FORMADO EN UN SEMINARIO NEOCATECUMENAL, ES UN GRAN DEFENSOR DE LA VIDA Y LA FAMILIA
JAVIER DEL RÍO SE FORMÓ EN UN SEMINARIO MISIONERO
REDEMPTORIS MATER, VINCULADO AL CAMINO NEOCATECUMENAL
Monseñor Javier del
Río (1957) es uno de los pesos pesados del episcopado peruano. El arzobispo de Arequipa, diócesis con más de un millón de católicos, se
ordenó sacerdote en un seminario misionero vinculado al Camino Neocatecumenal aunque
no siempre estuvo en la Iglesia. Durante más de una década vivió alejado de
Dios, lo que le llevó a experimentar una grave crisis existencial.
Pero justo en ese momento llegó a su vida Juan Pablo II, que estaba de visita
en Perú, siendo el ahora santo el instrumento para su fulgurante conversión y
posterior vocación al sacerdocio. Primero como obispo auxiliar de Callao y
posteriormente ya como arzobispo de Arequipa, Javier del Río siempre ha estado
en el ojo del huracán por hablar de manera clara y contundente. "No podría vivir tranquilo si me quedara
callado",
asegura.
Es uno de los grandes oponentes a la ideología de género y su nombre ha
llenado los medios de comunicación peruanos e internacionales por recordar que
un católico no puede votar a candidatos que apoyen el aborto o el matrimonio
homosexual pues "no sería un pastor si no
alertase a las ovejas ante la presencia del lobo".
En una entrevista con Religión en Libertad,
el arzobispo habla desde su vocación, y de cómo llegar a los alejados, él que
lo fue, así como de las nuevas ideologías que acechan a la Iglesia y a los
católicos:
-
¿QUIÉN ES JAVIER DEL RÍO? ¿CÓMO CONOCIÓ A DIOS?
- Soy un pobre pecador alcanzado
por la misericordia de Dios que es infinita. Provengo de una familia católica,
por lo que fui educado en la religión católica desde pequeño, tanto en casa
como en el colegio La Salle en el que pasé toda la etapa escolar. No obstante
ello, al ingresar a la universidad para estudiar Derecho fui perdiendo la fe,
atraído inicialmente por la lectura de los filósofos existencialistas ateos y,
después, por el materialismo consumista.
En poco
tiempo pasé a ser, en la práctica, un agnóstico.
-
Y, ¿CUÁNDO LLEGÓ SU CONVERSIÓN?
- Durante
doce años estuve fuera de la Iglesia, hasta
que el Papa san Juan Pablo II visitó el Perú. Por esa época pasaba una
fortísima crisis existencial y ver, por pura casualidad, al Papa en la
televisión, me hizo caer en la cuenta que la verdadera felicidad existe en este
mundo. Vi en el Papa a un hombre plenamente feliz y me di cuenta que la
felicidad que tanto había buscado la podía encontrar en la Iglesia.
- ¿CÓMO FUE SU LLAMADA
AL SACERDOCIO?
- Inmediatamente después de ese
encuentro “televisivo” con el Papa, volví a
la Iglesia. A los pocos días participé en un encuentro del Camino
Neocatecumenal, al que asistieron varios obispos y miles de personas. Kiko
Argüello habló sobre el presbiterado e hizo una “llamada
vocacional”. En ese instante me di cuenta que Dios me llamaba a ser presbítero.
Rebrotó así la vocación que había sentido fuertemente en mi niñez pero
que se había como diluido al comenzar la adolescencia. No lo pensé mucho,
porque lo tuve muy claro, y comencé a frecuentar el centro vocacional. De ahí
vino el Seminario. Me puse en manos de la Iglesia y ella hizo todo lo demás.
-
EN MUCHAS OCASIONES, LOS CATÓLICOS CONSIDERAMOS A LOS SACERDOTES Y OBISPOS COMO
UNA ESPECIE DE “SUPERHOMBRES” QUE NO SUFREN Y QUE DEBEN ESTAR SIEMPRE A NUESTRO
SERVICIO. PERO MUCHOS CONFIESAN QUE SIENTEN SOLEDAD Y QUE LO PASAN MAL. ¿USTED
HA PASADO POR ESTO? ¿CÓMO SE PUEDE AYUDAR A SUS SACERDOTES?
- El sufrimiento es parte de la
vida humana y lo experimentamos todos. Pero una cosa es el sufrimiento que se
deriva del pecado, que lleva a la muerte, y muy distinto es el sufrimiento por
hacer la voluntad de Dios, que es siempre fuente de vida.
En mi caso, he experimentado ambos sufrimientos y, desde luego,
me quedo con el segundo que, aunque pocos lo entiendan, realmente es estupendo porque nos permite participar en el misterio
pascual del Señor, ese paso de la muerte a la vida.
En este contexto, debo decir que en mis 25 años de sacerdote, 12 de ellos como
obispo, jamás he sentido soledad ni me he arrepentido, siquiera por un segundo,
de haber acogido la llamada de Dios a ser cristiano, presbítero y ahora obispo.
Desde esa experiencia, puedo decir que lo mejor que todos podemos hacer por los
sacerdotes es ayudarlos a tener siempre a Jesucristo como el centro de su vida:
en la Eucaristía, la oración y el servicio desinteresado al prójimo. Cuando Dios está con uno, no se siente soledad ni hay lugar para la
tristeza.
-
A GRANDES RASGOS, ¿CÓMO VE LA SALUD DE LA IGLESIA EN LATINOAMÉRICA? LOS GRUPOS
PROTESTANTES AVANZAN, LA SECULARIZACIÓN SE NOTA, EL POPULISMO… ¿CUÁLES DEBEN
SER LAS PRIORIDADES?
- Estoy convencido de que en
Latinoamérica se dio una verdadera evangelización, aun
cuando en ciertos sectores o lugares no se llegó a extirpar del todo cierta
mentalidad pre-cristiana que
se necesita todavía purificar. Creo que la religiosidad popular, que es otra
cosa, es una de nuestras principales fortalezas y conforma el humus desde el
cual debemos terminar de introducir, de una vez por todas, la nueva
evangelización a la que nos convocó Juan Pablo II y nos han seguido llamando
sus sucesores.
El pueblo latinoamericano es mayoritariamente católico y, si bien no es inmune
al secularismo y a otras corrientes que golpean fuertemente nuestra fe, la gente sencilla las resiste bastante bien todavía.
No debemos, sin embargo, quedarnos ahí. Es urgente entrar en ese proceso de
conversión pastoral al que nos llamaron los obispos en Aparecida y que a mi
entender va en perfecta consonancia con las pautas que san Juan Pablo II nos
dejó en la Novo millennio ineunte, Benedicto XVI nos dio de modo especial durante
el Año de la Fe y Francisco ha expuesto en la Evangelii
gaudium: recomenzar desde Cristo,
recuperar la primacía de la gracia, redescubrir la potencia de la Palabra de
Dios y de los sacramentos, formar comunidades cristianas a partir de
una seria iniciación en la fe, en las cuales el seguimiento de
Cristo sea un discipulado misionero. Llevar a los hombres y mujeres de
nuestro tiempo, tantas veces consumidos por la tristeza producto de las
idolatrías de este mundo, al encuentro de Cristo. Esa es nuestra gran tarea: comunicar el gozo del Evangelio.
- DESDE LA PERSPECTIVA QUE LE
DA ESTAR EN EL PERÚ, ¿CÓMO VE USTED EUROPA EN ESTOS MOMENTOS? TANTO DESDE UNA
PERSPECTIVA SOCIAL COMO RELIGIOSA.
- Siento mucha pena y dolor por
Europa en general. Su envejecimiento, que es
consecuencia de vivir de espaldas a Dios y renegar de sus raíces cristianas,
tiene lamentables consecuencias en la vida social: familias destruidas, ancianos
abandonados, altos índices de suicidios juveniles, millones de abortos y miles
de eutanasias y suicidios asistidos, son signos externos de la corrupción del
ser profundo de multitudes de personas que han perdido el sentido de la vida.
En esa misma Europa, sin embargo, siguen surgiendo, aunque no
todas sean muy visibles todavía, comunidades cristianas vivas, en las que se
transmite la fe a los hijos, brotan vocaciones al matrimonio, la
vida consagrada o el sacerdocio, y se tiene un fuerte impulso misionero. Hay
que destacar también el movimiento pro-vida y pro-familia y que se va
recuperando, poco a poco, la visibilidad de los católicos en la vida
pública.
-
USTED HA ALZADO LA VOZ EN NUMEROSAS OCASIONES ACERCA DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO,
EL ABORTO Y OTRAS CUESTIONES POLÉMICAS POR LAS QUE HA SIDO INSULTADO Y
DURAMENTE CRITICADO. ¿NO SERÍA MÁS FÁCIL PARA USTED NO LEVANTAR MUCHO LA VOZ Y
NO MOLESTAR AL MUNDO?
- Al contrario. No podría vivir tranquilo si me quedara callado, porque estaría
traicionando el ministerio que me ha sido confiado y a Aquel que me lo confió.
No sería un pastor si no alertase a las ovejas ante la presencia del lobo y
sólo sería un asalariado si las abandonara y huyera para no tener problemas
(cfr. Jn 10,11-13).
La llamada que me hizo Jesucristo no fue a una vida fácil y cómoda.
Al contrario, desde el Evangelio ha sido siempre muy claro: “el mundo os odiará” (cfr. Mt 10,22ss). Ser
insultado, calumniado y criticado a causa del Evangelio es un honor que no
merezco y por el cual le doy gracias a Dios de todo corazón.
-
LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO SE HA CONVERTIDO EN UNA DE LAS GRANDES DICTADURAS DE
ESTE SIGLO…
- Como hace un tiempo contó el
Papa Francisco que se lo dijo el Papa Benedicto, la ideología de género es el gran
pecado del hombre contra su Creador. El hombre que no acepta ser
criatura hecha por otro sino que quiere crearse a sí mismo. No sólo quiere decidir lo que está bien o está
mal, sino que pretende negar por completo su propia naturaleza.
Como toda ideología, sin embargo, carece de fundamento científico y sólo puede
imponerse por la fuerza de los que detentan el poder temporal, sea en la
política, la economía, la academia, ciertos organismos internacionales, etc.
Como ha dicho el Papa Francisco, es una “colonización
ideológica” que hace mucho daño a la sociedad y es una maldad querer
inculcarla a los niños en las escuelas. No me queda duda
de que detrás de todo eso está el demonio, aunque
estoy seguro de que la mayoría de sus seguidores no lo saben ni se dan cuenta.
- OTRA DICTADURA ACTUAL Y QUE
TIENE RELACIÓN CON LA ANTERIOR PREGUNTA ES LA “CORRECCIÓN POLÍTICA”, ¿SE ESTÁ
EXTENDIENDO ESTE VIRUS TAMBIÉN EN LA IGLESIA?
- La Iglesia es santa y,
justamente por eso, puede abrazar a todos en su seno: santos
y pecadores. La denominada “corrección
política” no tiene que ver con la santidad de la Iglesia, pero puede afectar a
no pocos de sus hijos, inclusive en la jerarquía. Todos debemos
estar atentos a no dejarnos engañar por quienes nos quieren hacer creer que ese
es el modo en que la Iglesia puede cumplir mejor su misión en el mundo
contemporáneo. Como dijo Jesús: “sea vuestro
lenguaje sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del maligno” (Mt
5,37).
-
LA FAMILIA ESTÁ SIENDO ATACADA COMO NO LO HA SIDO JAMÁS, ¿ESTÁ LA DEBILIDAD DE
LA FAMILIA RELACIONADA CON LA SECULARIZACIÓN Y LA PÉRDIDA DE VALORES QUE SE DA
HOY?
- Sin duda. Las estadísticas
ponen de manifiesto que en la medida en que el hombre se aleja de Dios, se
aleja también del prójimo y queda encerrado en la cárcel de su propio yo y sus
antojos. Si sólo tengo una vida y no hay quien me la regenere constantemente,
no la puedo dar por los demás: el esposo, la esposa, los hijos, la
sociedad. La crisis de la familia es una consecuencia de la
crisis de fe. Asimismo, si no hay
un fundamento sólido y trascendente, los valores sucumben y se pueden negociar
en función a los propios intereses del momento.
