«Esta generación pide un signo» (Lc 11, 29
Los
cazadores de signos han abundado siempre en la iglesia. Los hay que necesitan
peregrinar al Palmar de Troya o al Escorial para seguir coleccionando
emociones, que son las peores señales objetivas.
Los
milagros, e el evangelio, no han sido nunca demostraciones de fuerza, sino
respuestas a una fe que interroga. A san Luis rey de Francia, le dijeron que en
el copón de la Sainet Chapelle se aparecía Jesús en la sagrada forma.
«Que vayan –
contesto en un alarde de fe – los que necesitan ver
para creer»
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