El voluntariado emerge como un bien necesario e imprescindible para rearmarnos moralmente como seres humanos y para seguir creyendo que nuestro mundo puede ser un hogar habitable donde quepamos todos con dignidad.
Por: Alejandro Márquez Rubio | Fuente: Asociación
SAFA
En un mundo tan alocado como el que vivimos,
necesitamos que alguien o algo nos aporte razones cordiales, es decir, pasadas
por el corazón, que nos ayuden a vivir con dignidad y a convivir con humanidad.
El voluntariado se alza modestamente como una aportación de sentido que más
allá de hacer el bien nos hace mejores personas y mejora sustancialmente
nuestra sociedad. Si tuviera que ofrecer algunas de las razones por las que
considero al voluntariado capaz de transmitir esa buena noticia, aportaría las
siguientes:
1. Porque el voluntariado asume la triple
dimensión de la acción solidaria: la compasión, como el encuentro efectivo y
afectivo con el otro conocido; el desarrollo local como dinamización del tejido
social de un territorio concreto; el cambio estructural como pretensión
explícita de incidir políticamente en la transformación de nuestra sociedad.
2. Porque sólo existe voluntariado cuando se
realiza de manera organizada y colectiva. El voluntariado como aventura
individual es la zanahoria que nos coloca cada día buena parte de una
propaganda pseudosolidaria que mira desde muy lejos lo que realmente se cuece
en el mundo del compromiso cívico. El voluntariado tiene sentido como acción
colectiva en favor de otros. El acento individual conduce a que se catalogue al
voluntario como ´buenas persona´; sin más; el acento comunitario invita a la
posibilidad de construir otras relaciones, otras tramas colectivas, otro tipo
de sociedad. La acción colectiva reclama un nosotros que se teje entre el
voluntariado y las personas contratadas de cada organización, entre el
voluntariado y las personas y colectivos destinatarios de esa acción solidaria.
3. Porque el voluntariado responde a una manera
concreta de construir la ciudadanía activa. Ser ciudadanos y ciudadanas pasa
por ocuparse de los asuntos que conforman la buena marcha de la polis; una
polis que en la sociedad globalizada rebasa los límites del mi pequeño.
4. Porque el voluntariado constituye una
aportación significativa como arma pacificadora de la convivencia intercultural
en una sociedad diversa y plural. La acción voluntaria se teje en la
realización de encuentros humanos que fortalecen la convivencia que convierte
al extraño en invitado. La pregunta que nos lanza la realidad de nuestro
momento es « ¿podremos vivir juntos personas y
colectivos tan diversos?». El voluntariado no se lo piensa dos veces;
actúa, y en la acción lleva consigo el sí como respuesta eficaz y como
probación de que la posibilidad se hace una vez más realidad.
5. Porque el voluntariado expresa una de las
formas, no la mejor ni la única, de vivir hoy la solidaridad en nuestro mundo.
Por ello el voluntariado bebe y aprende de otras formas antiguas y actuales de
ejercicio organizado de la solidaridad. El derecho a la participación social,
el valor ético de la solidaridad y el ejercicio de la ciudadanía activa serán
los pilares de un voluntariado cívico realmente comprometido.
6. Porque el voluntariado aporta frescura,
flexibilidad y dinamismo a las organizaciones cívicas. Necesitamos preguntas
indiscretas, toques de atención, cuestionamientos de cosas que nos parecen
intocables. El voluntariado debe seguir profundizando en la democracia interna
e interno de cada organización.
7. Porque el voluntariado promueve la
construcción de identidades mestizas en el ámbito de la acción solidaria.
Personas que simultanean su voluntariado en dos organizaciones diferentes, por
ejemplo, benefician a ambas entidades y las dos salen reforzadas en la
construcción de una identidad compartida que a la larga beneficia y refuerza
cada una de las identidades particulares.
8. Porque el voluntariado ayudará a aligerar y
flexibilizar a las organizaciones en el sentido de que no se vayan convirtiendo
en empresas prestadoras de servicios, rehenes de sus financiadores. La calidad
de las organizaciones de solidaridad no pasa necesariamente por su
empresarización y por la consiguiente adopción de un voluntariado ´ayudante´ y
funcional al cuerpo técnico y tecnocrático de la entidad. El voluntariado no es
el brazo ejecutor de las tareas a las que no llega el técnico contratado; tiene
su papel en coordinación con las personas contratadas, pero su campo de juego
propio.
9. Porque trabajar desde el voluntariado
significa optar por los procesos lentos y duros. Una empresa prestadora de servicios
haría trabajo social o cooperación a ritmo de profesionales-técnicos, pero eso
sería otra cosa, ni mejor ni peor. El horizonte de transformación personal y
social tiene el precio de los ritmos lentos y de la renuncia a las prisas como
método de trabajo.
10. Porque anticipa sueños de otra realidad y
nos invita a todos a habitar en el espacio de la posibilidad como construcción
de micro utopías con nombre y apellido en cada uno de los proyectos en los que
actúa. El voluntariado, entonces, emerge como un bien necesario e
imprescindible para rearmarnos moralmente como seres humanos y para seguir
creyendo que nuestro mundo puede ser un hogar habitable donde quepamos todos
con dignidad.
Por eso desde la UNION SAFA, apostamos por esta
forma de seguir trabajando y haciendo las cosas, promoviendo este nuevo plan de
voluntariado, espero y deseo que sea una herramienta adecuada y que nos ayude a
hacer más habitable nuestro mundo.
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