-
AL MENOS EN EUROPA, SÓLO UNA MINORÍA DE LOS QUE SE DEFINEN CATÓLICOS ACEPTAN Y
CUMPLEN LAS ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA, ¿QUÉ HA HECHO MAL LA IGLESIA? ¿CÓMO
CAMBIAR ESTA SITUACIÓN?
- Dios nos ha dado el libre
albedrío. Ni siquiera Él nos obliga a obedecerle. ¿Cómo la Iglesia va a obligar a que la
obedezcan? La misión de la Iglesia es anunciar el Evangelio y las
verdades que de él se derivan, hacerlos presentes a través de la liturgia y
creíbles mediante el testimonio de vida. Hasta ahí llegamos nosotros. A partir
de ahí están la obra del Espíritu Santo y la respuesta que el hombre le quiera
dar. En la medida en que seamos fieles a nuestra
misión de comunicar la alegría del Evangelio, facilitaremos esa respuesta del
hombre, aunque tarde en llegar.
-
USTED SE FORMÓ EN UN SEMINARIO MISIONERO, ¿CÓMO SE PUEDE LLEGAR DE VERDAD A LOS
ALEJADOS, ESPECIALMENTE A LA MAYORÍA DE JÓVENES QUE YA NO CREE?
- La experiencia me dice que los
jóvenes son estupendos y que, al menos en la gran mayoría de ellos, hay una sed
de verdad, de libertad y de amor, es decir una verdadera sed de Jesucristo y de
vida eterna, aunque ellos mismos no sean conscientes o hasta lo puedan negar.
El mejor modo de llegar a ellos es amándolos como el Señor nos ama:
gratuitamente.
- ¿NO DEBERÍA SER LA
NUEVA EVANGELIZACIÓN LA GRAN PRIORIDAD DE LA IGLESIA? ¿QUÉ PROPONE USTED Y QUÉ
INICIATIVAS ESTÁ APLICANDO EN AREQUIPA?
- En efecto, como antes he
dicho, estoy convencido de que la
nueva evangelización es la gran misión de la Iglesia en este tercer milenio de
la era cristiana. La nueva evangelización incluye, especialmente, tres
aspectos: 1) la
renovación teológica, cuyo núcleo es la eclesiología de comunión; 2) la renovación
litúrgica, cuyo centro debe ser el misterio pascual de Cristo; 3) el impulso misionero de
las comunidades que de ellas brotan y que lanza a sus miembros a hacer presente
el amor de Dios a todos los hombres, hasta el amor al enemigo.
En Arequipa, que es una Iglesia viva y dinámica, estamos seriamente dedicados a
los dos primeros aspectos y vemos que en la medida en que
se dan va surgiendo el tercero como un fruto.
-
FUE ORDENADO OBISPO POR SAN JUAN PABLO II, ENVIADO A AREQUIPA POR BENEDICTO XVI
Y AHORA ESTAMOS EN EL PONTIFICADO DE FRANCISCO, PRIMER PAPA AMERICANO. ¿QUÉ LE
HAN APORTADO ESTOS TRES PONTÍFICES Y QUÉ CUALIDAD DESTACARÍA DE CADA UNO DE
ELLOS?
- Ciertamente cada uno me ha
aportado algo. Gracias a san Juan Pablo II
volví a la Iglesia, surgió en mí el deseo de ser santo y descubrí la gran novedad del Concilio
Vaticano II a través de su vasto magisterio. De Benedicto XVI lo que más me ha
impactado siempre es su sabiduría cristiana, su humildad, su ternura y la
clarividencia con la que supo continuar el magisterio de su predecesor y
guiarnos a la esencia del mismo a través de su magisterio sobre la fe, la
esperanza y la caridad (las tres virtudes teologales que son la síntesis de la
vida cristiana).
El Papa Francisco, por su parte, me está ayudando mucho a concretizar
todas esas enseñanzas y ejemplos en la vida cotidiana, especialmente en
relación con los más pobres y los descartados. Creo que en la
sucesión de estos tres pontífices hay un maravilloso diseño de Dios para la
Iglesia.
Entrevista publicada originariamente en ReL en
septiembre de 2017.








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