) es, en definitiva, una vía sin vía donde el final se parece al principio. Está claro, ¿no? Dicho de otro modo: las artes marciales llevan a la calma, la serenidad y la actitud mental que le permiten al hombre convertirse en un hombre-dios, unirse a todo el universo, ser universo. ¿Tampoco está muy claro? Veamos ahora: es una forma de religiosidad oriental.

Por supuesto que la mayor parte de los occidentales que van a aprender karate o estas cosas, lo hacen para poder defenderse de ladrones, de secuestradores, de roba-novias, de lo que sea... Pero hay que ir con cuidado. No conviene olvidar que estas técnicas utilizan términos religiosos, realizan gestos religiosos, y en oriente tienen fines religiosos. Porque por ahí, entre golpe y golpe, se puede ir metiendo una religiosidad incompatible con la fe cristiana y muy acorde con el new age. Conviene tenerlo en cuenta. Simplemente esto. De modo que si alguna vez la cosa te huele a cocido, ya sabrás qué ingredientes tiene... Cuida que, en una de esas, en vez de golpearte el cuerpo te golpeen el alma... ¡Eso es mucho más doloroso! Sobre todo a la larga.

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