El Viernes Santo, día en que la Iglesia Católica conmemora la Pasión y Muerte de Cristo, se predica el Sermón de las Siete Palabras, una tradición católica en la que se reflexionan las últimas palabras que Jesucristo pronunció en la cruz.
Cada Semana Santa,
las iglesias viven el Triduo Pascual con una serie de prácticas religiosas y
tradiciones que ayudan a los fieles a profundizar en su fe católica y los
preparan para celebrar la Pascua de Resurrección.
El Viernes Santo
los fieles recuerdan el drama de la Pasión y Muerte de Cristo, y es tradición
acompañar este momento de oración con la meditación del Sermón de las Siete
Palabras o Sermón de las Tres Horas.
Las “siete palabras” es como se
denomina a las siete últimas frases que Jesús pronunció durante su crucifixión,
antes de entregar su vida para la salvación de la humanidad, y que han sido
recogidas en los evangelios.
Según señala la Compañía de Jesús, conocidos como los jesuitas, la
tradición del Sermón de las Siete Palabras “comenzó
en el siglo XVII por un sacerdote jesuita en Perú”, quien realizó “meditaciones para el Viernes Santo” a partir de
las últimas palabras de Jesús.
Se trata del Venerable P. Francisco del Castillo, quien está en proceso
de beatificación. El sacerdote jesuita realizó durante el Viernes Santo de 1660
una prédica de tres horas en la que comparó el sufrimiento de Cristo con los
padecimientos de los esclavos e indígenas.
Desde entonces, “las últimas palabras de
Jesús, tal como aparecen en el Evangelio, se volvieron parte de la tradición
cuaresmal de la Iglesia” y “del servicio de Viernes Santo”, indicaron
los jesuitas. El Sermón de las Siete Palabras no solo se realiza en Perú, sino
que su práctica se extendió a América y Europa.
La tradición del Sermón de las Siete Palabras es importante, pues cada una
de las frases que pronunció Jesús en la Cruz iluminan nuestra vida cristiana.
El Papa San Juan Pablo II afirmó
durante una catequesis de noviembre de 1988 que las siete palabras
que Jesús pronunció en la cruz “construyen su
mensaje supremo y definitivo y, al mismo tiempo, la confirmación de una vida
santa, concluida con el don total de sí mismo, en obediencia al Padre, por la
salvación del mundo”.
Es decir, “todo lo que Jesús enseñó e hizo
durante su vida mortal, en la cruz llega al culmen de la verdad y la santidad”,
afirmó, e hizo una profunda reflexión sobre cada palabra.
Por ejemplo, el santo dijo que cuando Jesús pronuncia la primera frase: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”,
Jesucristo “no sólo perdona, sino que pide el
perdón del Padre para los que lo han entregado a la muerte, y por tanto también
para todos nosotros”.
Jesús “se dirige a todos los que,
humanamente hablando, son responsables de su muerte”, y “el perdón es su única respuesta a la hostilidad”, dijo
San Juan Pablo II. En ese sentido, animó a acudir a “Cristo
crucificado, Sacerdote eterno”, quien “permanece
siempre como el que intercede en favor de los pecadores que se acercan a Dios a
través de Él”.
De igual modo, al reflexionar la segunda palabra: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”,
el santo expresó que “es un hecho impresionante, en
el que vemos en acción todas las dimensiones de la obra salvífica, que se
concreta en el perdón”.
El santo recordó que según relata la Biblia, el malhechor crucificado al
lado de Cristo “profesa su fe en el Redentor” y
“en el momento de morir, no sólo acepta su muerte
como justa pena al mal realizado, sino que se dirige a Jesús para decirle que
pone en Él toda su esperanza”.
Frente a ello, Jesús le responde de inmediato y le “promete el paraíso, en su compañía, para ese mismo día”
y así el pecador “se convierte en santo en el
último momento de su vida”, agregó.
“Esto muestra que los hombres pueden obtener,
gracias a la cruz de Cristo, el perdón de todas las culpas y también de toda
una vida malvada […] si se rinden a la gracia del Redentor que los convierte y
salva”, explicó.
Para San Juan Pablo II, las palabras que Cristo pronunció fueron “recogidas por su Madre y los discípulos presentes en el
Calvario” y “transmitidas a las primeras
comunidades cristianas y a todas las generaciones futuras” con un
objetivo claro:
“Para que iluminaran el significado de la obra
redentora de Jesús e inspiraran a sus seguidores durante su vida y en el
momento de la muerte”, dijo. En ese sentido, el santo
animó a los católicos a que “meditemos también
nosotros esas palabras, como lo han hecho tantos cristianos, en todas las
épocas”.
POR CYNTHIA PÉREZ | ACI Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario